cap 25

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Las clases continuaron y mi preocupación no disminuía. Eijiro notó mi estado y se acercó a mí durante un descanso.

—Oye, Bakugo, ¿estás bien? —preguntó, su voz llena de preocupación—. Has estado muy tenso todo el día.

Suspiré, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Es TN... —comencé, pero Eijiro me interrumpió.

—¿Te gusta, verdad? —dijo, sonriendo ligeramente.

—¡No seas idiota, Pelos de mierda! —respondí automáticamente, pero el sonrojo en mis mejillas me delató.

Eijiro se rio suavemente, pero luego su expresión se volvió seria.

—Bakugo, es normal preocuparse por alguien a quien le importas. No hay nada de malo en eso.

Bajé la mirada, finalmente aceptando la verdad que había estado negando tanto tiempo.

—Sí, me gusta —admití, mi voz apenas un susurro—. Me importa más de lo que quiero admitir, y no saber dónde está... me está volviendo loco.

Eijiro asintió, dándome una palmada en el hombro.

—La encontraremos, Bakugo. No estás solo en esto.

Las clases terminaron y la mayoría de los estudiantes se habían ido. No sabía dónde más buscar a TN. Suspiré y decidí ir a la azotea. Era un lugar tranquilo donde a menudo iba a pensar. El cielo estaba despejado y algunas estrellas ya brillaban en la oscuridad.

Me acerqué al borde y respiré profundamente, tratando de relajarme. Pensé en TN, en su sonrisa, en todo lo que le gustaba. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por unos quejidos débiles.

Me giré, siguiendo el sonido hasta un pequeño almacén en la azotea. La puerta estaba cerrada, pero podía oír los quejidos claramente ahora. Me acerqué y empujé la puerta, encontrando a TN tirada en el suelo, débil y herida. Su mochila estaba allí, tirada, y su teléfono estaba destrozado, explicando por qué no había respondido a nuestras llamadas.

—¡TN! —grité, arrodillándome a su lado.

Ella me miró con ojos llenos de dolor y alivio, susurrando mi nombre.

—Bakugo...

No sabía qué hacer, mi corazón latía con fuerza y la angustia me consumía. La abracé con cuidado, tratando de no hacerle más daño.

—Estoy aquí. Todo estará bien —le susurré, tratando de calmarla.

Ella se aferró a mí, su cuerpo temblando.

—Lo siento tanto... pensé que me odiabas —sollozó.

—Nunca podría odiarte —respondí, mi voz firme—. Nunca más te dejaré sola.

Saqué mi teléfono y llamé a Eijiro, explicándole rápidamente lo que había pasado y pidiéndole que viniera rápido.

Mientras esperábamos, la abracé más fuerte, sintiendo cómo mi corazón se rompía por verla en ese estado. Prometí que la protegería, sin importar lo que costara. En ese momento, no importaba nada más que ella. Y supe que haría cualquier cosa para mantenerla a salvo.

Esperando a Eijiro, revisé a TN y vi que tenía una herida en la pierna, y su mano estaba hinchada y amoratada. Su aspecto era lamentable. Sin saber qué más hacer, usé mis feromonas para intentar calmarla un poco mientras la abrazaba fuertemente, susurrándole palabras dulces al oído.

—Estás a salvo ahora, TN —le decía suavemente—. Nadie te hará más daño, te lo prometo.

Sentí cómo su respiración se iba calmando poco a poco, aunque seguía temblando.

—Eres fuerte, más de lo que crees —continué, mi voz firme—. Y yo estaré aquí contigo, siempre.

Después de unos minutos, Eijiro finalmente llegó, jadeando por la prisa.

—¡Bakugo! —exclamó, y luego vio la escena—. ¿TN?

Cuando Eijiro intentó acercarse a TN, ella se alejó inmediatamente, su cuerpo tenso de miedo, y se aferró a mí con fuerza. Podía ver el dolor y el pánico en sus ojos, y mi corazón se rompió un poco más al ver cuánto daño le habían causado.

—Tranquila, TN, es Eijiro —intenté calmarla, acariciando su cabello suavemente—. Él también está aquí para ayudarte.

Eijiro levantó las manos en un gesto de paz, su expresión preocupada.

—No te haré daño, TN —dijo suavemente—. Solo queremos ayudarte.

Pero ella seguía aferrada a mí, como si temiera que si me soltaba, el mundo se desmoronaría a su alrededor. La mantuve cerca, susurrándole palabras de consuelo mientras Eijiro sacaba su teléfono para llamar a una ambulancia.

—Te sacaremos de aquí, y te llevaremos a un lugar seguro —le prometí—. No tienes que preocuparte por nada.

Mientras esperábamos a la ambulancia, mantuve a TN abrazada, sintiendo su cuerpo temblar contra el mío. Eijiro se movía inquieto a nuestro alrededor, lanzando miradas preocupadas hacia la puerta del almacén y luego hacia mí.

Finalmente, escuchamos las sirenas de la ambulancia acercándose. Los paramédicos llegaron rápidamente y, con mucho cuidado, empezaron a atender a TN. Me quedé a su lado, sosteniendo su mano, mientras ellos evaluaban sus heridas y la preparaban para el transporte.

—Bakugo... —susurró ella, sus ojos llenos de miedo y dolor—. No me dejes...

—No voy a dejarte —le aseguré, apretando suavemente su mano—. Estoy aquí contigo.

Eijiro y yo acompañamos a TN en la ambulancia hasta el hospital. Durante el trayecto, mantuve mis feromonas activas para intentar calmarla lo más posible. Eijiro estaba sentado frente a nosotros, su rostro reflejando la misma preocupación que sentía yo.

Al llegar al hospital, TN fue llevada rápidamente a una sala de emergencias. Nos quedamos en la sala de espera, ambos agotados y llenos de ansiedad. No pasó mucho tiempo antes de que la madre de TN llegara, visiblemente alterada.

—¿Dónde está? ¿Dónde está mi hija? —preguntó, su voz llena de desesperación.

Eijiro y yo nos acercamos rápidamente, tratando de calmarla.

—Está siendo atendida ahora mismo —dijo Eijiro, su voz tranquila—. Tenía algunas heridas, pero está en buenas manos.

—¿Qué pasó? —insistió ella, mirando entre nosotros dos.

Nos miramos brevemente antes de decidir no darle todos los detalles para no preocuparla aún más.

—No estamos seguros de todo, pero parece que alguien la atacó —respondí, eligiendo mis palabras con cuidado—. La encontramos encerrada en un almacén en la azotea de la escuela.

La madre de TN se llevó una mano a la boca, sus ojos llenos de lágrimas.

—Gracias... gracias por encontrarla —dijo, su voz quebrándose—. No sé qué habría hecho sin ustedes.

—Haremos todo lo posible para que esté a salvo —dijo Eijiro, colocando una mano reconfortante en el hombro de la madre.

Nos sentamos juntos en la sala de espera, el tiempo pasando lentamente mientras esperábamos noticias. Finalmente, un médico salió y se acercó a nosotros.

—¿Familia de TN? —preguntó, y todos nos levantamos rápidamente.

—Soy su madre —dijo ella, su voz temblando.

—TN está estable ahora —dijo el médico—. Tiene algunas heridas que hemos tratado, y está descansando. Podrán verla en unos momentos.

La madre de TN suspiró aliviada, y Eijiro y yo compartimos una mirada de alivio también. Habíamos encontrado a TN y la habíamos llevado a un lugar seguro. Pero sabía que este era solo el comienzo. Había mucho más que necesitábamos descubrir y enfrentar para asegurarnos de que algo así no volviera a suceder.


Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora