cap 22

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Al día siguiente, por la tarde, estaba con Bakugo en la biblioteca, terminando los últimos detalles para el proyecto y preparando la presentación. Sin embargo, él se notaba demasiado pensativo y había algo en su semblante que me preocupaba. Parecía estar enojado y liberaba feromonas que me hacían sentir un poco sofocada; el ambiente se sentía pesado.

Traté de centrarme en mis notas, pero seguía viendo a Bakugo de reojo. Finalmente, noté que rompió el lápiz que tenía en su mano. Lo llamé un tanto nerviosa y un tanto asustada.

—¿Bakugo? —dije, mi voz temblorosa.

Bakugo me miró con una intensidad que me hizo estremecer antes de hablar.

—¿Cómo es que pudiste aguantar tanto? —preguntó, su voz cargada de una mezcla de furia y dolor.

Le miré confundida, sin entender a qué se refería. Apenas abrí la boca para preguntar, él me interrumpió.

—Ya sé todo lo que pasó el año pasado —dijo, sus palabras saliendo con una fuerza contenida—. Sé lo de Dabi, sobre las humillaciones y cómo te aislaron.

Mi mundo se vino abajo en ese momento. Sentí que todo había acabado, que Bakugo me abandonaría y me ignoraría como todos los demás. El pánico y la desesperación me invadieron, y mi mente se llenó de imágenes de todos los que me habían dado la espalda, mirándome con odio y desprecio.

Cuando Bakugo intentó tomarme la mano, la aparté de un manotazo, sorprendida y en shock.

—Lo siento... —murmuré, las lágrimas brotando de mis ojos—. Lo siento...

Sin esperar su respuesta, me levanté rápidamente, pero Bakugo me sujetó del brazo con firmeza, mirándome con una intensidad que me dejó paralizada.

—Escucha, no quiero que huyas —dijo, su voz suavizándose un poco—. No sabes lo difícil que fue para mí enterarme de todo esto, pero... quiero que sepas que voy a-

Mi mente estaba en caos, apenas podía procesar sus palabras. Intentó decir algo más, pero el miedo y la desesperación me hicieron soltarme de su agarre y salir corriendo de la biblioteca, las lágrimas nublando mi visión.

Corrí hasta que mis piernas no pudieron más, hasta que el aire quemaba en mis pulmones y mi corazón latía con una intensidad dolorosa. Me refugié en un rincón apartado del campus, tratando de recuperar el aliento y ordenar mis pensamientos. Las palabras de Bakugo seguían resonando en mi mente, su mirada llena de una mezcla de emociones que no podía descifrar.

De repente, una sombra se cernió sobre mí. Levanté la vista para ver a Toga, con una sonrisa siniestra en su rostro.

—Parece que tu pequeño secreto salió a la luz —dijo Toga, su voz goteando veneno—. Bakugo sabe todo y, ¿adivina qué? Ahora te odia por haberle ocultado todo eso.

Negué con la cabeza, intentando convencerme a mí misma de que no era cierto.

—No... eso no es verdad. Él... él dijo que me protegería...

Toga se rió, una risa cruel y burlona.

—¿De verdad crees eso? ¿Por qué crees que ni Bakugo ni Eijiro han venido a buscarte? Te han abandonado, como todos los demás.

Sus palabras me atravesaron como cuchillos, rompiendo mi corazón. Las lágrimas comenzaron a caer con más fuerza mientras sollozaba, sintiéndome más sola y desamparada que nunca. Toga, disfrutando de mi desesperación, me golpeó, arrancándome un gemido de dolor.

—Vamos, vamos, no llores —dijo con una sonrisa perversa—. Esto es solo el comienzo.

Me obligó a levantarme y me arrastró hasta la azotea de la escuela, empujándome dentro del pequeño almacén y cerrando la puerta detrás de mí. Golpeé la puerta, suplicando que me dejara salir.

—¡Por favor, Toga! ¡Déjame salir!

Desde afuera, escuché cómo empezaba a revisar mi bolso. El sonido de mi teléfono siendo sacado resonó en el pequeño espacio.

—¿Qué tal si le digo desde tu teléfono que lo odias y que no se acerque más? —dijo Toga con una voz cantarina.

Mi corazón se detuvo y me lancé contra la puerta, rogando desesperadamente.

—¡No, por favor, no lo hagas! ¡Lo siento, Toga! ¡Haré lo que quieras, pero por favor, no lo hagas! ¡Me alejaré de él, pero por favor, no hagas eso!

Toga se rió ante mi desesperación, su risa resonando en el pasillo vacío.

—Es demasiado tarde para eso —dijo con frialdad, y luego se detuvo, pensando por un momento—. Espera, se me ocurre algo mejor.

Escuché el sonido de las teclas del teléfono siendo pulsadas, y mi corazón latió con fuerza mientras la angustia me invadía. Toga le estaba escribiendo a mi madre. El terror se apoderó de mí, sabiendo que esto podría hacerle daño a mi familia también.

—Querida mamá —leyó Toga en voz alta, fingiendo mi voz—. No volveré a casa esta noche. Necesito tiempo para pensar. No te preocupes por mí. Estaré bien.

Las lágrimas caían de mis ojos como ríos, y me lancé contra la puerta nuevamente, desesperada.

—¡No, Toga, por favor! ¡No le hagas eso a mi madre! ¡Te lo ruego! ¡Déjala fuera de esto!

Pero Toga solo rió más fuerte, deleitándose con mi sufrimiento. Envió el mensaje, y el sonido del teléfono indicando el envío exitoso resonó como una sentencia de muerte en mis oídos.

—Ahora está todo arreglado —dijo con satisfacción—. Nadie vendrá a buscarte esta noche.

Me desplomé en el suelo del almacén, sollozando incontrolablemente. La desesperación y el terror me consumían. Me sentía completamente impotente, atrapada en un rincón oscuro sin esperanza de escape.

—Por favor... —susurré entre sollozos—. Por favor, que alguien me ayude...

Toga, disfrutando de mi miseria, dejó caer el teléfono al suelo con desdén y se alejó, dejando que sus pasos resonaran en el pasillo vacío mientras la puerta del almacén seguía cerrada, y yo me quedaba sola en la oscuridad, llena de un dolor indescriptible y una desesperanza abrumadora.

Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora