cap 20

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Desde el día del incidente en la biblioteca, no he podido dejar de pensar en ello. He pasado noches en vela, repasando cada detalle, y finalmente he llegado a la conclusión de que me gusta Bakugo. No fue difícil aceptarlo, especialmente porque a veces hablaba de ello con Eijiro antes de la reunión con sus amigos de la otra clase. Aunque durante esa reunión, Bakugo me hizo una pregunta que me dejó un poco pensativa. Me preguntó si había tenido problemas con alguien de la escuela, pero no pude responder porque Eijiro llegó en ese momento.

El día de la reunión fue un poco incómodo para mí, pero al mismo tiempo divertido. Al parecer, los chicos que estaban presentes sabían sobre el incidente con Toga que pasó el año pasado. No los culpo; sé perfectamente que nadie querría pasar tiempo con una persona que estuvo involucrada en algo así. Aun así, me esforcé por disfrutar del momento y me concentré en divertirme, aunque notaba los murmullos y miradas furtivas entre los chicos.

Al final, la pasé bien con los chicos, aunque en algunos momentos notaba que hablaban entre ellos en susurros. Decidí no prestarles atención y me centré en disfrutar. Sin embargo, cuando todo terminó y nos despedimos, recordé la pregunta que me había hecho Bakugo. ¿Y si ellos le habían dicho algo sobre el año pasado? No, eso es un tema que ya nadie habla... o al menos eso pensaba.

El domingo en tarde, estaba en mi cuarto cuando mi madre me llamó. Bajé las escaleras y la encontré sentada en la sala, con una expresión seria y un tanto dudosa. Me pidió que me sentara, y así lo hice, sintiendo un nudo en el estómago.

—¿Qué pasa, mamá? —le pregunté, algo inquieta, sintiendo el temor crecer en mi pecho.

Ella tomó mis manos con firmeza y me miró fijamente a los ojos, su rostro reflejando una preocupación que rara vez mostraba.

—Tu padre volverá antes de lo previsto —dijo, su voz temblando ligeramente.

La noticia me golpeó como una bofetada, dejándome aturdida. Sentí que el aire se escapaba de mis pulmones y el mundo a mi alrededor comenzaba a desmoronarse.

—¿Qué? ¿Cómo vamos a...? —comencé a decir, pero mi madre me interrumpió, su voz teñida de desesperación.

—No sé cómo vamos a esconderle por más tiempo que eres omega —dijo, su voz cargada de preocupación y miedo.

Asentí con la cabeza baja, sintiendo una oleada de pánico apoderarse de mí. Si mi padre volvía y se enteraba de esto, mi vida cambiaría drásticamente. No podría ver nunca más a los chicos. No podría ver más a Eijiro y sus amigos, que me habían agradado tanto. Pero, sobre todo, no podría ver más a Bakugo. El solo pensamiento de no poder estar cerca de él me rompía el corazón.

Me quedé inmóvil, el recuerdo de Bakugo pasando por mi mente: su risa áspera pero sincera, la manera en que sus ojos brillaban cuando se concentraba en algo, su inesperada ternura. Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas antes de que me diera cuenta. Sentí como si mi mundo se desmoronara a mi alrededor. La impotencia y el miedo me abrumaban. Me levanté de repente, incapaz de soportar más esa conversación.

—¡TN! —llamó mi madre, su voz llena de preocupación.

Pero no pude detenerme. Corrí hacia mi habitación, las lágrimas nublando mi visión. Sentía el peso de mi secreto como una losa sobre mis hombros. Cerré la puerta de mi cuarto de un portazo y me dejé caer en la cama, sollozando. Las palabras de mi madre resonaban en mi mente, aumentando mi desesperación.

Mientras me enterraba en mis almohadas, tratando de ahogar mis sollozos, pensé en Bakugo. Imaginé su rostro al saber que ya no podría estar cerca de él. Sentí una punzada en el corazón al recordar cómo me hacía sentir segura, cómo su presencia, aunque a veces intimidante, se había vuelto un consuelo inesperado. ¿Cómo podría enfrentar esta situación? ¿Cómo podría seguir adelante sabiendo que cualquier momento podría ser el último que pasara con las personas que me importaban, especialmente él?

La idea de volver a una vida de soledad, de ocultar quién era realmente, de no poder ver su sonrisa, de no poder discutir con él sobre cosas triviales, me hacía sentir como si un abismo se abriera bajo mis pies. Me quedé allí, llorando hasta que no me quedaron más lágrimas, sintiendo que el peso de mi secreto me aplastaba. El pensamiento de perder a Bakugo, de que mi vida volviera a ser como antes, o incluso peor, era simplemente insoportable.

El lunes por la mañana, todavía me sentía devastada por la conversación con mi madre. Mis pensamientos seguían revoloteando sin descanso mientras me dirigía a la escuela, cada paso más pesado que el anterior. Al llegar, Bakugo se me acercó y me dijo que teníamos que hablar. Asentí distraídamente y recogí mis cosas, sintiendo una mezcla de miedo y ansiedad en el estómago. Nos dirigimos a la biblioteca y nos sentamos en nuestra mesa habitual. Empezamos a trabajar en el proyecto, avanzando considerablemente, pero mi mente seguía atrapada en la tormenta de emociones del día anterior.

En medio de nuestra conversación, Bakugo me llamó suavemente, tratando de captar mi atención.

—TN, hay algo importante de lo que tenemos que hablar —dijo, intentando mantener su voz baja pero firme.

Levanté la vista, pero mi mente estaba lejos de allí, perdida en mis preocupaciones.

—Han pasado ya un mes —murmuré, sin realmente prestarle atención.

Bakugo me miró sorprendido. Toqué su hombro para captar su atención.

—¿A qué te refieres? —me preguntó, confundido.

Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora