Cuando finalmente llegué a casa, tomé una bocanada de aire aliviada, ya que aquellos aromas de antes ya no los sentía. Justo en ese momento, escuché la voz de mi madre llamándome. Al parecer, ya había llegado de su reunión. Caminé hacia donde estaba ella y noté que su rostro se veía feliz, algo que me sorprendió, ya que ella no sonreía mucho debido a los múltiples abusos y problemas que tenía con papá, así que me preocupé.
-Mamá, ¿cómo estás? -pregunté con un tono de voz lleno de preocupación.
-Oh, cariño, estoy increíble -respondió ella con una sonrisa que iluminaba su rostro-. Tu padre se fue de viaje de negocios por dos mes, así que podremos estar tranquilas y sin preocuparnos por las discusiones.
Su felicidad era palpable, y aunque yo también me sentía aliviada, no pude evitar sentir una punzada de tristeza al saber que nuestra tranquilidad dependía de la ausencia de papá. Decidí aprovechar el momento de calma y disfrutar del tiempo que tendríamos juntas.
Ella notó mi tristeza y tomó mi rostro entre sus manos, mirándome con ternura y comprensión.
-TN, cariño -dijo con voz suave-. Sé que todo esto ha sido difícil para ti, pero vamos a estar bien. Este mes será diferente. Podremos disfrutar de la paz y la tranquilidad que nos merecemos.
Sentí que sus palabras me reconfortaban, y la calidez de sus manos en mis mejillas me dio una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo.
-Gracias, mamá -respondí, tratando de sonreír-. Yo también espero que este mes sea mejor.
Nos abrazamos, sintiendo el alivio y la esperanza que ambos necesitábamos. Por ahora, era suficiente saber que podríamos disfrutar de un tiempo de calma juntas, sin la sombra de las discusiones y el miedo constante.
-¿Qué tal si hacemos la cena juntas como cuando eras pequeña? -sugirió con una sonrisa.
Asentí, y comenzamos a preparar la cena como en los viejos tiempos, cuando no había discusiones ni peleas. Nos reímos y conversamos mientras cocinábamos, recordando momentos felices de mi infancia. La cocina se llenó de risas y del delicioso aroma de nuestra comida casera.
Después de tanto disfrutar mientras cocinábamos, nos sentamos en la sala a ver una película. Nos acomodamos en el sofá con nuestras comidas, disfrutando de la tranquilidad y la comodidad de estar juntas. La película era una de nuestras favoritas, y pronto estábamos riendo y comentando las escenas, olvidando por un rato todos los problemas.
Esa noche, sentí que había recuperado una parte de la felicidad que había perdido. Mi madre y yo, juntas y en paz, era todo lo que necesitaba para empezar a creer que las cosas podían mejorar. La sensación de seguridad y amor llenó mi corazón, y por primera vez en mucho tiempo, me permití soñar con un futuro más brillante.
Mientras veíamos la película, mamá empezó a hacerme distintas preguntas sobre cómo había estado, si me sentía bien y cosas así. Me relajé y disfruté de la conversación hasta que surgieron algunas preguntas que no quería responder.
-¿Cómo te ha ido en la escuela? -preguntó, con una mirada inquisitiva.
-Me ha ido bien... solo he tenido unos problemas, pero nada complicado -respondí, forzando una sonrisa para tranquilizarla.
-Ok... -dijo, aunque noté una pizca de duda en su voz.
Seguimos viendo la película en silencio, disfrutando de la tranquila compañía. Aunque las preguntas de mamá me habían incomodado, su presencia y la sensación de normalidad eran reconfortantes. Eventualmente, el cansancio nos venció a ambas.
—Es tarde, cariño —dijo mamá con una sonrisa cansada—. Vamos a descansar.
Asentí, sintiendo el peso del día en mis hombros. Nos levantamos del sofá y nos dirigimos a nuestras habitaciones.
—Buenas noches, mamá —dije desde la puerta de mi habitación.
—Buenas noches, Tn —respondió, su voz suave y llena de cariño—. Descansa bien.
Cerré la puerta y me dejé caer en la cama, sintiendo una paz y alegría que no había sentido en mucho tiempo. La tranquilidad de la noche, combinada con el amor y apoyo de mi madre, me envolvieron, permitiéndome relajarme por completo.
Esa noche, dormí profundamente, sin las habituales preocupaciones y miedos que solían mantenerme despierta.
Al día siguiente, me levanté temprano y me arreglé para bajar a la cocina. Al llegar, encontré un plato de comida en la mesa con una nota al lado. Era de mi madre. Decía que había salido con unas amigas y que volvería después del mediodía. También me deseaba mucha suerte en la escuela. Sonreí al leer sus palabras y me sentí agradecida por su apoyo.
Me comí el desayuno que ella había preparado, disfrutando de cada bocado, y luego salí de casa en camino a la escuela. El día era claro y fresco, lo que me ayudó a despejar la mente mientras caminaba.
A mitad de camino, me encontré con dos de los chicos nuevos. Eran Bakugo y Eijiro. Iba a seguir de forma desapercibida entre ellos, pero Eijiro me reconoció al instante.
—¡Hola! ¿Cómo estás? —preguntó Eijiro, su voz llena de energía y amabilidad—. Eres la chica que se sienta al lado de Bakugo, ¿verdad? Mucho gusto.
—Eh... Hola, bien, gracias —respondí, intentando no sonar demasiado nerviosa. Siempre me costaba hablar con personas nuevas, pero la energía positiva de Eijiro hacía que fuera un poco más fácil—. Sí, soy yo.
Bakugo, sin embargo, parecía inmune a esta atmósfera amigable. Me lanzó una mirada rápida y luego volvió su atención a Eijiro.
—Vamos, pelos de mierda, no tenemos todo el día —gruñó Bakugo, con esa voz áspera que parecía siempre a punto de estallar.
Eijiro se rió, despreocupado. —Sí, sí, ya vamos. Oye, deberíamos hablar alguna vez y conocernos. Sería divertido.
Sorprendida por la invitación, solo pude asentir tímidamente. —Tal vez... eso sería bueno.
Mientras caminábamos hacia la escuela, Eijiro continuó con su conversación animada.
—Entonces, ¿te gusta sentarte al lado de Bakugo? Puede ser un poco intimidante al principio, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa comprensiva.
—Sí, es un poco... diferente —admití—, pero me estoy acostumbrando.
—No dejes que te asuste. Bakugo tiene su manera de ser, pero una vez que lo conoces, es un buen tipo —dijo Eijiro con convicción, dándole una palmada en la espalda a su amigo.
Bakugo bufó, pero no hizo ningún comentario. Me sorprendió que no se quejara más. En cambio, solo se limitó a caminar a nuestro lado, con esa expresión concentrada que siempre llevaba.
A medida que nos acercábamos a la escuela, me encontré disfrutando de la compañía de Eijiro. Su energía y positividad eran contagiosas, y comenzaba a sentirme más cómoda. Cada vez que miraba a Bakugo, notaba que él también me observaba de reojo.
Cuando finalmente llegamos a la entrada de la escuela, sentí nuevamente aquel delicioso aroma del día anterior. Era una mezcla única que me recordaba a algo familiar y reconfortante. Miré a Bakugo, sorprendida de que fuera él quien emanara ese aroma.
Entramos al aula juntos y nos dirigimos a nuestros asientos. Bakugo se sentó a mi lado como de costumbre. Antes de que pudiera pensar en algo que decir, él habló primero.
—Oye, acaso tú, ¿eres omega?
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Gracias por acompañarnos en este capítulo. Nos vemos en el próximo capitulo. ¡Hasta pronto!
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Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)
FanfictionTener que pasar por discusiones y peleas familiares a diario, soportar las frecuentes humillaciones en la escuela y no tener en quién apoyarse la tenían cansada. Aun así, trataba de seguir adelante con la esperanza de que todo mejorara. ¿Será que el...