cap 15

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Bakugo y yo nos apresuramos a ponernos de pie, ambos sonrojados e intentando disimular lo que acababa de pasar.

—Bien, vamos bien —respondió Bakugo, tratando de sonar normal mientras recogía los libros esparcidos.

Eijiro finalmente se dio cuenta de la incomodidad en el aire y levantó una ceja.

—¿Interrumpo algo? —preguntó, una sonrisa juguetona apareciendo en su rostro.

—No, nada de eso —respondí rápidamente, sintiendo que mis mejillas ardían.

Eijiro se echó a reír y nos ayudó a recoger lo que quedaba.

Después de recoger todo, terminamos nuestros trabajos y salimos de la escuela. Caminábamos juntos hacia la salida cuando Eijiro, con su habitual entusiasmo, rompió el silencio.

—Entonces, ¿qué estaban haciendo en la biblioteca cuando llegué? —preguntó, su tono lleno de curiosidad.

Su pregunta me hizo sonrojar al instante. Mi mente se llenó de pensamientos sobre lo que podría haber pasado en ese momento. Recordé lo cerca que estuvimos, cómo podía sentir el fuerte aroma de sus feromonas y cómo sus ojos rojos y cabello rubio cenizo parecían mirarme con intensidad.

—Eh... estábamos trabajando en el proyecto, claro —respondí, tratando de sonar natural pero fallando miserablemente.

Eijiro no pareció convencido y siguió hablando del tema, haciendo comentarios que solo lograban que me sonrojara aún más.

—¿Seguro? Porque cuando entré, parecía que estaban bastante... cerca —dijo, sonriendo maliciosamente.

Sentí que mi rostro ardía y estaba a punto de responder cuando Bakugo intervino, claramente molesto.

—¡Basta ya, Eijiro! —gritó Bakugo, mirándolo con furia—. Solo estábamos trabajando en el proyecto. Deja de hacer preguntas estúpidas.

Eijiro levantó las manos en señal de rendición, riendo.

—Está bien, está bien. Solo estaba bromeando —dijo, aunque su sonrisa no desapareció.

Bakugo resopló, aún molesto, pero no dijo nada más. Caminamos en silencio por un momento, y aproveché para calmarme. Aunque la situación había sido incómoda, no pude evitar sentir una cierta gratitud hacia Bakugo por intervenir. Había algo reconfortante en su presencia, incluso cuando estaba enojado.

Finalmente, llegamos al cruce donde cada uno tomaría un camino diferente hacia su casa.

—Nos vemos mañana —dije, sonriendo a ambos.

—Sí, nos vemos —respondió Eijiro, todavía sonriendo.

Bakugo asintió, su expresión un poco más suave.

—Hasta mañana —dijo, su tono más tranquilo.

Cuando llegué a casa, la oscuridad me envolvió, algo que me sorprendió un poco. Supuse que mamá se había ido a dormir temprano. Entré en silencio y fui a su habitación para comprobar si estaba allí. La encontré durmiendo, claramente agotada por un día largo.

Me quedé un momento observándola, agradecida por todo lo que hacía por mí. Luego, me dirigí a mi habitación. Dejé mis cosas, me cambié y me preparé para dormir. El día había estado lleno de emociones, y sentía la necesidad de descansar y procesar todo lo que había pasado.

Me acosté en la cama, recordando los eventos del día. Pensé en Bakugo y en cómo había intervenido cuando Eijiro nos estaba molestando. Recordé nuestra conversación en la biblioteca, su voz firme y cálida, y el sorprendente aroma a chocolate de sus feromonas. Suspiré, sintiendo una mezcla de confusión y emoción.

Las imágenes de la biblioteca regresaron a mi mente. La sensación de sus brazos alrededor de mí cuando caí sobre él, la cercanía de nuestros rostros, y la manera en que podía ver cada detalle de sus labios, tan cerca de los míos. Sentí un calor en mis mejillas al recordar cómo mis ojos se habían encontrado con los suyos, esos intensos ojos rojos.

Me di la vuelta en la cama, abrazando la almohada, tratando de calmar los latidos de mi corazón. La cercanía de nuestros cuerpos cuando caímos juntos, la calidez de su piel contra la mía, y la intensidad de su mirada me hacían sentir una mezcla de nerviosismo y anhelo. ¿Estaba comenzando a sentir algo más por Bakugo?

—Es una tontería —susurré, tratando de convencerme a mí misma—. Bakugo nunca llegaría a gustar de mí, ni yo de él.

Pero, a pesar de mis palabras, no podía evitar sentir que había algo más entre nosotros, algo que no podía ignorar. La forma en que me protegía, cómo se preocupaba por mí, y la manera en que había usado sus feromonas para calmarme... Todo eso me hacía cuestionar mis propios sentimientos.

Suspiré, apretando la almohada con fuerza, tratando de alejar esos pensamientos. No podía permitirme sentir algo por Bakugo, no cuando nuestras vidas eran tan complicadas. Pero, a pesar de mis esfuerzos, su imagen seguía rondando en mi mente, su sonrisa, su aroma a chocolate, y la calidez de su toque.

Finalmente, cerré los ojos, dejándome llevar por el sueño, pero con una sonrisa tímida en los labios. No podía negar que la idea de estar cerca de Bakugo me emocionaba y me asustaba a partes iguales. La expectativa de verlo al día siguiente me llenaba de una mezcla de nerviosismo y emoción, mientras trataba de entender los sentimientos nuevos y confusos que empezaban a florecer en mi corazón.

Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora