Dejé el teléfono a un lado y me acurruqué en la cama, sintiéndome más tranquila y segura.
Unos días después, Eijiro se acercó a nosotros con una propuesta emocionante.
—Oigan, chicos, ¿qué les parece si este fin de semana vamos a una reunión con algunos amigos de otra clase? —sugirió con entusiasmo.
—Ni hablar —respondió Bakugo automáticamente, cruzando los brazos con una expresión de fastidio.
Yo, por otro lado, pensé que sería una buena oportunidad para socializar.
—¡Claro, suena divertido! —dije, mirando a Bakugo con una sonrisa—. Vamos, Bakugo, podría ser divertido. Eijiro y yo iremos, ¿verdad, Eijiro?
—¡Sí, seguro! —respondió Eijiro, apoyándome con entusiasmo—. Vamos, Bakugo, no seas aguafiestas.
Bakugo frunció el ceño, claramente irritado por nuestra insistencia.
—Ya dije que no —replicó, elevando la voz.
—Vamos, Bakugo, podríamos usar un poco de diversión después de tanto estudio —dije, intentando convencerlo.
Eijiro se unió a mis esfuerzos, y juntos seguimos insistiendo hasta que finalmente Bakugo explotó.
—¡Está bien! ¡Iré, maldición! —gritó, con los ojos entrecerrados y las mejillas enrojecidas de frustración—. Pero no me pidan que lo disfrute.
Suspiró, rindiéndose a regañadientes, mientras Eijiro y yo intercambiamos una mirada triunfante. El resto del día transcurrió con normalidad, aunque noté que Toga no apareció en ninguna clase, lo cual me preocupó. Recordé sus palabras y no pude evitar sentir una inquietud creciente.
Esa tarde, en la biblioteca, Bakugo y yo estábamos investigando para nuestro proyecto. Sin embargo, mi mente estaba tan centrada en Toga que no me di cuenta de que Bakugo me llamaba.
—¡Hey! —dijo Bakugo, frunciendo el ceño—. ¿Por qué no me contestas?
Me sobresalté y traté de excusarme rápidamente.
—Lo siento, estaba pensando en otras cosas —dije, tratando de sonar convincente.
—¿En qué cosas? —preguntó, claramente confundido.
Estuve a punto de mencionar a Toga, pero recordé su advertencia y decidí no hacerlo.
—Estoy cansada, eso es todo —respondí.
Bakugo asintió antes de volver a centrarse en sus notas.
—Entonces descansa un poco. Yo seguiré con esto —dijo sin mirarme.
—No quiero dejarte todo el trabajo a ti —insistí, pero Bakugo no aceptó.
—Descansa, te lo digo en serio. Necesitas recuperar energías —dijo con firmeza.
Suspiré y apoyé mi cabeza en la mesa, sintiendo el cansancio acumulado del día. Antes de cerrar los ojos, le dije:
—Si necesitas ayuda, despiértame.
—Sí, claro, claro —respondió Bakugo con su habitual tono sarcástico.
Mientras Bakugo seguía haciendo el trabajo con la chica dormida, notó que esta estaba temblando y liberando feromonas de manera inconsciente. Este estaba a punto de despertarla hasta que vio que pequeñas lágrimas resbalaban por su mejilla. Se detuvo, sorprendido y un poco desconcertado.
—¿Qué le habrá pasado para estar así...? —se preguntó en voz baja, sintiendo una punzada de preocupación.
Bakugo no sabía muy bien qué hacer, pero decidió usar sus feromonas para calmar a la chica. Poco a poco, notó cómo su respiración se volvía más tranquila y las lágrimas dejaban de caer. Satisfecho de haber podido ayudar, se levantó y puso su chaqueta sobre los hombros de la chica, asegurándose de que estuviera cómoda y abrigada.
Antes de volver a concentrarse en su trabajo, miró a la chica dormida una vez más.
—¿Por qué cuando estas cerca me siento tan tranquilo y cómodo? —murmuró para sí mismo, sus pensamientos fluyendo libremente mientras me observaba dormir—. ¿Cómo es que tus feromonas son tan agradables y no me hacen sentir asfixiado como las de otros omegas?
Recordó las veces que había interactuado con otros omegas y cómo sus feromonas le resultaban casi insoportables, intensas y abrumadoras. Pero con ella, era diferente. Había una suavidad, una calma que nunca había experimentado antes. Era como si sus feromonas estuvieran hechas específicamente para él, encajando de una manera perfecta y armoniosa.
—¿Será porque me preocupo por alguien como tú? —se preguntó, sintiendo cómo su corazón latía un poco más rápido al contemplar esa posibilidad— ¡maldición! porque pienso en esto ahora.
Sacudió la cabeza de nuevo y se obligó a centrarse en el proyecto.
Pasaron unas horas antes de que despertara, todavía soñolienta y envuelta en un aroma cálido y agradable, similar al chocolate. Me di cuenta de que eran las feromonas de Bakugo, que parecían envolverme protectora y reconfortantemente.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Bakugo, notando que ya estaba despierta.
Asentí, aún un poco desorientada.
—Sí, gracias. ¿Qué hora es? —pregunté, frotándome los ojos.
—Falta poco para el anochecer —respondió Bakugo, mirando por la ventana.
Me sorprendió cuánto tiempo había pasado.
—¿De verdad? No puedo creer que haya dormido tanto tiempo —dije, sintiéndome un poco avergonzada.
—¿Estás bien? —preguntó Bakugo, mirándome con preocupación.
—Sí, estoy bien. ¿Por qué preguntas? —dije, tratando de sonar tranquila.
Bakugo dudó por un momento antes de responder.
—Por nada, solo... —dijo, recordando cómo había llorado mientras dormía, pero decidió no mencionarlo—. Solo quería asegurarme.
Asentí, agradecida por su consideración. Empezamos a recoger nuestras cosas, y mientras lo hacíamos, traté de alcanzar un libro en una estantería alta. Al estirarme, perdí el equilibrio y tropecé, cayendo directamente sobre Bakugo.
Ambos caímos al suelo con un golpe sordo. Me encontré prácticamente encima de él, nuestros rostros peligrosamente cerca. Sentí mi corazón acelerarse mientras nuestros ojos se encontraban.
—Perdón, no era mi intención —dije, sonrojándome al darme cuenta de nuestra proximidad.
Bakugo también se sonrojó y apartó la mirada, claramente incómodo.
—Está bien, pero... ¿puedes levantarte? —pidió, tratando de mantener la compostura.
Asentí rápidamente y traté de levantarme, pero antes de que pudiera hacerlo, la puerta de la biblioteca se abrió de golpe y Eijiro apareció.
—¡Hey! ¿Cómo va el trabajo? —preguntó con su habitual entusiasmo, sin notar inmediatamente nuestra situación.
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Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)
FanfictionTener que pasar por discusiones y peleas familiares a diario, soportar las frecuentes humillaciones en la escuela y no tener en quién apoyarse la tenían cansada. Aun así, trataba de seguir adelante con la esperanza de que todo mejorara. ¿Será que el...