Cadenas y política

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La oscuridad era algo a lo que estaba acostumbrado, después de pasar casi dos décadas atado a las sombras, sus ojos se habían acostumbrado a no ver mucho, a excepción de lo mas importante, su futuro... y su pasado.

Todos los días su interior ardía en furia, en deseos de venganza contra una nación que lo trató como un sabueso solo para después encadenarlo y abandonarlo bajo tierra como un vergonzoso error. No había día que no repasara su vida entera, cada respiro y cada parpadeo los tenia contados.

Todos los dias recordaba como sus propios padres lo entregaron a los cazadores de magos, el cómo su habilidad había provocado que lo tuvieran de una correa para buscar a más de los suyos, condenandolos a la oscuridad solo para seguir con el próximo.

El día que intentó actuar por sí mismo, por ayudar a alguien que de verdad merecía su ayuda, todo salió mal, su propio poder lo hizo acabar con la vida de aquella pobre niña y de sus maestros cazadores, ese día... fue el día que murió aquel joven.

Aquel que tenía esperanza en un futuro mejor, aquel que soñaba con la felicidad y la libertad, aquel que confiaba en que tal vez, Demacia podría cambiar.

Desde entonces solo queda él, un residuo putrido de las cosas buenas que alguna vez fue, todos los días, pensando, analizando, y esperando.

Esperando el momento en el que saldría de ese agujero, escaparía de sus cadenas, y tendría que demostrarle a sus hermanos y hermanas magos que los cambios tienen que ser hechos por la fuerza, derribaria su nación orgullosa, expondría la suciedad detrás de la corona, y finalmente conseguiria la libertad para todos aquellos que la merecen, junto con el castigo apropiado para sus sucios opresores.

Todos estos años palenando y soñando, sin realmente tener una idea de cómo hacer las cosas.

*tack*

*tack*

*tack*

Tantos años, para que inesperadamente tuviera la oportunidad más brillante de todas, y no estaba dispuesto a desaprovecharla.

"Hola? Estas despierto?"

Movió sus cadenas, arrastrándose a la única fuente de luz en aquel lugar, siendo el fuego de una antorcha a través de las rejas que lo aprisionaban, un fuego portado por una ingenua chica de cabello dorado, tan brillante como su interior.

Sylas: Hola lucecita...

Luxanna Cronward, quien diría que una chica curiosa sería su mayor esperanza de escape, más aún siendo del apellido que lo había puesto en esa jaula, pero, honestamente le agradaba, era alguien de buen corazón y de mejores intenciones, por desgracia, era noble, había sido criada para obedecer, para someterse, y no podía simplemente susurrarle sus ideales al oído para que lo ayude a destruir su hogar, en cambio, encontró una forma en la que le pudo ser útil, al mismo tiempo que la ayudaba.

Lux: H-Hola, traje más libros de los que me pediste! Estoy segura de que estos te van a servir.

Sylas sonrió, hacia unas semanas Lux había empezado a traerle algunos libros de su biblioteca familiar, con la condición de que le enseñaría a usar su magia, la noble señorita no encontró maldad en su idea, así que accedió a darle a Sylas algo de conocimiento de como era todo afuera, una decisión de la que llegaría a arrepentirse algún día.

Sylas estaba contento, con cada libro que leía aprendía, la situación política actual de Demacia, información de su territorio y fronteras, conflictos, organizaciones, todo, incluso algo de información sobre las familias más importantes de la nación, después de todo era la biblioteca personal de la guardia de la corona, solo ellos tenían esa información, y ahora, él también.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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