Recuerdos nevados

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*Regresa epicamente*

*Sube un capítulo sin avisar*

*Te nalguea*

*C va otros dos meses*

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Las personas, dependiendo de sus personalidades o actitudes, suelen tener ciertas preferencias sobre diversas cosas.

Por ejemplo de comida, de vestimenta, y también, de clima.

Hay quienes prefieren un ambiente cálido, que el Sol los golpee en todo su esplendor con ellos relajándose en alguna playa mientras toman algo refrescante.

Otros prefieren el frío, la sensación de ropa abrigada y bebidas calientes al lado de la chimenea es realmente tentadora.

Pero Damian realmente dudaba que alguien en su sano juicio decidiera por voluntad propia estar aquí...

---El Freljord - 1 año atrás---

El frío era desalentador incluso para los más experimentados, las tierras heladas de Runaterra eran un lugar en el que pocos podrían sobrevivir si no habían nacido y crecido en la nieve.

Se dice que solo los hijos del hielo son capaces de enfrentarse al Freljord y salir victoriosos, un reto imposible para alguien de afuera... bueno, al hombre de cabello blanco siempre le había gustado superar las espectativas.

La vista de un hombre se podía apreciar en la entrada de una cueva, su cuerpo bien formado estaba siendo cubierto por telas y pelajes gruesos, solo dejando sus brazos y abdomen expuestos a la sensación del aire helado.

Su cabello tan blanco como la nieve que lo rodeaba estaba más largo que en su tiempo en Noxus, atado en una gran cola de caballo mecida por el viento con dos mechones rebeldes que caían a los costados de su rostro adornado con una barba creciente y una mirada tranquila.

Llevaba sobre él algunos sacos de cuero donde tenía algunas cosas de utilidad junto con una funda que resguardaba un gran cuchillo de caza, pero lo que más resaltaba en su equipamiento era un hacha que colgaba de su espalda.

Con un mango de madera ondulado tallado delicadamente, el arma tenía un brillo resplandeciente que parecía darle poder a algunas runas Freljordianas que estaban grabadas en el acero.

Reflejando una cantidad considerable de sentimientos desordenados, aquellos ojos tan oscuros como los abismos más profundos del planeta se encontraban mirando fijamente la estrella llameante en lo alto del cielo que tanto añoraba.

El Sol brindaba su luz a través de las nubes del páramo nevado que cubría todo el territorio, pero incluso con ese gran bloqueo que nublaba la blanca nieve, el peliblanco podía sentir sus rayos penetrando en su piel, revitalizandolo, alimentando, llenándolo de amor.

Nunca entendió porque le encantaba ver a la Luna y al Sol, era como si tuviera alguna clase de obsesión con ambos cuerpos celestes, y si era sincero, cada vez más creía que estaba volviendose un poco loco.

Todas las noches se quedaría varios minutos, incluso horas viendo la Luna, durante el día le gustaba ver de vez en cuando en dirección al Sol, buscando esa sensación tan extraña pero especial que siempre le provocaban.

Sonaba raro es cierto, pero... No le importaba, se sentía a gusto con eso, no iba a dejar de hacerlo.

Y ahí estaba él, con su mente cada vez más en un estado de meditación y relajación, sintiendo como todo a su alrededor desaparecía, sin desviar sus ojos en ningún momento del Sol.

El Eclipse [A League Of Legends History]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora