12.

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Llevo el día entero con Juniper en la enfermería, observando cómo prepara hierbas y pociones, riega plantas y huele flores, y me habla de Divinity, de todas las personas que viven aquí, de cosas que no me podrían importar menos porque no es lo que vine.

No consigo hacerme la idea de que encontré a los creadores del caos. No, ellos me encontraron a mí. Lo hicieron tan rápido que fue casi como si hubiera estado predestinado a ocurrir; y quizás lo estuvo. Quizás en la historia estaba escrito que sería yo la persona que salvaría a Isla Aurora de los rebeldes. 

He intentado un montón de veces y con mucho fracaso escuchar la conversación que están teniendo los líderes de Divinity en la sala de reuniones, que, según mis cálculos, está en algún sótano de este lugar. Sin embargo, he obtenido la misma respuesta una y otra vez. 

Aún así, lo intento una vez más. Agudizo el oído. Y entonces...

— De nuevo— la voz de Nain suena en la habitación. Es tan rápido que apenas puedo conseguir escuchar nada de lo que están diciendo. 

— ¡Venga, Eleanor!— se queja Penny, esta vez con frustración. Es como la quinta vez que intento escuchar su reunión hiper secreta y privada. Ruedo los ojos y dejo de escuchar, aunque casi puedo percibir la pequeña risita de Jace cuando lo hago.

Al parecer, todo es culpa del poder de Nain. Me siento en una de las camillas y observo la manera en la que Juniper muele pétalos de una flor celeste y tararea una canción melodiosa. 

— ¿Cómo funciona el poder de Nain?— le  pregunto. Ella no se gira a observarme ni deja de hacer lo que está haciendo, pero esboza una pequeña sonrisa cuando comienza a hablar. 

— Puede percibir el poder de otros.

— Eso lo sé, pero, ¿cómo funciona exactamente? ¿No está su mente sobrecargada de los poderes de todo el mundo aquí?

— No exactamente. Cuando el poder se utiliza para una acción que podría afectarle directamente, lo siente. Pero no es como si percibiera que alguien le quiere hacer daño, no. Es distinto; como la sensación que tienes cuando alguien te está observando fijamente. Simplemente sabes que está allí— me explica. Yo asiento. 

— Entiendo.

— Imagino que estás intentando escuchar lo que dicen en esa reunión. 

Mis mejillas toman un color rojizo, a pesar de que Juniper no se molesta en averiguarlo. Sigue igual de tranquila y calmada que hace unos instantes atrás. Mi falta de respeto hacia la intimidad del resto no parece hacer estragos en su interior. 

— Lo lamento.— digo de todas maneras. Ella se encoge de hombros, pero no dice nada. Y entonces, recuerdo lo que me dijo Penny hace un rato. Como toda esta isla es posible solamente gracias al poder de Juniper.

Me aclaro la garganta y me acerco a ella, con la esperanza de que ayudarla a moler los pétalos de rosas hagan que ella quiera contarme un poco más sobre lo que ocurre en ese lugar. Cojo un machacador y me pongo manos a la obra. La mujer se hace a un lado y me da espacio a que la acompañe.

— Penny me contó lo de tu poder— comento. La expresión en su rostro se suaviza, como si se volviera unos tonos más amable. 

— Me imagino que lo hizo.

— ¿Qué quiso decir ella?— pregunto, haciendo referencia a Penny.— ¿Es cierto? Que esta aldea sólo es posible gracias a ti, quiero decir. 

Juniper coge otra flor y la deja caer adentro de la piedra.

— Tejedores de realidades, nos llaman. Ya sólo quedamos unos pocos.

LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora