— Ven. Anda. Deja que vea eso— Nain coge mi rostro con suavidad, sus dedos sujetan mi mentón mientras examina la herida que me ha dejado Fiora. Detrás de él, Fiora resopla con fastidio, sus brazos cruzados por encima de su pecho y sus ojos encontrándose con el cielo en más de una ocasión.
— ¡Que no le ha pasado nada!— masculla.— ¿Pueden dejar de exagerar tanto? Por todos los cielos...
— Si que está feo— él ignora a la líder de educación para dirigirse a mí. Su rostro está tan cerca del mío que puedo sentir su aliento mentolado acariciar mi piel cuando habla. Incluso, cuando coge una bocanada de aire, puedo sentir la manera en la que nuestros pechos se junta por una milésima de segundo.— ¿Le pusiste luminaria celeste?
— Estoy bien— le aseguro, apartándome de él para dar unos cuantos pasos hacia atrás. Fiora ha vuelto a sorprenderme al llegar al entrenamiento con Nain. Ahora no solamente mi labio está roto, sino que mis mejillas están heridas y mi cuello tiene uno que otro rasguño.
Ahora, gracias a eso, Nain ni siquiera quiere comenzar el entrenamiento.
— Creo que deberías ir a la enfermería— concluye, cruzándose de brazos.
— Si sigo yendo a la enfermería, voy a terminar por desabastecer esta aldea de medicamentos.
— Eso es verdad— apunta Fiora detrás de nosotros.
— No puedo entrenar contigo así, Eleanor. Creo que es necesario que vayas a...
— Como me mandes a descansar, te juro que voy a ir a hundir mi cabeza en agua y ahogarme yo misma— hay un poco de amenaza en mi voz, aunque ambos bien sabemos que estoy fanfarreando.
— ¡Bah! ¡Deja que se vaya el aburrido este! ¡Yo entrenaré contigo!
— ¡No!— Nain suena un poco más tajante de lo usual.— Es mí entrenada. No te corresponde a ti entrenarla fuera de horas. Y además, ¿en qué estaban pensando? ¿Ir por la vida golpéandose?
— La estoy preparando para el futuro.
— La estás matando, Fiora.
— ¡Vale, está bien! Háganme quedar como la villana. No me importa.
Yo suelto una pequeña risita cuando Fiora se aleja a pasos apresurados, molesta por no haber logrado conseguir lo que deseaba. Una vez que se encuentra lo suficientemente lejos como para que pueda escucharnos, Nain se da la vuelta a observarme. Su ceño está ligeramente fruncido.
— ¿Es esto por lo que sucedió en...?
— No quiero volver a hablar de eso— suspiro, dejando caer mi cuerpo en la piedra de la terraza. Creo que, por primera vez, no le rebatiré a Nain lo del descanso. Mi cuerpo está comenzando a sentir el peso de los golpes de Fiora.— Ya hablé de eso con alguien, si es lo que te preocupa.
— Me preocupa que, de todas las personas a las que decidiste contarle, elegiste a Fiora.
— Me está ayudando— la defiendo, intentando no sentirme ofendida por su implícita opinión sobre la decisión que tomé. Nain pasa la mano por su cabello para peinarlo hacia atrás.
— Hagamos algo— suspira, poniéndose de pie para extender la mano en mi dirección y ayudarme a ponerme de pie.— Ve a descansar. Acompaña a Juniper. Haz lo que sea que tengas que hacer, y mañana ya volvemos a entrenar.
No digo nada. Solamente asiento y me doy la media vuelta para volver a la casa principal, después de haber apenas salido de ella. Apresuro el paso. Probablemente Nain tenga razón en lo que está diciendo. Probablemente lo mejor será que descanse.
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LOS CREADORES DEL CAOS
FantasyEmery ama los secretos. Ama espiar a hurtadillas a su padre, adora escuchar las conversaciones que su hermano tiene con Katya, y sueña despierta con aquel lugar en el bosque de Aurora que nadie parece conocer. Emery ama los secretos. De hecho, los a...