La pelea no termina hasta que el otro no se pueda levantar. Eso es lo que ha dicho Nain cuando nos ha enviado al cuadrilátero.
Penny, Fiora, Nain, Selene, Martin y Viktor están rodeando la delimitación de tierra en la que estoy girando en círculos mientras una chica que me dobla el peso hace lo mismo, observándome con ojos envueltos en una llama que a estas alturas reconozco a la perfección; sed de sangre.
Damos otra vuelta al perímetro, nos observamos, esperamos a que alguna dé el primer golpe, pero parece nunca llegar.
Es una chica grande intimidante, y de pronto siento que mi corazón late con fuerza. Siempre he sido una persona curiosa, y la incertidumbre de no saber cómo terminará esto puede acabar por matarme. Cada fibra de mi ser se pone en alerta. Nain me dijo que no debía mostrar debilidad, así que intento mantener la frente en alto, y sobre todo, me recuerdo que esta mujer bien podría asesinarme si le apeteciera.
— Mantén la calma. Concéntrate— escucho la voz de Nain a un lado, lo suficientemente fuerte para oírlo en medio del ajetreo que se ha armado en el resto de los cuadriláteros ahora que el líder de entrenamiento parece estar demasiado concentrado en esta pelea.
Sin embargo, la voz de Nain hace que me desconcentre por algún motivo. Desvío apenas la mirada en su dirección, segundos suficientes para que la chica que está en frente de mí haga un movimiento en falso hacia la derecha que esquivo de manera rápida.
Mi pulso se acelera por el susto y la sensación rápida de derrota. Puedo notar la pequeña sonrisita de suficiencia de mi oponente. Me ha pillado desprevenida, casi me ha dado, y parece estar lo suficientemente satisfecha por ello. Mierda, me está intentando intimidar, y creo que lo está logrando.
— ¡No caigas en estupideces!— chilla Fiora, mi oído concentrado de pronto en su voz. La muchacha sonríe una vez más, y esta vez no soy lo suficientemente rápida para esquivar el puño que vuela hasta mi mejilla como un rayo, el grito gutural que se escapa de su garganta es tan aterrador que siento ganas de escapar, pero no lo hago.
El ataque, sin embargo, hace que mi cuerpo caiga al suelo casi de inmediato. Ruedo un poco sobre mi propio peso para esquivar el golpe que se viene. Sé que está aprovechando ahora que estoy herida para atacar con incluso más fuerza.
— ¿Crees que pueda lograrlo?— esa es la voz de Viktor.
— La he entrenado bien— apunta Fiora.
— ¿Tú la has entrenado? Yo soy el que se ha empeñado en que no muera— masculla Nain.
Mierda, escucho sus voces a pesar de que sean susurros. Necesito bloquear mi poder, y sin embargo, cuando me concentro por no escuchar nada de lo que están diciendo, una patada se me clava en el estómago, impidiendo que me ponga de pie, impidiendo que respire siquiera.
Intento coger un poco de aire, pero es como si se hubieran llevado todo el aire disponible que quedaba en este rincón del universo. Apenas tengo tiempo de reaccionar cuando la chica se agacha en el suelo y coge mi rostro con fuerza entre sus dedos, apretando mis mejillas con una fuerza tan brutal que siento que se me va a caer un diente.
Logro abrir los ojos para observarla. La satisfacción que se filtra en sus facciones es espeluznante.
— ¿Por qué te viniste a meter aquí?— escupe, la saliva golpeando mi rostro.— Vas a desear no haber entrado a Divinity jamás.
— ¿Estás seguro de que esto fue buena idea?— la tranquilidad en la voz de Penny me perturba y me calma a partes iguales.
— No fue mi idea— sentencia Nain, ahora ya sin habla. Pareciera que puedo escuchar los latidos de su corazón incluso desde aquí.
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LOS CREADORES DEL CAOS
FantasyEmery ama los secretos. Ama espiar a hurtadillas a su padre, adora escuchar las conversaciones que su hermano tiene con Katya, y sueña despierta con aquel lugar en el bosque de Aurora que nadie parece conocer. Emery ama los secretos. De hecho, los a...