¿Padre?
Padre.
Veo entonces la familiaridad en el rostro de ese sujeto; esos ojos ardientes en un fuego cruel y siniestro, esa sonrisa torcida cargada de burla, ese cuerpo fornido, a pesar de que se nota a kilómetros que aquel hombre es más grande, más experimentado.
El vello se me eriza de pronto. Entonces, ¿es eso? ¿La maldad corre en la sangre de las venas de la familia de Vincent? ¿Ser un sádico está en su naturaleza? ¿Es también él un animal salvaje y despiadado como dice ser Jace?
Las dudas se arremolinan de manera rápida en mi mente, una tras otra, sin ser capaz de detenerse, pero logro apartarlas de inmediato y centrarme en lo que tengo al frente.
Vincent le hace una seña a Jace para que se aparte de mí, y luego le hace una seña al resto de mis acompañantes para que se muevan. Todos hacen caso de inmediato, sin rechistar, sin hablar, sin hacer ruido alguno. Las palabras de Vincent, sus gestos todo lo que hace parecen ser órdenes. Siento cómo sus cuerpos retroceden hasta quedar un metro detrás, de pie en fila como si estuvieran custodiándome.
El hombre deja reposar sus manos detrás de su espalda. Los guardias reales me dan un vistazo desde donde están amarrados; o no saben quién soy, o están muy débiles para notarlo. O decirlo. De todas maneras, están lejos de parecer una amenaza.
Sin embargo, sí que siento cómo el vello se me eriza cuando Vincent comienza a caminar alrededor de mí en círculos, de manera lenta, estudiándome como si fuera un fenómeno. Y sé que se detiene justo en mi espalda, sus ojos bajando hasta mis cicatrices. Mis músculos se tensan de pronto, cada parte de mi cuerpo se contrae.
Lo miro por encima del hombro, manteniendo la cabeza en alto, como Jace nos pidió, pero muerta del miedo de todas maneras.
— Interesante— cada palabra que sale de su boca parece ser una burla.— Muy interesante.
Su mano se alza en el aire con delicadeza, su dedo apuntando suavemente hacia mi piel descubierta. Está a punto de tocarme, y no puedo evitar cerrar los ojos por un segundo, encogerme un poco a la espera del contacto de su piel. Me siento tan...vulnerable. Como si fuera un regalo. Como si fuera una ofrenda que se le hará a ese hombre que todo el mundo sabe de sobra lo cruel que es.
Joder, ni siquiera puedo mirar a los guardias.
Una gota de sudor cae por mi frente. Todo parece suceder en cámara lenta; el hombre apuntándome, su mano acercándose a mis cicatrices, Jace desenvainando su espada.
—No. La. Toques.— su voz se escucha fuerte y clara en la estancia, sus ojos son una amenaza, cargados de ira, su espada apuntando a su padre.— No te atrevas a tocarla, Vincent. Ni un jodido pelo.
Trago saliva. Todos han comenzado a respirar aún más agitados aún, e incluso puedo escuchar el momento exacto en el que Selena ha dejado salir un pequeño grito ahogado, pero a Vincent parece hacerle gracia la situación. Su atención pronto deja de estar encima de mí para posarse en su hijo.
— Pete. Conan— dice Vincent, observando a los hombres que están de pie a su lado a la espera de que algo salga mal.— Por favor, lleven a nuestra invitada a...
— A ningún lugar— interviene Jace de inmediato, sigue tan serio como de costumbre, tan despreocupado como puede, sus ojos aún lanzando rayos de fuego a su padre.— Se queda aquí.
A estas alturas, ni siquiera sé si estoy respirando o si simplemente me mantengo de pie por puro error de la gravedad. Vincent levanta una ceja en lo alto, intrigado. Ya no parece tan divertido como hace unos segundos atrás.

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LOS CREADORES DEL CAOS
FantasíaEmery ama los secretos. Ama espiar a hurtadillas a su padre, adora escuchar las conversaciones que su hermano tiene con Katya, y sueña despierta con aquel lugar en el bosque de Aurora que nadie parece conocer. Emery ama los secretos. De hecho, los a...