17.

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Llevo la nota grabada en mi mente. La repito una y otra vez, como si aquellas palabras fueran tantas como para olvidarlas; pero no lo son. Y dudo que las vaya a dejar ir. Porque, quien sea que haya enviado aquella carta, sabe lo que quiero. Y está dispuesto a ayudar.

Esta podría ser mi mejor oportunidad para cumplir con la labor que se me ha encomendado. He estado recaudando información toda la semana; lo que sé ya es demasiado. Otra semana aquí y seré capaz de escuchar muchas cosas más. Y luego, cuando el Auróscalo cante... lo único que debo hacer es encontrar la salida.

Sonrío para mis adentros mientras pienso en la escena. Me imagino cuando todo esto termine; cuando mi padre me reciba en casa con una sonrisa, una de esas mismas que me entregó hace unos días atrás, cuando me contó su plan. Y luego me imagino a Harris, que será un príncipe impresionante. Y en Katya, mi más leal amiga.

No puedo evitar sentirme entusiasmada, y sin embargo, una sensación extraña recorre mi pecho cuando noto lo linda que se ve la aldea a lo lejos.

Divinity sólo existe porque existe Juniper.

Aparto esos pensamientos de mi cabeza y me concentro en la multitud de personas que se han reunido alrededor de la fogata que se ha encendido en la terraza. Son un montón. Están bebiendo de manera moderada, riendo, charlando como si fuera una reunión de amigos. Y sí. Todos están vestidos de magia.

Coronas de flores, vestidos con luces, hojas, brillo, mucha, mucha magia. Y música. Una melodía etérea y mágica. El piano de fondo, las voces, la persecución ligera, las cuerdas. La voz de la mujer que está cantando es suave, angelical. El conjunto hace que una sensación de nostalgia llene el lugar, y de pronto, sé que no importa dónde esté ni que suceda, recordaré la ceremonia de las luciérnagas para siempre. 

Cuando llego al lugar, puedo notar que, para bien o para mal, las personas se giran para observarme. Dura una milésima de segundo; una milésima de segundo en la que todas las miradas están puestas en mí, en la extraña que se ha vestido con sus ropas, que se ha presentado a su ceremonia. 

Algunos sonríen. Algunos no lo hacen. Lo que sí está claro es que mi presencia ha llamado la atención de todos, y ahora, un animado Nain se acerca a mí, el contorno de sus ojos decorado por estrellas doradas y blancas diminutas que brillan, su camisa blanca perfectamente planchada. 

— ¡Te ves...!— dice, pero luego se queda en silencio y junta sus labios durante varios segundos. Finalmente, parece no lograr encontrar la palabra, porque se limita a alzar las manos en el aire y dejarlas caer casi al instante.

Esbozo una sonrisa. 

— Esto se ve maravilloso, Nain.

— Ven. Bebamos una copa de Nocturna.

— ¿Nocturna?— pregunto, a medida que él coge mi mano para dirigirnos a la mesa de los bebestibles. Sin embargo, es Fiora, ya bebiendo allí su propio vaso, quien resuelve mi duda. 

— La Nocturna es un brebaje azul con destellos plateados— me indica, entregándome una de las copas. Cuando la observo, no puedo evitar sorprenderme ante la magia de lo que me ha entregado; es como si tuviera un pedazo del cielo nocturno estrellado en una copa.— Si la agitas— continúa ella.— Los destellos se mueven como constelaciones.

Yo cierro los ojos y la pruebo. Es un sabor suave, exquisito, a jazmín y menta.

— Es delicioso— admito.

— Y engañoso— añade Fiora.— Podrías embriagarte con dos de estas copas, pero no te darías cuenta porque el gusto a alcohol no está allí.

LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora