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Estoy muerta.

Ese es el primer pensamiento que se me viene a la cabeza cuando todos ahogan un grito de sorpresa. Creo que Penny y Fiora empiezan a cuchichear, y que Selene comienza a susurrar por lo bajo, pero yo estoy absorta en mis propios pensamientos.

Estoy muerta, vuelvo a pensar. Estas personas me han descubierto y me van a matar. Me van a enviar en una bonita caja a donde se encuentre el rey, y luego pasaré a la historia. A nadie le importará lo que haya hecho. A nadie le importara lo que haya intentado hacer por la corona. Por mi padre. Por mi familia. 

No sólo seré una traidora para estas personas, sino que seré una traidora patética. Una que fracasó en la única misión que le encomendaron jamás en la vida. 

— ¿De qué hablas?— pregunta Jace, la confusión tiñendo sus facciones. Es primera vez que cualquiera de estos ha escuchado hablar de mí, eso de seguro. 

— La princesa Emery Winter. La hija del rey Maverick— continúa Alaric, quien ha dejado de prestarme atención. Por suerte. Sin embargo, yo no consigo quitarle la mirada de encima. Las preguntas se arremolinan en mi mente con tanta rapidez que no soy capaz de contestarlas.

¿Cuánto sabe? ¿Qué sabe? ¿Por qué lo sabe?

Mi corazón late con una fuerza brutal. Creo que incluso estoy comenzando a marearme; que la vista se me ha nublado y que, por alguna razón, no consigo prestar la atención que me gustaría. Mi poder se ha esfumado con una facilidad espeluznante.

Veo el cuervo de Fiora caminar con pasos tranquilos por encima de la mesa, moviéndose a lo largo, dirigiéndose hacia mi. Sus ojos espeluznantes me envuelven y me atrapan, y su pico hace contacto con mi mejilla.

— ¡Ven para acá!— le ordena Fiora, pero él no parece estar prestándole atención a ella.

— No pasa nada— le aseguro, y me arrepiento de haber hablado cuando me percato del temblor en mi voz. Afortunadamente, ellos no parecen haberse dado cuenta alguna.

— ¿Cómo es eso de que tiene una hija?— pregunta Nain, anonadado. Creo que incluso tiene el impulso de ponerse de pie, pero, en vez de eso, se inclina hacia adelante en la mesa redonda para mirar a Alaric mejor.— ¿Cómo cojones es que tiene una hija y nunca en la vida nos habíamos enterado?

— Hay que matarla— dice Penny al instante, haciendo que todo en mi organismo se tense. Siento que en la habitación no hay oxígeno, pero luego, todos parecen estar respirando demasiado rápido. 

No hay aire en este lugar. No entra viento, las ventanas están cerradas, y soy yo quien tiene que ceder de su oxígeno, al parecer. Porque soy la única que no consigue respirar bien. Soy la única que no consigue reconocer sus pulmones.

— Vale, primero, no nos adelantemos. Igual que ustedes, nunca había oído hablar de la princesa Emery. En mi vida.

Una pequeña oleada de satisfacción. Quizás Alaric ni siquiera sabe que soy yo. Quizás mi padre me trató como una encarcelada invisible toda mi vida por pura seguridad. Nunca a nadie le interesé lo suficiente como para mencionar mi nombre, y por la violencia con la que me trataban en ese lugar, Alaric probablemente asumió que yo era una cautiva. La cautiva de Winter.

— ¿Y entonces?— insiste Nain.

— Me escabullí en el castillo hace unos días. ¿Recuerdan que les comenté que el príncipe Harris se está cogiendo a una sirvienta?

Todos asienten, pero yo apenas puedo quedarme allí, paralizada, mis manos clavadas en la mesa como si una fuerza invisible estuviera aplastándome contra mi silla. No me puedo mover. No consigo mover un dedo. Ya ni siquiera soy consciente de si estoy viva.

LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora