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— ¡Más fuerte! ¡Más fuerte! ¡Vamos, puedes hacerlo más fuerte!— dice Nain. 

Le golpeo lo más fuerte que puedo hasta que, finalmente, logro darle un golpe que hace que tambalee. Él se ve tan sorprendido como yo, así que no podemos evitar sonreír ante mi evidente nueva fuerza. 

Luego de lo que sucedió aquella noche hace una semana atrás, ninguno de los dos volvió a hablar sobre el tema. Nos despertamos e hicimos como si nunca hubiera ocurrido y seguimos nuestras vidas como si nada, a pesar de que me he pasado todos estos días sintiéndome avergonzada por haber insistido tanto con aquel beso.

Afortunadamente, el calor en mi cuerpo ha desaparecido— al menos un poco. Creo que se debe a que no he visto mucho a Jace. Ha estado yendo y viniendo de Divinity, llegando con un montón de magulladuras en el rostro, desapareciendo con Penny y Fiora, y luego llegando directo a descansar.

Sin embargo, esta mañana nos llamó a Nain y a mí para decirnos que estoy lista para entrenar con el resto del grupo. El grupo grande. Jace no tenía muchas ganas de conversar, al parecer, porque la conversación apenas duró unos tres minutos.

Sin embargo, cuando salimos de allí, Nain y yo nos abrazamos como si nos hubieran dado la noticia de que se ha concretado la paz mundial. Entrenar con el grupo grande no solamente significa que confían en mí lo suficiente como para confiar en mis capacidades, sino que se han dado cuenta de que he mejorado un montón en la batalla desde que llegué aquí.

A Fiora cada vez le cuesta más pillarme desprevenida, cada vez golpeo más fuerte a Nain, he seguido al pie de la letra sus instrucciones y enseñanzas, y ahora, cuando alguien me mira con cara de pocos amigos, se lo piensa dos veces antes de quedarse mucho rato observándome. 

Mis brazos están más fuertes y firmes, mis piernas están más grandes, mis costillas han dejado de verse y cada día me siento con más y más energía, aunque soy consciente de que mucho de eso se lo debo al pescado y al huevo que tanto aborrecí durante tantas semanas. 

Sé que probablemente no mejoré del todo en estos meses, pero al menos si lo suficiente para que Jace considere que no me asesinarán en la colchoneta durante la tarde.

Aun así, Nain y yo hemos quedado en seguir entrenando durante las mañanas, todo con el fin de evitar mi pronto asesinato— eso si no descubren luego que en realidad soy una maldita y sucia traidora que planea en salir de aquí para enviarlos a todos al matadero.

Con el pasar de los días, todo se vuelve aún más complicado. Antes no podía ni siquiera pensar en la posibilidad de quedarme aquí encerrada para siempre, y ahora no quiero pensar en la decisión que tendré que tomar cuando tenga que salir.

Sin duda, obviar que en algún momento tiene que ocurrir y quedarme aquí viviendo en una burbuja hace que todo sea más fácil, hasta que no lo sea. Hasta que Alaric venga con una antorcha en la mano a condenarme a muerte. 

A estas alturas ya ni siquiera sé si rogar por mi vida o esperar a que sea lo que el futuro me depare. 

— Debes entender que aquí no hay leyes— dice Nain después de un rato.— Divinity es un lugar seguro al mismo tiempo que es un lugar sin leyes. Cuando le das poder a alguien, les das la posibilidad de que se  muestren como realmente son, y muchos de los chicos que entrenan conmigo son unos sádicos— me explica. Supongo que intenta prepararme para lo que se viene, y probablemente, semanas atrás, me hubiera aterrado con todo lo que me está diciendo, pero, por alguna razón, ahora no lo estoy.— El entrenamiento es un lugar perfecto para golpear sin límites. Si te asesinan, será porque eres muy débil. Y no se harán responsables porque el entrenamiento es voluntario.

— Voluntario. Entiendo.— asiento a todo lo que él dice como si tuviera que recordarlo después.

— Necesitas defenderte bien, Eleanor, porque si no lo haces, si demuestras un mínimo de debilidad, te harán trizas. Y no podré involucrarme ni defenderte. 

LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora