38.

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Los ojos de Jace Conner brillan tanto que podrían iluminar el pasillo entero. Sus manos se entierran con más fuerza en mis cabellos, su pecho encuentra el mío al mismo tiempo que roza nuestras narices con delicadeza.

— Hazlo— le suplico. Y Jace lo hace. Sin embargo, el primer lugar que sus labios buscan con desesperación es mi cuello.

Su boca hace contacto con mi piel y siento que cada vello se eriza, mis manos aferradas a su pecho como si pudiera quedarme allí para toda la vida. Siento la humedad de su saliva en la zona, la manera en la que debo estirar mi rostro hacia un lado para darle mayor espacio. 

Cuando un jadeo varonil y excitado se escapa de la garganta de Jace, no puedo evitar soltar un gemido de placer. Ni siquiera me había dado cuenta de que había cerrado mis ojos, de que estaba totalmente sumida en la satisfacción de su beso en mi piel.

— Jace— susurro apenas, subiendo mis manos hasta rodear su cuello. Mi nombre en su boca le provoca una especie de satisfacción inmediata. Otro jadeo se escapa de su pecho, y cuando aparta su boca de mi cuerpo, no puede evitar sonreír.

— Si sigues diciendo mi nombre de esa manera, te aseguro que esto pasará a ser más que un beso. 

Muerdo mi labio inferior con excitación. Tan sólo imaginarlo tocándome de esa manera...

Antes de que yo pueda decir algo, un ruido fuerte y sordo hace eco de manera repentina en algún lugar de la aldea, como una explosión aguda que se apodera del entorno durante un segundo. 

Por un momento, pienso que quizás todo es parte de mi mente. Que estoy tan excitada que estoy sintiendo truenos vívidos en mi interior, y que dado que nunca en la vida había sido tocada así por un hombre, jamás viví esa experiencia. Sin embargo, cuando Jace se endereza y agudiza todos sus sentidos, entrecerrando levemente los ojos y girando su rostro hacia la ventana más cercana, siento el miedo en mi interior.

Otro estallido el viene a ese, y ya no sé si mi jadeo se debe a la excitación o al terror. Es un ruido seco, contundente, y ahora no solamente lo hemos escuchado, sino que también hemos visto la luz asomarse por una de las ventanas, incluso cuando el ruido se escucha lejos.

Y peor aun. Escuchamos gritos. Muchos gritos.

— Mierda— masculla Jace, dándome un repentino vistazo de arriba abajo. Aprieta los labios y niega para sus adentros antes de comenzar a caminar rápidamente por el pasillo. Yo le sigo detrás, sin saber muy bien qué hacer, y justo cuando doblamos por la escalera, Nain no tarda en unirse, apareciendo por el pasillo también.

Lo primero que hace es mirarnos de arriba abajo. Me da la sensación de que está a punto de preguntar, pero luego decide que no es el momento. En vez de eso, carraspea:— ¿Qué está sucediendo?— luce increíblemente confundido, su ceño fruncido, sus ojos sin saber a dónde mirar. Hay apuro en sus movimientos y en sus facciones. 

Comienzan a caminar hacia la salida, y yo hago lo mismo. 

— No lo sé— admite Jace mientras camina apresurado.— Pero despierta a todos tus soldados, Penny y Viktor a la defensiva y Fiora con Juniper en enfermería. Que nadie entre a enfermería. Que nadie toque a Juniper. Ve y dile a Selene que puede ir trasladando a todos hacia el refugio. 

Nain asiente, a pesar de que hay atisbo de miedo en su expresión.

Los ojos de Jace Conner rápidamente se posan en mí antes de que el aire del exterior nos golpee en el rostro. Su mirada me repasa rápidamente. Antes de que él pueda decir algo, yo me adelanto:— Si me vas a decir que me quede aquí escondida, te estás equivocando conmigo, Jace Conner. No pienso quedarme de brazos cruzados. Yo también entreno con Nain, así que merezco ir. 

LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora