23.

26 5 0
                                    

Un golpe en mi estómago. Dos golpes en mi estómago. Para el tercer golpe, ya no puedo ni siquiera respirar.

— ¡Me rindo!— chillo, levantando una mano en el aire cuando mi cuerpo cae de rodillas al suelo.— ¡Me rindo! ¡Espera!

Nain retrocede. En una esquina, devorando un paquete de golosinas, Penny y Fiora miran nuestro entrenamiento con entusiasmo, como si estuvieran a la espera de que por accidente alguien me corte la cabeza. 

— Es aburrido si te rindes— masculla Fiora. 

— ¿Cuándo nos va a tocar pelear a nosotras?— inquiere Penny con la boca llena de lo que sea que estén hechas esas golosinas de colores tan brillantes y fluorescentes. Nain les hace un gesto para que se callen.

— Dejen de desconcentrarla. 

Todos estamos vestidos con ropa de entrenamiento; ropa negra, verde o marrón, ajustada, mis manos ya vendadas de tantas veces que las he herido, la sangre sobresaliendo por arriba de los vendajes, mis dos moños altos ya desordenados y alborotados por todo el esfuerzo físico. Llevamos una hora aquí, recibiendo y dando golpes, y ninguna sola vez he conseguido derribar a Nain, ni siquiera moverlo aunque sea un poquito.

— Tienes que aprender a leer a tu oponente, Eleanor. No puedes golpear siempre en la misma dirección; no puedes ser tan predecible en una batalla. Eso sólo hará que te maten.

— Vale, vale— digo sin aliento.— Espérame un poco, siento que voy a...— síp. Definitivamente. El vómito sale de mi organismo antes de que yo pueda ser capaz de detenerlo, y a pesar de que Nain corre hacia mí para darme pequeñas caricias en la espalda, Penny no logra dejar de reír y Fiora ni siquiera evita la mueca ni la expresión de asco.

— ¿Qué comiste?— pregunta.— Huele terrible.

Me tomo un momento para dejar de vomitar y poder responderle.— Pescado. Y huevo. Mucho huevo. 

— ¡Qué asco!

— Joder, ¿se pueden ir?— masculla Nain, ahora deshaciendo mis dos moños altos para coger mi cabello. Otra ola de vomito llega, mi estómago dando tantas vueltas que la visión se me comienza a nublar. 

— Debo vermeee....puaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaj....una verdadera...puaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaj...belleza...— intento hablar. Nain suelta una pequeña risita por lo bajo.

— Es la forma más extraña en la que me han coqueteado— bromea. Yo ruedo los ojos.

— Deben coquetearte a menu....puaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaj.

— Suficiente— dice Fiora, dejando las golosinas a un lado y limpiándose las manos en la playera negra.— No soporto más esta escenita. 

— ¡Pero si es divertido! ¡Apenas se puede mantener en pie!

— Penny, te lo juro— Nain le habla directamente a ella con una expresión cargada de ira.— ¡Si no te callas ahora mismo...!

— ¡Puaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaj! ¡Perdón! ¡Sigan hablando! 

— Concéntrate en vomitar— me pide Nain.— Sácalo todo.

Así que eso hago. Vomito hasta que lo único que puedo sentir en mi garganta es el sabor ácido y agrio de la bilis, pero al menos, después de un rato, se detiene. Nain, sin embargo, sigue acariciando mi espalda con la esperanza de que eso me haga sentir mejor.

— Gracias— le digo, cogiendo mi estómago con fuerza, como si eso fuera a ayudarme. 

— Estás pálida.

LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora