4.

29 7 4
                                    

Pasan unos cuantos días en los que mi cara apenas se pueve mover. Harris y Katya se han turnado para venir a cuidarme, pero después del tercer día decido que no quiero ver a nadie, y me encierro en mi habitación. Miento diciendo que estoy indispuesta, y que prefiero dormir. Y eso hago. Duermo. Duermo hasta que el sueño se me desaparece. Duermo mientras los días pasan volando. Duermo hasta que un día, cuando despierto, me veo en el espejo y lo único que puedo ver son rastros de que he sido golpeada. 

Mi mejilla levemente enrojecida, mi labio aún hinchado, y esos diminutos parches con los que Katya curó mi ceja derecha. Me observo y me digo a mí misma que es suficiente. Que ya basta con sentir tanta lástima por mí misma. Que es momento de hacer algo. 

Así que, como cada martes, meto mi cuerpo debajo de mi capa, agarro mi karambit y salgo del castillo, a la espera de que nadie descubra que me he ido. A pesar de que el día está mucho más frio que hace una semana atrás, decido ir descalza. Quiero que mis dedos se entierren en la tierra, que mis piernas se ensucien del rocío de la mañana, que mi vestido roce los troncos de los árboles. 

Me alejo lo suficiente del castillo para poder agudizar mi oído de nuevo. Mi padre ha estado tan paranoico estos días que no ha dejado de utilizar su poder. Sin embargo, mientras más lejos estoy, menos efectivo es su poder y más efectivo es el mío. 

Me siento justo abajo de un árbol, a la orilla del riachuelo. Apoyo mi espalda contra el tronco y dejo que el aire fresco me sane como si un respiro fuera todo lo que necesitase. Por un momento, me olvido de que soy la princesa secreta de Isla Aurora. Me olvido de que mi padre es el gran Rey Maverick, y que mi hermano es el príncipe Harris Winter, próximo heredero. Me olvido de que mi madre ya no está con nosotros, me olvido de que Katya es una simple sirvienta. Me olvido de que, en algún momento de esta tarde, tendré que volver al castillo. Y me olvido de que, en algún momento de esta semana, mi padre volverá a decidir que he hecho algo mal.

Bueno, sí, lo admito. No debí haber entrado en la habitación de esa manera, pero, en mi defensa, no escuchar me tenía ciertamente desesperada. Y aturdida. No sé cómo es que Harris puede aguantar tantos días cuerdos con su poder bloqueado de esa manera. A veces incluso desearía ser...una simple...

Ruido. Dejo de divagar en mis propios pensamientos y enderezo mi espalda. Escucho ruido. No aquí, no demasiado cerca, pero sí a unos...¿metros, quizás? Me preparo mentalmente para lo que pueda estar por venir. Agudizo más mi oído. Me tranquilizo. No te preocupes, me digo. Quizás son pisadas de algún animal. Pero no, son pies pesados. Los animales no rompen las ramas de esa manera. Sus pies no hacen que crujan así. He escuchado demasiado animales en el bosque, y estoy segura de que aquella criatura no es un animal.

Pero entonces, ¿qué es?

Me escondo detrás de uno de los troncos grandes y me apresuro a quedarme lo más quieta que puedo, a la espera de que lo que sea que se esconde allí salga y se muestre. Agudizo más el oído. Sí, así es...se está acercando... hasta que ya no lo está.

De pronto, el ruido cesa. No sé si sentirme aliviada o no, pero después de un rato me convenzo a mí misma de que lo que sea que estaba allí probablemente se ha ido en otra dirección. Aquel peso de sentirme amenazada cae de mis hombros, a pesar de lo preparada que me sentía para enfrentar a cualquier allí.

La vergüenza me inunda de pronto. Si tan sólo algún día me sintiera lo suficientemente preparada para enfrentar a mi padre...

Aparto esos pensamientos fuera de mi mente y dejo salir una bocanada de aire helado que produce que el vaho llene el lugar. Pero entonces, lo escucho. Es apenas comprensible, pero allí está; una pequeña bocanada de aire que ingresa por sus fosas nasales. Parece inteligible, pero no lo es. Está allí, advirtiéndome a gritos que mi atacante está justo detrás de mí. Un error incorregible suyo ese de respirar tan cerca de mi cuerpo. 

LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora