Me despierto de golpe, con una tos seca y dolorosa que me quema la garganta. El aire está pesado y acre, y llena mis pulmones con cada inhalación forzada. No entiendo nada de lo que está sucediendo.
Me acomodo un poco en la cama, intentando volver a conciliar el sueño, pero no consigo pegar el ojo. No cuando siento que el aire denso se ha apoderado de mí...
Parpadeo rápidamente, tratando de despejar la niebla de la mente, pero rápidamente caigo en la cuenta de que no estoy soñando. Intento abrir los ojos, pero arden.
Humo. Reconozco el olor demasiado bien. Reconozco la escena demasiado bien.
Humo, recorriendo cada rincón de mi habitación, ingresando por debajo de la puerta de mi habitación y bailando al interior como si quisiera apoderarse de mí.
Me levanto de la cama, tambaleándome y presa del pánico que ha comenzado a burbujear en mi interior. Mi cuarto está lleno de humo, repleto de una densa neblina gris que está cubriendo todo. Y, peor aún, puedo sentir el calor creciente a lo lejos, la amenaza, los gritos.
Fuego.
Mi primer pensamiento debería ser correr, pero no lo es. Mi primer pensamiento es Katya.
Mi mente corre rápidamente en busca de una solución mientras me muevo a tientas por la habitación, buscando la salida. Cierro los ojos durante un segundo y me muevo por pura memoria muscular, intentando aferrarme al pomo de la puerta lo más rápido que puedo, pero la puerta está completamente cerrada y no consigo abrirla.
La desesperación comienza a hacer eco en mí. Me cubro el rostro con el dorso de la mano, intentando dejar de inhalar ese aroma que no me permite dejar de toser. Siento que estoy cubierta de suciedad y cenizas, y que mi cabello está empapado en sudor.
— ¡Katya..!— intento gritar, pero lo único que consigo es seguir tosiendo.
Miro alrededor de la habitación, intentando encontrar una salida. Corro hacia la ventana lo más rápido que puedo, pero la altura es demasiada y estoy segura de que lo único que conseguiría sería caer de bruces al suelo en una muerte segura.
Yo puedo morir, pero no puedo permitir que Katya lo haga. No cuando ella sí que tiene un futuro. No cuando nada más ayer me contó que Harris le dijo que se casara con ella.
Cada segundo comienza a sentirse eterno. Mis dedos rozan la superficie de la pared, guiándome hacia la cerradura, pero estoy segura de que está cerrada por fuera. Alguien me ha encerrado en esta habitación, pero, ¿quien?
Con cada milésima de segundo que pasa, el humo espeso dificulta aún más el poder ver mas allá de unos pocos pasos, y no tardo en sumergirme en una cortina de humo de la que ya no parezco ser capaz de salir.
Las paredes comienzan a sentirse calientes al tacto, pero no lo suficiente para quemar. Intento abrirla de un tirón, pero se me hace imposible. Pateo, pateo, y pateo hasta quedarme sin aliento, pero pareciera ser que lo único que consigo es sofocarme. Si sigo aquí durante más tiempo, voy a terminar por asfixiarme.
— ¡Katya!— grito desesperada con todo el esfuerzo que me provoca, mi garganta desgarrándose de dolor. Espero escuchar su voz al otro lado a través del caos, pero no consigo hacerlo, y las lágrimas no tardan en llegar antes de que me diga a mí misma que debo mantener la compostura.
Mi pequeña creadora del caos.
— Venga. Mantén tu mierda junta— me digo a mí misma, asintiendo para mis adentros.
Antes de que pueda mentalizarme para derribar la puerta abajo incluso si eso significa romper cada uno de mis huesos, diviso unos hilos negros que sobresalen por debajo de la puerta y que se mueven hacia adentro de mi habitación, subiendo hasta llegar a la cerradura, apartando el humo que tienen a su alrededor.
ESTÁS LEYENDO
LOS CREADORES DEL CAOS
FantasyEmery ama los secretos. Ama espiar a hurtadillas a su padre, adora escuchar las conversaciones que su hermano tiene con Katya, y sueña despierta con aquel lugar en el bosque de Aurora que nadie parece conocer. Emery ama los secretos. De hecho, los a...