Aquel día despierto con gritos. Muchos gritos. Por un momento, me asusto. Las imágenes de aquella vez que intentaron asaltar el castillo llegan a mí de golpe. Pero entonces, me doy cuenta de que he agudizado el oído por accidente mientras dormía.
Los gritos se sienten un poco lejanos, indescifrables. No logro distinguir quién está hablando ni qué está diciendo, pero lo que sí logro distinguir es que no deja de gritar. Algo debe de estar perturbándolo mucho.
Me pongo de pie rápidamente y meto mi cuerpo dentro de mi suave bata de dormir, preparada para salir corriendo y descubrir qué es lo que está ocurriendo. Sin embargo, mis planes se ven opacados por mi puerta abriéndose de golpe y una familiar figura ingresando detrás.
Katya.
Sus ojos están hinchados, enrojecidos de tanto haber llorado. Los cabos se unen en mi cerebro. Mi padre enfadado, Katya llorando...Oh no. La peor imagen viene a mi cabeza, y antes de que pueda detenerlo, me acerco a mi mejor amiga para coger su rostro entre mis manos.
— Katya.— mi voz es un susurro ahogado, un lamento, una demostración de lo veloz que ha comenzado a latir mi corazón en cuestión de segundos. De pronto me siento mareada. La bilis sube por mi garganta, amenazando con desparramarse por todo el suelo.— Por favor, dime que no...
— No— me detiene de inmediato, tomando asiento en su cama.— No, él... no lo sabe aún. El rey. Si lo que te preocupa es Harris y yo...—hace una pausa.— No es eso.
No puedo ni siquiera describir la cantidad de alivio que sus palabras me confieren. El aire vuelve a entrar en mis pulmones y mi corazón parece haber comenzado a latir nuevamente en sus pulsaciones normales.
Asiento para mis adentros, casi como dándome ánimos. Pero entonces...
— Entonces, ¿qué sucede?— la confusión tiñe mis facciones. Katya observa hacia la puerta, algo asustada. Yo agudizo el oído y la tranquilizo.
— No te preocupes. No hay nadie en este lado del castillo— le aseguro. Ella asiente de manera tímida.
— El rey está preocupado, me lo ha dicho Harris.— traga saliva. Como siempre, Harris le confía más secretos de la corona a Katya que a mí. A mí nadie me dice nada nunca. Supongo que he aprendido a vivir con el hecho de que soy la persona menos importante que habita este castillo.
— ¿Qué ha sucedido?
— Al parecer, han intentado robar archivos importantes.
Mis ojos se abren tanto que casi siento miedo de que estén fuera de su propia órbita. Katya asiente, como si estuviera de acuerdo con la manera en la que acabo de expresar total conmoción y sorpresa.
— ¿De qué hablas, Katya? Eso es imposible...todos los archivos están guardados en....
— En los archivos secretos del castillo, sí. Lo sé.
— ¿Y entonces?
— Entonces...alguien ha intentado entrar. Las puertas estaban forzadas, los guardias que vigilan los archivos no estaban allí, y nadie sabe dónde han ido. Desaparecieron de pronto.
— Pero, ¿qué fue lo que se llevaron?
— Nada. No lograron llevarse nada— suspira, cada vez más preocupada.— Pero creo que todos hemos escuchado al rey gritar. Está seguro de que es uno de nosotros, Emery. Está seguro de que alguien de este castillo está ayudando a los... a los...
Ella no quiere decirlo. Nadie quiere decir sus nombres nunca. Porque sí, son rebeldes, pero además son otra cosa.
— A los creadores del caos— termino la frase por ella. Oírme nombrar a aquel grupo de revolucionarios hace que ella dé un respingo.
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LOS CREADORES DEL CAOS
FantasyEmery ama los secretos. Ama espiar a hurtadillas a su padre, adora escuchar las conversaciones que su hermano tiene con Katya, y sueña despierta con aquel lugar en el bosque de Aurora que nadie parece conocer. Emery ama los secretos. De hecho, los a...