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Harris logra mantenerme encerrada en mi habitación durante tres días sin que mi padre se entere. Sin embargo, el tercer día, me asegura de que es momento de hablar con mi padre. De que ha preparado una reunión con el líder de Isla Lunar que se llevará a cabo mañana, y que será el momento en el que tendré que comentarle todo.

Mi padre no se ha dignado en venir a ver como estoy, en venir a chequear si es verdad que sigo viva. Me he pasado los últimos tres días con Harris y Katya, en mi habitación. Cada vez que la puerta se abre, dejo salir un enorme respingo porque pienso que puede ser el rey Maverick, enfadado por algo que no comprendo ni recuerdo haber hecho.

Después del pequeño lapso de nerviosismo que tuve hace tres días atrás, lo he vuelto a vivir al menos una vez al día, sobre todo cuando se hace de noche y pienso en lo que dirá mi padre. El pensamiento me tortura. No me siento segura. Ya no.

Pienso que quizás podría estar enfadado, o enojado, y que se molestará y todo volverá a ser como antes. Es en ese entonces cuando mi respiración vuelve a fallar y cuando mi cuerpo entero me traiciona, temblando por la posibilidad de volver a lo que era. 

— No te preocupes— me dijo Katya ayer, recostada a mi lado mientras acariciaba mi cabello.— No creo que tu padre haga nada después de todo por lo que has tenido que pasar.

Y es en ese entonces cuando debí haberle preguntado todo. Su conexión con los animales, la vez que estuvo allí para mí cuando estuve a punto de morir, la marca mundana en su frente que claramente es falsa. 

Pero no lo hice. Las palabras no logran abandonar mi boca. Quizás es porque, en el fondo, intento convencerme a mí misma de que, no importa qué pase, mi relación con Katya será igual. Y sé que no es así.

— Cuéntame algo que no tenga nada que ver conmigo, por favor— le pedí anoche. Ella sonrió y me contó sobre Harris.

— El otro día— soltó.— Me ha pedido que nos casemos.

Yo abrí muchos los ojos y no pude evitar estallar en carcajadas, a pesar de que Katya estaba completamente avergonzada y sus mejillas enrojecidas.

No me imagino a Harris pidiéndole a Katya que se casen, pero la historia ciertamente generaría algunas dudas entre los ciudadanos. ¿El rey con una mundana? Cuando lo pienso, suena como la noticia perfecta. Las personas volverían a sentir esperanza. Katya sería...joder, Katya sería la reina. Eso sería como un regalo para Isla Aurora.

El único problema caería en que Katya no es mundana. Me pregunto si Harris lo sabrá. Si Katya se lo habrá confiado en algún momento de su vida.

— ¿Qué le dijiste?— le pregunté yo. Ella se dio vuelta en la cama para quedar mirando al techo, sus dedos intentando alcanzar las imágenes dibujadas en las paredes.

— Le dije que lo pensaría— rio, y yo me uní, porque en el fondo, sabemos que no tiene nada que pensar.

— Están locamente enamorados, ¿no?— pregunté, a pesar de que la risa ya había abandonado mi garganta.

No pude evitar pensar en Jace Conner. Me imaginé que sería lo que estaba haciendo a esa hora, en Divinity. Pensé en todas las cosas que me dijo justo antes de que Alaric llegase, y no pude evitar que un sentimiento de nostalgia me inundase.

¿Se habrá enterado ya de quien soy? ¿Estará pensando en mí?

— Creo que jamás podría amar tanto a alguien como a Harris.

Yo me giré para observarla. Dejé que mi rostro reposara en mi mano y observé la silueta de su perfil, memorizándola por si en algún momento teníamos que separarnos de nuevo. 

— ¿En qué momento te diste cuenta de que estabas enamorada?— le pregunté. Katya mordió su labio inferior. 

— Solía odiarlo, ¿sabes? Solía enfadarme conmigo misma por lo mucho que me cabreaba su sonrisa perfecta y su silueta elegante. Pero, luego, un día... no lo sé, simplemente nos besamos. Y supe que la única razón por la que lo odiaba era...

— Porque no lo tenías— terminé la oración por ella. Katya giró el rostro en mi dirección. Mis mejillas se enrojecieron y esbocé una pequeña sonrisa.— Lo odiabas porque no era tuyo aún.

— Pero lo es— me aseguró.— Creo que siempre ha sido mío. E incluso si no haya sido así, creo que yo siempre he sido de Harris.

Y estoy segura de que es la verdad. Katya y Harris hacen la pareja perfecta, excepto porque no calzan de nada. 

Katya es una sirvienta. Harris es el príncipe. Y mi padre se volvería loco si lo supiera. Pero supongo que, llega un punto en la vida en el que tus decisiones no pueden depender de tu padre. 

Sólo espero que Harris tome la decisión correcta.

Me quedé hablando con Katya sobre lo que ha ocurrido en el castillo en los últimos meses. Ella me habló sobre los creadores del caos, pero nada que no supiera. Que mi padre estaba preocupado, que Harris le había comentado algo, que ella se había desvelado una noche pensando que entrarían en el castillo.

Me hubiera gustado decirle que quienes fueron realmente invadidos fueron ellos. Me morí por contárselo todo, pero me lo guardé, así como también pienso guardármelo para mi padre.

Me do vueltas en la cama una y otra vez. Mi corazón no puede dejar de latir de manera frenética, preocupado por lo que puede ocurrir mañana. Puede que las cosas salgan extremadamente bien, así como puede que también todo se vaya al carajo.

Intento repasar mentalmente lo que le diré a mi padre. Intento armar una historia que sea creíble y confiable a partes iguales, pero que guarde la identidad y la verdadera naturaleza de mis amigos, incluso si ellos ya no me consideran su amiga.

La voz de Fiora resuena en mi interior.

Porque incluso aunque Eleanor quisiera ir a morir a donde Vincent, no le haremos eso a una amiga. Así como tampoco te enviaríamos a ti, ni a nadie de esta mesa, por más que decidieran que quieren hacerlo. No hacemos las cosas así. Nunca las hemos hecho así. 

Incluso aunque los creadores del caos estuvieran dispuestos a luchar contra el rey Maverick y contra la corona, no puedo hacerle eso a mis amigos. No puedo enviarlos directamente a su muerta. 

No puedo hacer las cosas así.

Me doy otra vuelta en la cama. La voz de mi madre me abruma. 

Mi pequeña creadora del caos.

Y luego, los recuerdos de todo el mundo. Llegan a mí como un fotograma de imágenes distintas que no me dejan dormir, que me mantienen despierta, reviviendo y viviendo los momentos en Divinity una y otra vez.

La voz de Jace. La voz de Nain. La voz de Fiora. La voz de Juniper. La voz de todo el mundo, las conversaciones, las confidencias, los secretos.

No te enviaron a Divinity a vivir. Te enviaron a Divinity a morir.

Porque ha dado la vida por mí. Me ha defendido, me ha enseñado y me ha cuidado, y nunca me había sentido así. Nunca había sentido que a una persona le importara lo que me suceda.

No puedo robarte tu primer beso, Eleanor. No puedo hacerte eso.

Cierro los ojos con fuerza. Intento que todos esos pensamientos desaparezcan. Intento olvidar que alguna vez estuve en Divinity, intento olvidar que me importa, pero, ¿cómo podría no importarme?

¿Cómo podría olvidar el lugar donde fui...feliz?

Ojalá mi madre estuviera aquí para darme explicaciones. Ojalá estuviera aquí para decirme de qué va todo, que es lo que debo hacer.

Tengo que elegir mi batalla, eso es lo que ha dicho ella, pero, ¿qué se supone que significa? ¿Cuál es la batalla que debo elegir?


LOS CREADORES DEL CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora