37 ⌘ Olivia Seyfried

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Just grab my hand and don't ever drop it
(Solo toma mi mano y nunca la sueltes)
My love
(Mi amor)
They are the hunters, we are the foxes
(Ellos son los cazadores, nosotros somos los zorros)
And we run
(Y corremos)

Baby, I know places we won't be found and
(Cariño, conozco lugares donde no nos encontrarán y)
They'll be chasing their tails trying to track us down
(Estarán persiguiendo sus colas tratando de localizarnos)

I Know Places (Taylor's Version), Taylor Swift

Alek no estuvo seguro de cuántas horas durmió el segundo día del secuestro, porque no sabía cuánto tiempo había estado hablando y llorando con Adele en la habitación de Tai.

Pero cuando despertó recostado en el sillón cubierto con la cobija que había estado usando Adele en la madrugada, salió de la habitación de su novia. Harold lo llevó hasta la cocina, donde Alek se encontró con su madre charlando con Adele.

Anya tenía los ojos hinchados, y en cuanto vio a Alek parado en la puerta de la cocina, se echó a llorar, corriendo para abrazarlo. Alek la tomó entre sus brazos, dejando que se tranquilizara antes de separarse de ella.

Adele le informó que los secuestradores habían vuelto a llamar, pero solo para decir cosas sin sentido, hablando de Bora Bora y boletos de avión, y de nuevo no habían podido precisar la ubicación de la llamada.

Dmitri y el Escuadrón habían ido varias veces a las propiedades de los Russell, sin éxito alguno, frustrados por la falta de resultados, y estresados por la falta de sueño.

Kai apenas y le dirigió una mirada cuando lo vio cruzar la puerta, sentado en el sillón de brazos cruzados.

Mia y sus hermanos llegaron a medio día a la mansión para ser interrogados por el FBI, intentando encontrar más pistas que dieran con el paradero de Tai, aunque ellos no hubieran visto nada fuera de lo ordinario en el vecindario.

Fue extraño, porque en cuanto Mia terminó su interrogatorio, lo primero que hizo fue sentarse junto a Alek, cuando antes lo hubiera ignorado o hecho comentarios ácidos, echándole la culpa de todo.

—Van a encontrarla —fue lo primero que dijo Mia, después de ocupar el sillón.

Alek la miró, notando el rostro cansado y triste de Mia. Sin embargo, verla dedicarle una sonrisa lo sacó de balance.

—¿Qué?

—Dmitri y ellos —le aseguró Mia, poniéndole una mano sobre la rodilla y agitándolo en aras de animarlo—. Van a encontrar a Tai y todo estará bien. Te lo aseguro. Y entonces podrán volver a ser los ridículos enamorados que son, y estarán juntos y se casarán. Ya lo verás.

Como si la situación no pudiera ser más surreal, llegaba Mia a decirle esas cosas. Alek solo podía imaginar la apariencia que portaba como para que Mia DiMarco le tuviera lástima.

Por la noche, Alexei estuvo esperando otra llamada que nunca llegó. Esa fue la confirmación que el FBI necesitaba para advertir que el objetivo del secuestro no era obtener dinero, sino la sustracción de Tai para entregársela a Lawrence.

Alek no pudo dormir esa noche.

Fue hasta el tercer día que Kai se acercó a Alek por voluntad propia para entregarle una taza de café en su lugar del sillón en el salón.

Alek lo aceptó sin decir nada, bastante confundido por la falta de sueño, y agradecido por tener algo en las manos para evitar romper la pulsera de hilo rojo que no había dejado de tocar y tirar por el estrés. Kai se sentó a su lado, y ambos pasaron el día observando a los agentes trabajar desde la mesa, pero ninguno de los dos se separó del sillón más que para ir al baño, manteniéndose compañía el uno al otro.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora