28 ⌘ Ígneo

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[Ígneo: adj. De fuego o que tiene la naturaleza del fuego.]

Después de suspender la fiesta, argumentando que había una fuga de gas en la cocina, los invitados dejaron la mansión Nazarova al tiempo que la lluvia caía. Mia le envió un mensaje a Tai, disculpándose por no despedirse de ella en persona, pero "Los bomberos casi nos sacan a patadas".

Tai ni siquiera sabía de qué estaba hablando, si no había llegado ningún camión de bomberos a la casa. Pero supuso que era un montaje creado por la seguridad para dar credibilidad a la excusa.

La prensa hablaría solo de esa parte del evento, en vez de enfocarse en el hecho de que había sido casi al final de la velada, cuando los invitados habían comido y se había logrado la meta de la recaudación para la fundación.

Tai se enteró que Mihai había encontrado a Niki en su habitación, empacando todo para estar listo cuando lo fueran a llevar al aeropuerto de vuelta a Moscú. Pero Dragos tuvo que intervenir cuando Niki se negó a hablar con ellos para que les proporcionara información sobre la identidad de la persona que le había enviado las fotografías.

Niki solo dijo que había recibido un mensaje, indicando que le dejarían un paquete en la entrada de la mansión.

Las cámaras de seguridad fueron revisadas, y solo encontraron a un repartidor cualquiera llegar en su motocicleta hasta la caseta, cinco horas antes de que Niki recibiera el mensaje. Karol se encargó de revisar los antecedentes del repartidor. Pero todo parecía estar en regla.

Tai no tuvo que ver a Niki.

Ella y su familia se reunieron en uno de los salones mientras se desataba una tormenta afuera, en tanto el equipo de seguridad confirmaba que no había ningún peligro en la mansión. Una de las mucamas fue lo suficientemente amable como para llevarles ropa más cómoda a Tai y a su madre, dejando atrás los ostentosos vestidos.

Cuando el peligro dentro de la mansión fue descartado, fueron despedidos cada quien a sus habitaciones.

Tai cerró la puerta de su cuarto, recargando su espalda en la fría superficie, golpeándose la cabeza contra la madera.

Aún con la luz apagada, Tai levantó la mano en la que sostenía la polaroid que Niki había dejado dentro del sobre.

La verdad, Tai solo sentía un poco de vergüenza, ya que cuando los enviaron a sus habitaciones, se acercó cautelosa hasta Dmitri para preguntarle si podía quedarse con esa fotografía.

Dmitri estaba a punto de vomitar bilis, de tener un colapso nervioso. Pero algo en la expresión de Tai debió hacerlo ceder para que Dmitri se quejara, poniendo los ojos en blanco, sacara la fotografía de uno de sus bolsillos y se fuera dando zancadas.

Tai comenzó a quitarse los pasadores del cabello, dejando caer su cabello en la espalda. Siguió admirando la fotografía, intentando recordar que era de lo que había estado hablando con Serge mientras esperaban la comida que los tenía a ambos tan contentos.

Sonrió después de un rato de no recordar nada, decidiendo si colocaría esa fotografía en su cómoda o en su buró.

Un relámpago iluminó la habitación por un segundo, y Tai soltó un gritó que se ahogó con el trueno que le siguió cuando apareció la silueta de un cuerpo parado en la ventana de su balcón. Sintió que iba a sufrir un paro cardiaco de no ser porque otro relámpago volvió a iluminar el cielo, y Tai distinguió el rostro de Alek detrás del vidrio.

Se le estaba haciendo costumbre a Alek lo de escalar hasta su ventana para verla a escondidas.

—¿Tai? —la voz de Yoan se escuchó del otro lado de la puerta—. ¿Estás bien?

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora