4 ⌘ Manual De Supervivencia

725 104 178
                                    

La lista de reproducción del teléfono de Niki sonaba en las bocinas del auto el viernes por la tarde cuando Tai se estacionó afuera del centro de alto rendimiento, a la hora que Alek había citado a Niki para darle su primera clase de natación.

Tai miró el edificio frente a ella, sintiendo como si estuviera en presencia de un enorme monstruo de color blanco que fuera a devorarla.

—«¿Estás seguro que quieres hacerlo, Niki?» —Tai preguntó sin despegar sus ojos del frente.

—«Como dijo Luka, es una experiencia única, Tai» —Niki le respondió con una sonrisa, sacando de su mochila el par de googles que había comprado el día anterior—. «No es como que en Moscú tenga muchas oportunidades de conocer a un campeón olímpico y se ofrezca a enseñarme a nadar.»

Tai no dijo nada cuando Niki desconectó su teléfono de la consola, metiéndolo a la mochila para después quedarse callado.

—«¿Crees que es mala idea?» —preguntó Niki, dándose cuenta de la seriedad de Tai—. «No quiero parecer aprovechado. Tal vez le pueda decir que estamos ocupados y no podremos venir.»

Tai inspiró hondo al notar la preocupación de Niki. Tenía que aprender a controlarse mejor. Después de todo, con quien Alek había estado manteniendo contacto desde la noche del bar no había sido con ella, sino con Niki, respondiendo cada una de las preguntas que éste le hacía respecto al equipo que debería comprar para su primera clase.

Sabía que Niki había notado que Tai no era precisamente fanática de Alek por los mohines que hacía cada que su novio pronunciaba su nombre. Pero eso no quería decir que Tai quería estropear la emoción de Niki por aprender a nadar, fuera con el maestro que fuera.

Por eso Tai sonrió, encogiendo un hombro para restarle importancia a su preocupación.

—«No lo creo» —Tai se inclinó para depositarle un beso en la mejilla—. «Ivanov fue el que se ofreció para hacerlo, ¿no es cierto?»

—«Sí» —Niki suspiró, tomando la mano de Tai para apretarla entre la suya, antes de que el rostro se le volviera a iluminar emocionado—. «¡Yuriy Ivanov, cariño! ¿Sabes lo celosos que están los chicos? ¡Ni siquiera pueden creer que lo conozcamos!»

Tai soltó una risita nerviosa al momento que Niki salía del auto, dando pequeños brinquitos en su andar cuando la encontró frente a la camioneta, tomando su mano para caminar juntos por la entrada.

Sabía que estar recordando situaciones similares iban a terminar frustrándola a largo plazo. Pero Tai volvió a sentir esa sensación de déjà vu al cruzar la entrada del complejo, recorriendo el pasillo que los llevaría de la recepción a la parte baja de la alberca.

Tai se vió en el uniforme de la escuela, apretando la correa de su mochila mientras se decidía entre entrar o no al recinto para devolverle los googles a Alek.

Era Niki y no Luka quien la arrastraba hasta la alberca, donde el ruido del agua y gritos del entrenador hacían eco en la nave donde estaba situada toda la actividad.

Si Tai creía que el auditorio de la escuela era grande, el centro de alto rendimiento podría albergar dos veces la escuela, y tal vez el instituto en Moscú al mismo tiempo. Dejó de admirar las altas estructuras y los trampolines al final de la alberca para ver por donde caminaba, ya que Niki había divisado a Alek cerca de unas bancas donde abundaban toallas y los objetos personales de los nadadores.

Como si existiera una regla implícita para que las cosas sucedieran de la misma manera, Alek estaba hablando con dos personas, vistiendo solo el traje de baño de pierna completa, cruzado de brazos y escuchando atento lo que el hombre más joven leía de la tabla que tenía en las manos.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora