El plan era sencillo. Tai puso de pretexto una pijamada en casa de Mia.
Ahora, Mia no debía saber que estaría en su casa. Mia no debía saber que Tai saldría con Alek. Porque Mia se lo contaría a Asher. Y Mia y Asher serían sus verdugos en cuanto se enteraran de su relación con Alek.
No era que se avergonzara de su relación, pero si el viaje a Malibú era un indicador de lo mucho que Mia aún detestaba a Alek, no quería imaginarse lo que diría cuando supieran que eran novios otra vez.
Mia tal vez soltara una rabieta, Asher solo agitaría la cabeza y diría «Te lo dije».
Además, ya serían demasiadas personas las que supieran sobre su complicada situación. Y aunque ambos eran sus mejores amigos, tampoco quería llenarlos de una carga que no les correspondía.
Ellos eran felices, no merecían que su felicidad fuera manchada con los problemas de Tai.
Así que irónicamente, el plan no era tan sencillo.
En fin. El plan había nacido en su estación, cuando Tai vio a Piero entrar con uno de los perros que tenían cita para baño.
«Tai observó a Piero maniobrar con el pequeño poodle, atando su collar a la correa de la tina.
—¿Qué?
El chico arqueó las cejas y se quedó parado en el umbral de la puerta cuando notó que Tai apenas y se había movido de su lugar, siguiéndolo con la mirada como un halcón a su presa.
Y la verdad, era que Tai había decidido que, si quería hacer ciertas cosas, algunas reglas tendrían que romperse. Eso incluía que algunas personas supieran sobre su relación con Alek. Dichas personas tenían que ser de entera confianza, certificadas ante notario y con aval. Y quien entraba en esa categoría, sin pretextos ni escalas, era Piero.
Piero, quien veía en Alek un hermano, un ejemplo a seguir y un buen amigo. Y quien veía en Tai a una hermana menos hostigosa que Mia, y que siempre había abogado por su relación contra viento y marea.
Era el cómplice perfecto.
—¿Qué dirías —Tai comenzó en voz baja, por lo que Piero hizo una mueca sin entender su comportamiento—, si te dijera que estoy saliendo con Alek?
—Diría que ya era hora —Piero suspiró cansado, poniendo los ojos en blanco—. ¿Por qué actúas tan extraño? Terminaste con Nikita en la cena de caridad. No es como que tengan que verse a escondidas...
Pero Piero se quedó callado al ver a Tai arquear las cejas, sonriendo cuando Piero comprendió que eso era exactamente lo que intentaba darle a entender.
—¿Es por Mia?
—Es por muchas cosas —suspiró Tai, dejando caer su cabeza en el escritorio—. No hemos podido salir en una cita como una pareja normal desde esa noche.
—¡Ja! ¡Lo sabía! —Piero la señaló con una sonrisa victoriosa—. ¡Sabía que habías terminado con Nikita por Alek!
—¿Quieres bajar la voz? —Tai se irguió asustada—. ¿Qué parte de "en secreto" no entendiste? Y para empezar, yo no terminé con Nikita. Él terminó conmigo.
—¿Y por qué terminó contigo?
—Porque... se enteró que Alek era mi ex —Tai ignoró la manera en la que la sonrisa de Piero le recordó a un pequeño diablillo.
—¿Y no pudiste esperar al menos veinticuatro horas para regresar a los brazos de Ivanov?
—No sé porque te cuento las cosas, sí sé que igual me vas a terminar molestando.
ESTÁS LEYENDO
Ruleta Rusa [Libro #2]
RomanceBilogía «Russkaya ruletka». Libro #2. Alek Ivanov se fue a Tokio esperando regresar para saber qué decisión había tomado Tailime Nazarova respecto a su relación. Pero ella nunca volvió de Moscú, dejando el corazón de Alek destrozado. «Dos por uno» s...