17 ⌘ El Soldado

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I never came to the beach or stood by the ocean
(Nunca vine a la playa ni me quedé junto al océano)
I never sat by the shore under the sun with my feet in the sand
(Nunca me senté en la orilla bajo el sol con los pies en la arena)
But you brought me here and I'm happy that you did
(Pero me trajiste aquí y estoy feliz de que lo hayas hecho)
'Cause now I'm as free as birds catching the wind
(Porque ahora soy tan libre como los pájaros planeando en el viento)

Malibu, Miley Cyrus

Lo primero que Tai sintió, fue como se hundía la superficie en la que estaba acostada. Sus párpados pesaban demasiado como para abrirlos.

Muy en el fondo de su mente, supuso que era Mia regresando de un viaje al baño. Por eso le restó importancia.

Pasó solo un segundo en el que de nuevo sintió el colchón removerse. Esta vez, fue movimiento del otro lado de sus piernas, quedando atrapada entre los dos pesos muertos.

Su cuerpo parecía más aletargado de lo normal, porque a pesar de estar consciente de que había alguien a horcajadas sobre sus piernas, no se alteró en lo absoluto. Su mente estaba activa. Sabía lo que estaba sucediendo, porque comenzó a asustarse cuando esos pesos comenzaron a subir por la cama hasta quedar sobre ella.

Al final Tai reaccionó, pero no de la manera que ella esperaba. Parecía como si estuviera comenzando a despertar, inspirando hondo para llenar sus pulmones de aire y estirándose antes de abrir los ojos perezosamente.

Ahí, en todo su esplendor, estaba Alek a escasos centímetros de ella, aprisionándola en su lugar mientras la miraba con esos enormes ojos azules bajo la luz de la luna.

Tai parpadeó dos veces antes de abrir la boca, a punto de preguntarle qué demonios estaba haciendo ahí. Pero Alek fue más rápido y le cubrió la boca con una mano.

Balanceándose solo con la fuerza de su torso, Alek levantó la otra mano para colocar un dedo sobre sus propios labios, indicando a Tai que debía mantenerse callada. Después señaló a un costado suyo, donde Tai pudo ver a Mia del otro lado de la cama, dándole la espalda, dormida y ajena a la escena que se desarrollaba a su lado.

Tai podía escuchar su propia respiración forzada, su pecho subir y bajar debajo de las sábanas antes de regresar su mirada a Alek. Este alzó una ceja, haciéndole una muda pregunta, asegurándose de que no iba a gritar si retiraba la mano.

Bufando por la adrenalina, Tai asintió un par de veces en su afán de hacer que su cuerpo reaccionara.

Despacio, Alek retiró la mano de su boca, dejándola respirar aire entre sus labios.

—¿Qué...?

Okay, wow.

Tal parecía que Alek quería asegurarse de mantenerla callada, porque en cuanto Tai abrió la boca para preguntarle qué demonios estaba haciendo ahí y no en el hotel con la rubia del club, Alek decidió que la forma más efectiva de hacerlo era besarla.

El poco aire que Tai había podido reunir en sus pulmones había quedado atorado en su garganta en un intento inútil de regresarlo al exterior, dejando de respirar en cuanto Alek ejerció más presión sobre sus labios.

La mente de Tai se quedó en blanco, y un escozor familiar que nacía desde la boca del estómago se esparció por todo el cuerpo, quemando hasta las yemas de los dedos. Era como si un montón de cables al descubierto hubieran reemplazado sus terminales nerviosas y un sentimiento de nostalgia la invadió.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora