Epílogo ⌘ Querido Diario,

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This is me praying that
(Esta soy yo rezando para que)
This was the very first page
(Esta sea la primera página)
Not where the story line ends
(No donde termina la historia)
My thoughts will echo your name, until I see you again
(Mis pensamientos harán eco de tu nombre, hasta que te vuelva a ver)
These are the words I held back, as I was leaving too soon
(Estas son las palabras que reprimí porque me iba demasiado pronto)
I was enchanted to meet you
(Estuve encantada de conocerte)

Enchanted (Taylor's Version), Taylor Swift

La primera vez que Tai conoció a Alek fue por mera casualidad. Y la verdad, era solo cuestión de tiempo.

Fue pasando un mes de haber ingresado a la secundaria que Tai estaba en casa después de clases. Había cambiado su uniforme por ropa más cómoda: un par de pantalones desgastados y una playera dos tallas más grandes de lo que debería usar. Estaba acostada en su cama, con sus piernas extendidas y recargadas en la cabecera, sintiendo la sangre huir de los dedos de sus pies mientras tenía toda su atención enfocada en el juego de Game Boy en sus manos.

Después de una complicada semana de exámenes, Tai podía darse el lujo de descansar y disfrutar de su tarde sin hacer nada.

En el fondo, escuchó varios pasos afuera de su cuarto. Sin prestarle más atención, Tai los ignoró. Kai le había dicho que tal vez invitaría a sus amigos con los que había estado sentándose durante el almuerzo.

Eran otros tres chicos y dos chicas, de los cuales, Tai solo recordaba a un enorme chico con cabello castaño que era extremadamente imponente. Una o dos veces se había llegado a cruzar con él en los pasillos, sonriéndole tímidamente, pero jamás cruzando palabras. Ignoraba si el chico sabía que era la melliza de uno de sus amigos.

No culpaba a Kai por no aclarar eso con nadie. Ella no lo había mencionado con sus amigos hasta que un día, Mia llegó a la mesa de la cafetería suspirando por un guapo pelirrojo en su clase de deportes, y se ofendió cuando Tai arrugó su nariz en respuesta. Solo hasta que Tai aclaró que no encontraba atractivo a su propio hermano, fue que sus amigos se enteraron de ese pequeño dato personal.

Su estómago gruñó en reclamo por la falta de alimento.

Con un suspiro, Tai bajó las piernas de la cabecera de su cama y se colocó el par de pantuflas más cómodas que tenía. Solo puso en pausa su juego mientras bajaba las escaleras. No sería la primera vez que se tropezaba con sus propios pies por no ver en donde pisaba. Reanudó el juego mientras intentaba no golpearse con algún objeto que interfiriera en su camino, ignorando las voces que provenían de la cocina.

Y tal vez debería de haber prestado más atención a sus alrededores, porque además de golpearse el dedo pequeño del pie con el mueble junto a la puerta de la cocina y maldecir en ruso, fue hasta que cruzó la puerta que Tai comprendió que no estaba tan sola como ella creía que iba a estar.

Todos se quedaron en silencio cuando cruzó el umbral y Tai levantó los ojos, encontrándose con el grandote de los pasillos casi en su cara, mientras éste sacaba algo del refrigerador. Fueron dos segundos en los que el cerebro de Tai decidía si correr, gritar, o hacer ambos debido a la sorpresa, antes de que su hermano apareciera en su vista periférica.

—Serge, ella es mi hermana —informó Kai en un tono monótono, tomando la botella de jugo que Serge había sacado del refrigerador—. Tai, él es Serge.

—¿Tienes una hermana?

Otra voz hizo que Tai desviara la mirada del gigante, percatándose que no solo estaban Kai y Serge dentro de la cocina, sino otro chico de cabello cenizo se inclinaba sobre la isla en su dirección con una sonrisa en los labios. Junto a él, se encontraban las otras dos chicas con las que había visto a su hermano sentarse en la mesa del almuerzo.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora