32 ⌘ Talón de Aquiles

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Asher llegó a casa de los DiMarco con un ramo de flores, vestido de manera casual y listo para llevar a su novia a su cita. Tocó el timbre de la casa, y Tai se sintió mal por él cuando su expresión cayó al verla parada detrás de Mia, quien llevaba medio cabello arreglado y para nada lista para salir de la casa.

Sin perder tiempo, Mia lo metió a la casa, tomó el ramo de rosas, y de manera apresurada, le dijo que la esperara en la avenida principal sin que el Escuadrón de la Muerte se diera cuenta.

Así como llegó, Asher se encontró de nuevo fuera de casa de los DiMarco, solo que esta vez, no tenía el ramo entre sus manos. A pesar de no entender nada, Asher hizo lo que le pidieron, esperando a Mia en la avenida principal hasta que ésta se escabulló por la puerta trasera de su casa hasta su auto, veinte minutos después.

«—Dejaré la ventana de mi cuarto abierta por cualquier cosa, ¿de acuerdo? —Mia le había dicho antes de salir—. ¿Pasarás la noche en Davis?

—Me quedaré con Anna y Arizona. Dejaré mi teléfono aquí, Gael lo tiene intervenido. Pero regresaré por la mañana.

Mia no había sonado muy convencida. Pero a pesar de eso, abrazó a Tai antes de salir.

—Ten cuidado, ¿sí? Te quiero.

—Yo también te quiero.»

Diez minutos después de que Mia había salido de la casa, Tai se dispuso a tomar la misma ruta que ella, evadiendo la fachada principal de las casas para esconderse de sus guardaespaldas.

Algo torpe, brincó la cerca de madera del patio trasero de los DiMarco. Mia lo había hecho parecer fácil con tacones, pero Tai terminó llena de tierra cuando cayó sobre su costado. Piero tuvo que aguantar la risa al verla con hojas secas en el cabello, limitándose a pasarle su mochila con su cambio de ropa.

El camino estaba cubierto por árboles, con las hojas secas tapizando la tierra, y algunas raíces salidas por el sendero. Trató de no caer de bruces, ayudándose de la cerca de madera para guiarse en el camino y no perderse. Cuando la cerca se terminó, Tai se dirigió hacia la calle, revisando que la camioneta blindada estuviera lo suficientemente lejos para que no la vieran, y se agarró a correr hasta la avenida principal.

Agradeció a su recién descubierta espiritualidad cuando vio el auto de Alek estacionado junto a la banqueta. Sin perder tiempo, abrió la puerta del copiloto y se subió de un brinco.

—He...

Alek apenas y pudo abrir la boca para saludarla cuando Tai arrojó su mochila al asiento trasero y tomó al rubio por las mejillas, callándolo con un beso.

Después de un minuto, Tai soltó a Alek, dejándose caer en el asiento con una risa jadeante.

—Wow —dijo Alek, parpadeando desconcertado—. Hola a ti también.

—Nunca había corrido tanto —Tai se abrochó el cinturón, sus mejillas doliendo de tanto que sonreía—. Siento que estoy en medio de una película de acción.

Alek soltó una carcajada al tiempo que encendía el auto de nuevo, tomando la carretera hacia Davis. Durante el camino hablaron sobre lo que había sucedido con Mia, y Tai se sorprendió con lo comprensivo que Alek se mostró cuando le explicó porqué Mia había sido tan grosera e irritante con él todo el tiempo.

—Hasta cierto punto, tiene razón. Si me advirtió que, de romperte el corazón, desearía no haber nacido —Alek tomó la salida a Davis—. Tengo que admitir que fue ingeniosa, sobre todo en la escuela. Había días en los que quería borrarle esa sonrisa castrante de los labios. Pero entiendo por qué lo hizo. Tienes una buena amiga. ¿Estás segura que no le dirá nada a Asher sobre esto?

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora