Para ser sinceros, Tai siempre era un manojo de nervios ante situaciones inciertas.
Cuando recibió la llamada de Alek diciéndole que su abuelo y su familia querían conocerla, lo primero que se le vino a la mente fue la embarazosa situación de ser el centro de atención. Porque a diferencia de cuando Tai conoció a Anya, ahora tendría que presentarse ante la familia rusa de Alek.
Y cuando ella se presentaba ante la gente de la universidad, lo primero que la gente notaba era su apellido y se hacían expectativas sobre su persona, cuando la realidad de Tai no podía ser más contradictoria. No sabía cómo reaccionaría la familia de Alek cuando se dieran cuenta que su verdadero yo no se acercaba ni remotamente a lo que leía sobre ella misma en las revistas de prestigio y chismes.
Durante el vuelo de hora y media de Moscú a San Petersburgo estuvo moviendo la pierna de arriba abajo hasta que Kai le lanzó una mirada asesina, advirtiéndole que dejara de hacerlo.
Había una limusina esperándolos al bajar del avión. Dragos fue el encargado de manejar, mientras que el resto del Escuadrón de la Muerte liderados por Yoan, los seguían en otro vehículo. A pesar de que Dmitri era el jefe de seguridad de los mellizos, se había quedado a atender asuntos en Moscú.
La seguridad había sido reducida considerablemente después de volverse a asentar en Moscú. Sin la amenaza de Lawrence sobre su cabeza; los mellizos —sobre todo Tai— tenían más libertad de la que habían tenido en mucho tiempo. Además, era mucho más sencillo detectar amenazas estando en suelo ruso que en el americano, sobre todo por la red de infiltrados que tenía BioIntellekt en los cuerpos policiales.
Moscú era el doble de grande que San Petersburgo, por lo que el viaje del aeropuerto a casa de los abuelos de Alek no fue nada comparado a las distancias que tendían a recorrer en casa.
—¿Quieres calmarte?
La voz de Kai trajo a Tai de vuelta a la realidad, absorta en el paisaje que proveían el montón de casitas pintorescas a las afueras de la ciudad. Tai miró a su hermano. Alek había insistido en que fuera él también, consciente de lo ansiosa que Tai se sentiría si tuviera que conocer a toda su familia ella sola.
Kai llevaba un pantalón de vestir negro, con un suéter y bufanda tejida de color gris, ambos cortesía de Adele. Sobre este, llevaba una gabardina beige. Mantenía la vista puesta en la pantalla de su teléfono.
Tai entonces se miró a ella misma. Se preguntó si había sido una buena elección llevar pantalón blanco a una reunión familiar, sobre todo al notar los grandes tramos de tierra que había frente a las casas en vez de la acera peatonal. Su suéter tejido en color beige al igual que su gabardina y botines también la hicieron cuestionarse si no estaba queriendo mandar un mensaje pretencioso con la familia de su novio. Ugh. Tal vez debió de haber optado por llevar un pantalón de mezclilla y una sudadera.
Cuando llegaron a la casa de ladrillos amarillos y marcada con el número siete, Dragos detuvo el auto. Kai no esperó a que el guardaespaldas le abriera la puerta, acomodándose la gabardina mientras Tai salía de la limusina y soltaba un suspiro que fue visible por el frío al contemplar la residencia.
—Por favor, Tailime —Kai la miró con una ceja arqueada—. No es como que vamos a ver al Kremlin.
—Ya lo sé —Tai caminó hasta donde estaba la puerta de madera, tocando el timbre de la casa—. Pero es la familia de Alek. Tú eres el mejor amigo, yo soy la novia. Es una diferencia enorme. No tienes que impresionar a nadie.
—¿Crees que yo no estaba nervioso cuando conocí a la familia de Lisa? —preguntó Kai retóricamente—. Lisa tiene cinco hermanos. Cinco. Sentía que estaba sumergiéndome en un tanque de tiburones. ¿Y sabes qué pasó?
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Ruleta Rusa [Libro #2]
RomanceBilogía «Russkaya ruletka». Libro #2. Alek Ivanov se fue a Tokio esperando regresar para saber qué decisión había tomado Tailime Nazarova respecto a su relación. Pero ella nunca volvió de Moscú, dejando el corazón de Alek destrozado. «Dos por uno» s...