Tai tenía tiempo sin sentir que el día podía irse a la mierda solo porque había despertado con alguna incomodidad. Usualmente iniciaba con un dolor de cabeza, náuseas o un golpe doloroso. Cosas obvias. Cosas que incomodaban.
Pero claro que despertarse con una estimulante sensación entre las piernas no contaba como una incomodidad. Más bien era un inconveniente.
Porque gracias a ello, tenía que pensarlo dos veces antes de soltar frases en ruso cada vez que Alek le dirigía la palabra.
Y eso estaba mal. Muy mal. Porque no sólo Tai estaba redescubriendo que podía ponerse nerviosa al hablar con él, sino porque era delatarse ante los demás. Suficiente había tenido con su desplante en la carretera por enfrentar a Mia al asegurarle, con todas sus letras, que Alek no era más que su amigo y tenía que respetarlo como tal.
Ahora no podía comenzar a hablar en ruso sin levantar sospechas, todo porque volvía a ponerse nerviosa con el simple hecho de que Alek dirigiera esos ojos azules en su dirección.
Ugh.
Volviendo al punto. Si el inconveniente de haber despertado de esa manera hubiera sido tomado como una premonición del día de locos que iba a tener, al menos Tai hubiera estado preparada para lo que se encontró al bajar al muelle privado de la villa.
El día que habían llegado a Malibú, Max y Harry corrieron hacia la cocina en búsqueda de comida, pero olvidaron todo en cuanto miraron por el ventanal que daba hacia la playa, y en vez del mar, un enorme yate se interponía con la vista. Fue un voto unánime dedicar un día exclusivo a navegar en el enorme barco. Y no es como si Tai y Kai fueran a contradecirlos cuando eso estaba en los planes desde un principio.
El día estaba planeado para zarpar tan temprano como pudieran y pasar el resto del día en mar abierto. Tal vez beber un poco más, y tratar de que todos regresaran sanos y salvos, sin ningún ahogado.
Cosa imposible considerando que más de la mitad del grupo tenía una resaca que los hizo considerar si podían posponer la actividad a otro día en el que pusieran mantener el contenido de sus estómagos, y no sisear como vampiros cuando el sol les diera de lleno en la cara.
Pero Tai no podía prometer que nadie terminaría en el fondo del mar cuando al llegar al atraque del yate, justo donde el capitán se encontraba listo para recibirlos a bordo, un grupo de personas que en definitiva ella no había invitado, se encontraban platicando mientras esperaban.
Tai los hubiera confundido como parte de la tripulación, de no ser que una de las personas paradas sobre el muelle; la que llevaba unos diminutos shorts de mezclilla, una blusa de mangas cortas casi transparente sobre un bikini negro dejando ver su vientre, y el cabello rubio sujetado en una coleta en alto; sonrió detrás de sus lentes oscuros y los saludó desde lejos.
Tai pudo disimular la ceja irónica que levantó ante la sonrisa que Skyler les dirigió, gracias a sus propios lentes oscuros y el sombrero de ala ancha que portaba sobre la cabeza. Mientras que justo a un lado de Luka, Alek le respondía el saludo, adelantándose un par de pasos.
—«¿Te sientes bien?»
Tai miró a su derecha, donde Niki la miraba preocupado, haciéndole la pregunta en un susurro, como si no fuera suficiente el que le preguntara en ruso. Supuso que no había sido tan disimulada como había querido, porque también Emma la miraba extrañada.
—Estoy bien —le aseguró Tai, lo suficientemente fuerte para que Emma también escuchara—. Solo me duele un poco la cabeza.
—Yo aún tengo sed —Niki se quejó, dejando caer los hombros hacia el frente en una pose derrotada—. ¿Será muy malo que me tire al mar y beba toda el agua?
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Ruleta Rusa [Libro #2]
RomanceBilogía «Russkaya ruletka». Libro #2. Alek Ivanov se fue a Tokio esperando regresar para saber qué decisión había tomado Tailime Nazarova respecto a su relación. Pero ella nunca volvió de Moscú, dejando el corazón de Alek destrozado. «Dos por uno» s...