10 ⌘ El Método Socrático

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Método Socrático: [fil. Cualquier momento entre dos personas cuando estas buscan la respuesta a una pregunta si esta la admite mediante su propio esfuerzo de reflexión y razonamiento.]

Cuando Mia le recomendó Bridgerton en Netflix, Tai tuvo que preguntarse por la sanidad de su mejor amiga.

Era una tarde normal y aburrida en la clínica cuando Mia comenzó a balbucear sobre la confirmación de la tercera temporada del show, y de cómo dudaba que pudieran superar la segunda temporada con su temática de rivales a amantes tan fácil como lo estaban haciendo parecer.

Tai no dijo nada, porque en verdad no tenía idea de que aportar ante la obvia conversación unilateral, y porque no tenía la más remota idea de lo que la castaña estaba hablando.

Mia entonces alzó las cejas, incrédula, sacando su teléfono y leyéndole la sinopsis de la trama sin soltar ningún spoiler. Tai tenía que admitirlo, parecía que la serie prometía una buena tarde de maratón, pero entonces Mia cometió un gran error. O bueno, era un error si lo que Mia quería era que viera la serie. Porque cometió el pequeño desliz de mencionar que la serie estaba basada en libros.

Y Tai era un caso perdido respecto a los libros. Mia lo sabía, y en cuanto notó a Tai más callada de lo habitual mientras hablaba del reparto y lo que más le había gustado, solo bastó quedarse callada dos minutos para confirmar que la mente de Tai había despegado del planeta, y que había pasado los últimos diez minutos hablando sola.

No era de extrañarse que saliendo de la veterinaria, Tai le enviara un mensaje de texto a Dmitri para decirle que iría a la librería más cercana.

Así se evitaba un percance como el de la primera vez que rompió el protocolo sin querer. Tai terminó con la camioneta de Irina atravesada en una calle de Sacramento, con Dmitri y Yoan bajando de los asientos de copiloto y traseros respectivamente, haciendo todo un espectáculo que llamó la atención de al menos una docena de transeúntes que creían que se trataba de un secuestro. Los locos lo hicieron solo para recordarle que si iba a cambiar de rumbo, lo menos que Tai podía hacer era avisar para no causarles un infarto.

Así que un libro y medio después, Tai se encontraba leyendo en su habitación, las piernas dobladas debajo de ella en el enorme sillón blanco junto a la ventana de su habitación. Se mordía el labio inferior mientras sus ojos viajaban de un lado a otro devorando las palabras, sintiendo la emoción que solo un libro de ese tipo podía arrancarle desde las entrañas, y apretando las piernas para intentar calmar un poco el cosquilleo entre ellas.

Tendía a leer entrada la noche, cuando estaba segura que nadie más la molestaría en su cuarto y podría leer sin parar hasta que sus ojos pesaran. A veces terminaba dormida sobre el sillón.

No era que se avergonzara de leer literatura erótica, es más, nunca lo había hecho. Pero su lado romántico aunado a la época en la que estaba desarrollada la historia —porque Tai hubiera dado su brazo derecho por nacer en el periodo de la Regencia de Inglaterra—, había terminado de convencerla de comprar toda la saga de libros. Y si a eso se le sumaban un par de escenas sugerentes...

Tai sacudió la cabeza, despejando su mente para enfocarse nuevamente en la discusión que mantenían los dos protagonistas, la tensión tan evidente que mostraba que toda la escena iba a terminar en una sola e irrevocable dirección.

—«¡Cariño!»

Como había dicho, no era que Tai se avergonzara de leer algo erótico. Pero escuchar a su novio entrar por la puerta de su habitación sin previo aviso la hubiera asustado estuviera haciendo lo que fuera.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora