Extra 37.5 ⌘ Estado de Shock

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[Este capítulo comienza justo al término del Capítulo 37: Olivia Seyfried]

—¡¿Cuánto falta, Kai?!

—¡Aún no tengo señal!

—¡Date prisa!

Pero cuando Alek volvió a mirar a Tai, creyó notar que había dejado de respirar, sus ojos se mantenían abiertos, pero la luz se había extinguido. El pánico se apoderó de Alek, y jamás se había sentido tan inútil y patético en su miserable existencia mientras veía como se le escapaba la vida de Tailime entre los dedos manchados de sangre.

—¡Tai! —le volvió a palmear la mejilla, manchando aún más su rostro. Los golpes pasaron de ser cuidadosos a más intensos, incluso volteando su rostro hacia el respaldo del asiento—. ¡Por favor, Tailime! ¡Despierta!

Los párpados de Tai cayeron sin fuerza, y la primera reacción de Alek fue inclinarse sobre ella para tratar de escuchar su respiración por sobre los latidos de su propio corazón.

—¡Alek! ¡¿Cómo está?!

—¡No está respirando!

Sin perder tiempo, y como pudo, Alek se hincó en el espacio frente a los asientos, colocando presión sobre la herida en un burdo intento por detener el sangrado, mientras que la otra la colocó sobre el tórax de Tai, comenzando a bombear a media fuerza.

Alek contó hasta treinta, soltando la herida, levantándole el rostro a Tai y apretando la nariz para darle respiración de boca a boca.

Hacía unos meses, Kai había bromeado con Alek en la playa de Santa Mónica llamándolo "salvavidas". Ahora, Alek estaba intentando recordar todos los pasos a seguir para llenar los pulmones de Tai con aire.

Otra tanda de compresiones, con los dedos manchados de más sangre que no paraba de brotar, y el Jeep se llenó con el sonido de una llamada.

¿Están...?

—¡NECESITO UN HOSPITAL! —Kai no se anduvo con rodeos, rugiendo sobre la voz de Gael—. ¡YA!

Te envío las coordenadas para...

—¡Me vas a tener que guiar! ¡No estoy para estar mirando la pantalla!

¿Qué...?

—¡Tailime se está desangrando! —la voz de Kai se rasgó por un momento, pasando saliva con dificultad—. ¡Así que si algo le pasa a mi hermana por tu ineptitud, Wilson, la furia de mi abuelo te parecerá un juego de niños comparada conmigo!

Gira a la derecha ahora.

Alek no paró las compresiones, adecuándose a los giros bruscos que daba Kai cada vez que Gael se lo indicaba.

—Por favor —sollozó Alek con lágrimas en los ojos, jadeando por el esfuerzo y frustrado por la falta de reacción de Tai—. Por favor, mi amor. Ya te fuiste tres años. No puedes volver a dejarme solo.

Alek pegó su frente con la de Tai, dejando que cayeran varias lágrimas. Pero Tai seguía inmóvil, y el único color de su rostro era de la sangre que Alek había esparcido con sus dedos.

No podían quitársela, no ahora. No cuando las cosas estaban tomando el curso que deberían. Alek daría todo, absolutamente todo por haber cerrado a tiempo la puerta, por haber encontrado el nombre de Olivia Seyfried antes, con tal de ver a Tailime abriendo los ojos, desorientada pero con vida, sorprendida de ver a Alek en su camioneta.

—¡Lo veo! —el grito de Kai trajo de vuelta a Alek, que seguía con medias compresiones, y le preocupaba que la sangre hubiera dejado de brotar de la herida como cuando habían huido de la casa de campo.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora