24 ⌘ El Fantasma De Una Vida Pasada

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Las cosas regresaron a la normalidad después de la fiesta, por así decirlo. Tal parecía que lo único que Tai necesitaba era ser un poco más dura. ¿Quién lo diría?

Los compromisos eran buenos. Tai pasaba menos tiempo en la veterinaria, tenía tiempo para ver a sus amigos, y Niki pasaba menos tiempo en su computadora jugando videojuegos, conviviendo con los amigos de Tai. Aun así, ambos se daban el tiempo para salir solos algunos días de la semana.

No era igual que como sucedía en Rusia, pero era mejor que lo que habían estado teniendo los últimos meses.

Las citas no eran tan elaboradas. Tai trató de justificarlo diciendo que ellos ya no estaban en la etapa donde una cita podía emocionarlos como en el principio de su relación, y preferían hacer cosas mundanas, pero juntos.

Tai no se iba a poner quisquillosa al pedir que salieran con vestido de gala a algún restaurante famoso, porque en realidad, nunca lo habían hecho. Pero tampoco mentiría si dijera que le gustaría ir a cenar a un restaurante, arreglarse para salir, y que Niki pasara por ella a su habitación y la fuera a dejar cuando la cita terminara. Como si no vivieran bajo el mismo techo.

Algún día. Tal vez Tai lo propondría para la siguiente cita.

Por lo pronto, Tai y Niki habían ido al centro comercial para pasear un rato, después pedirían algo de comer y pasarían la tarde viendo películas en la sala de cine de la mansión. Niki estaba entusiasmado. Uno de sus amigos virtuales le había dado una lista de películas de terror para maratonear, y quería compartirlo con Tai.

Tai estaba dispuesta, aunque dudaba que Niki fuera a dormir por la noche con lo miedoso que era.

El día estaba nublado y amenazaba con llover. Era de los últimos días que llovería en Sacramento, siendo finales de mayo. Y Tai adoraba ese clima. Era propenso para quedarse en casa y abrigarse bajo un cobertor. Ideal para citas románticas.

Ambos estaban en el área de comida. Habían ordenado una pizza y tenían un aparato que les indicaría cuando estuviera lista. Tomaron asiento en una de las mesas que estaban libres, platicando entre ellos y jugando una guerra de pulgares. Tai acababa de ganar una ronda cuando levantó la vista, a punto de regodearse en su triunfo con una sonrisa, cuando lo vio.

Fue en cámara lenta, como ver un fantasma de una vida pasada.

Entrando por el acceso principal del área de comida, James Grant caminaba con su atención puesta en su teléfono.

Sus rizos seguían tan desordenados como siempre, solo que ahora tenía al ras el cabello de los costados, dejando la mata de cabello en la parte superior de su cabeza. Seguía siendo alto, y su piel tan tostada como la primera vez que había llegado al instituto.

Y unos ojos tan azules como los recordaba, ahora que James había alzado la cabeza y sin querer, ambos cruzaron miradas.

Al principio, pareció que James iba a pasarla de largo, pero su vista volvió hacía ella antes de detenerse, y miró a Tai como si ella también fuera un fantasma.

—«¿Cariño?» —la voz de Niki trajo a Tai de nuevo a la realidad, aspirando una gran cantidad de aire por la boca.

Al principio se sintió un poco desubicada, pero cuando vio la mano de Niki agitarse frente a ella, parpadeó hasta recordar donde estaba.

—«¿Todo bien?»

—«Sí. Es solo...»

—¿Tai?

Uh, oh. Tai entró en modo pánico. Algo que hace tiempo no sentía. Porque una cosa era retomar las cosas con sus amigos, y una muy diferente hacerlo con aquel que había sido su amigo, después había intentado salir con ella, para al final haber sufrido un ataque personal por siquiera intentarlo.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora