30 ⌘ Síndrome de Clerambault

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La siguiente vez que Alek se presentó en la mansión Nazarova, fue recibido por la escena más curiosa que había visto. Al salir de su turno en el restaurante, la Escalade de los Nazarova lo estaba esperando afuera, con Mihai recargado en la puerta del copiloto y haciendole una señal con la cabeza para que subiera y llevarlo a la mansión.

Tai estaba sentada en la recepción, recargando sus codos sobre las rodillas, mientras fulminaba a una persona que le daba la espalda a la entrada. Detrás de ella, Irina estaba recargada en el respaldo del sillón, sonriendo con desdén y mordiéndose el labio de una manera sutilmente diferente a como tendía hacerlo Tai.

La sonrisa de Irina creció cuando se percató de la presencia de Alek.

—¡Hola! ¡Ven, siéntate aquí con Tailime!

Alek dejó que Harold tomara sus cosas.

Los ojos de Tai se iluminaron al verlo, pero después retomó el ceño fruncido cuando volvió a fijar su atención en el chico sentado en el sillón individual, que miraba a cualquier punto de su alrededor al sentirse juzgado por la Nazarova.

Lo curioso del chico, era que lucía casi exactamente igual a Alek. Ambos tenían el cabello rubio, aunque el chico lo llevaba un poco más rizado y largo. Ojos azules y complexiones similares. Si Alek se lo hubiera topado en la calle, incluso le hubiera pedido una fotografía para conmemorar el hecho de que había encontrado a su doppelgänger.

Pero Alek prefirió pasarlo de largo para besar a Tai en la cabeza, quien se cruzó de brazos mirando a su clon, aún enfadada.

—¿Qué sucede?

—¡Oh! —Irina danzó alrededor del sillón cuando Alek se sentó junto a Tai. Desplazándose hacia el sillón individual, tomó al chico por los hombros y recargó su cabeza sobre la de él—. Permíteme presentarte a mi nuevo novio. ¿No es un bombón?

El chico se removió incómodo ante el contacto de Irina, pero no se retiró. Alek cruzó miradas con él, pero el chico bajó sus ojos cuando se percató que Tai seguía molesta.

—¿Tienes permitido tener novio? —preguntó Alek, confundido ante la situación.

—No, bobo —se rió Irina, enderezándose—. Te presento a Ihan. Él será tu doble.

Oh. Alek parpadeó, ignorando como Tai volvía a refutar, como si esa simple oración la ofendiera. Tenía la misma actitud como el primer día que Dmitri se había presentado en la escuela, cuando comenzaron a tener vigilancia veinticuatro-siete.

Alek sabía que Irina era la doble de Tailime en casos de emergencia, además de que fungía como su guardaespaldas. Pero jamás se imaginó que él terminaría con su propio doble/guardaespaldas.

—Bien, ya estás aquí —Dmitri salió por una de las puertas de los salones de planta baja, acomodándose el saco por el cuello—. Creo que Irina te dijo lo básico.

—¿Por qué tengo un doble? —quiso saber Alek.

—Porque su relación —Dmitri señaló tanto a Alek como a Tai—, causa demasiados problemas.

—Oye —Irina intervino—. No seas tan duro con ellos. Suficiente tienen con un loco psicópata intentando hacerles daño.

—Tengo el encargo de la señora Nazarova de hacer que sus hijos sean felices —dijo Dmitri con ironía—. Y parte de la felicidad de Tailime, si no es que toda, depende de que te mantengamos vivo. Así que, si quieres ver a Tailime, tenemos que despistar al enemigo. No podemos declarar que están volviendo a salir. Nadie puede saberlo, ni siquiera sus amigos. ¿Entendido?

Alek fue el que tuvo que asentir. No había dicho nada aún a nadie porque él mismo estaba tratando de asimilarlo. Además de que seguía en shock después de los descubrimientos revelados una semana anterior.

Ruleta Rusa [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora