La Desesperación en el Bosque y el Sufrimiento de Alicent
Año 130 d.C.
En el silencio del bosque, bajo la sombra de los árboles, Alicent Hightower se movía con una desesperación frenética. Desnuda y desorientada, su cabello suelto caía en mechones desordenados alrededor de su rostro. Las hojas y ramas pequeñas se enredaban en su cabello, y sus pies, heridos y ensuciados por el contacto con el suelo agreste, dejaban un rastro de dolor en cada paso. Sus ojos, vidriosos y sin foco, miraban al vacío con un aire de resignación.
Avanzando lentamente, llegó a la orilla de un lago cercano. El agua calma reflejaba el cielo gris, y el silencio del lugar era interrumpido solo por su respiración entrecortada. Alicent se adentró en el lago, sus pies tocando la fría superficie del agua, y se sumergió lentamente. Su cuerpo se hundió, las burbujas ascendieron a la superficie, y pronto, la tranquilidad del lago la envolvió por completo. Con los ojos cerrados, se entregó a la oscuridad, su mente y su cuerpo rendidos a la paz del olvido.
Rhaela Targaryen llegó al borde del lago montada a caballo, su elegante vestido blanco con bordados y aperturas en las piernas ondeando con el viento. Su capa de seda y el velo con transparencias flotaban con gracia a su alrededor. La joven princesa descendió del caballo con agilidad y observó el cuerpo flotante de Alicent en el agua. Sin perder tiempo, Rhaela se adentró en el lago, el agua empapando su vestido mientras se acercaba a la figura inconsciente.
Con delicadeza y fuerza, levantó a Alicent del agua y la llevó de vuelta a la orilla. Alicent no reaccionaba, sus ojos cerrados y su respiración débil. Rhaela preparó a la prisionera para el viaje a Rocadragón, asegurándola sobre el caballo antes de partir. La joven princesa, con una expresión determinada, montó de nuevo y se dirigió a Rocadragón.
El viaje fue largo y arduo. A través de senderos solitarios y paisajes desolados, Rhaela mantuvo un ritmo constante, consciente de la importancia de su misión. El peso de Alicent sobre el caballo era un recordatorio constante del frágil estado de la mujer que alguna vez había sido poderosa y respetada.
Al llegar a Rocadragón, Rhaela entregó a Alicent a su madre, Rhaenyra Targaryen. La reina negra, al ver a su antigua rival en tal estado, mantuvo una expresión controlada a pesar de la sorpresa y preocupación que sentía. Rhaenyra observó a su hija, notando la determinación en sus ojos.
—Rhaela, has hecho bien en traerla —dijo Rhaenyra con voz grave—. Ahora, dejemos que se encarguen de ella.
Mysaria, encargada de la custodia de Alicent, pronto vio una oportunidad para sacar provecho de la situación. Alicent fue llevada a las celdas, donde la oscuridad y la suciedad eran una constante. La celda estaba llena de ratas, arañas, y gotas de agua que caían de las paredes mohosas, creando un ambiente de desesperación y abandono.
Alicent, aún inconsciente, fue arrojada a la celda. Cuando comenzó a despertar, su mente estaba nublada, y el dolor físico se sumaba al tormento mental. Sus ojos se abrieron lentamente, revelando un estado de confusión y terror. Los guardias, ansiosos y despiadados, la rodearon con una mezcla de asco y morbosa excitación.
—Mira lo que tenemos aquí —dijo uno de los guardias, su tono cargado de desprecio—. La reina ha caído bajo nuestro poder.
Alicent, temblando y aterrorizada, murmuraba incoherencias mientras trataba de cubrirse, pero sus movimientos eran torpes y débiles. Sus labios murmuraban palabras sin sentido, su mente atrapada en un torbellino de dolor y confusión.
—No te preocupes, reina —dijo otro guardia con una risa cruel—. No hay necesidad de esconderte. Ahora es nuestra turno.
Los guardias comenzaron a maltratar a Alicent, tocando su cuerpo con desprecio y realizando actos de violencia en su contra. Sus insultos eran brutales y denigrantes, mezclando amenazas y palabras sucias.
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El último dragón: La casa del dragón
Novela JuvenilEl último dragón: La Saga Targaryen ofrece una mirada profunda a las complejidades de la política familiar, el amor y el poder en la casa Targaryen. A través de los ojos de Rhaena, la novela explora la tensión entre el deber y el deseo, la lealtad y...