Capítulo: El Secreto Revelado
El cálido sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Rhaela, creando patrones dorados en el suelo de mármol. La princesa había despertado antes de lo habitual, sintiéndose extrañamente inquieta. Había estado sintiendo una serie de malestares en las últimas semanas, que atribuía al estrés y al cansancio, pero la sensación persistente la había llevado a buscar una respuesta.
Con pasos lentos, se dirigió al baño privado de sus aposentos. Se miró en el espejo, notando cómo su rostro mostraba signos de cansancio, pero también una determinación férrea. No era la primera vez que se sentía así, y la inquietud en su interior le impulsó a buscar una respuesta definitiva.
Ordenó que trajeran al maestre de la corte, un anciano de rostro arrugado y mirada sagaz. La habitación se llenó con un silencio expectante mientras él examinaba a Rhaela, quien esperaba con una mezcla de ansiedad y esperanza. Los minutos parecieron alargarse infinitamente antes de que el maestre emitiera un suspiro grave.
—Princesa —comenzó, con voz suave pero cargada de solemnidad—, debo informarle que los síntomas que ha estado experimentando son indicativos de un embarazo.
Las palabras del maestre cayeron sobre Rhaela como un peso inesperado. Su mente se tambaleó mientras trataba de procesar la noticia. Embarazada. La idea era desconcertante y, a la vez, inevitable. Recordó los momentos con Aemond, antes de su partida y sus intentos de asumir que la vida seguiría con normalidad a pesar del caos en el que se encontraba.
—¿Cuánto tiempo? —preguntó Rhaela, su voz apenas un susurro.
El maestre consultó las notas y la información recopilada durante el examen.
—Aparentemente, lleva varios meses embarazada, quizás entre cuatro o cinco. Los signos son claros, y con los exámenes actuales, podemos confirmar que está en la etapa media del embarazo.
El impacto de la noticia la golpeó con fuerza. Las semanas y los meses de incertidumbre y conflicto, las batallas políticas y personales, habían ocurrido mientras llevaba esta nueva vida dentro de ella. La revelación era agridulce; por un lado, se sentía una profunda conexión con la vida que crecía en su interior, pero por otro lado, la realidad de las circunstancias y las amenazas que enfrentaba pesaban enormemente sobre ella.
—Gracias, maestre —dijo Rhaela, su voz cargada de gratitud y preocupación. —Me retiraré para pensar en esto.
Una vez que el maestre se retiró, Rhaela se quedó sola en la habitación. La noticia del embarazo la llevó a reflexionar sobre su vida y el futuro de su hijo o hija. Pensó en Aemond, en el conflicto que había llevado a su separación y en cómo el destino les había jugado una partida cruel.
Sabía que debía informar a Aemond sobre el embarazo. El peso de la revelación la llevó a decidir redactar una carta. Se sentó en su escritorio, tomando una pluma y un pergamino, y comenzó a escribir. Mientras lo hacía, su voz, en un susurro casi reverente, le daba vida a las palabras que plasmaba.
—"A mi esposo Aemond, en el cual el destino ha entrelazado nuestras vidas de manera intrincada y compleja" —comenzó a leer en voz alta mientras escribía—. "Desde nuestra separación, he enfrentado las tormentas del corazón y del cuerpo con una resistencia que ahora se revela en la forma de un secreto que debe ser compartido."
Su mano temblaba ligeramente mientras continuaba, los recuerdos de sus momentos juntos y las dificultades actuales inyectando un toque de melancolía a cada palabra.
—"Hoy, al recibir la verdad que ha estado oculta bajo el velo de mi existencia, debo revelarte que llevamos en nuestro interior la promesa de una nueva vida. Es un secreto que ha crecido con el tiempo, y que se ha manifestado en un embarazo que se ha desarrollado en mi vientre durante varios meses."
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El último dragón: La casa del dragón
Teen FictionEl último dragón: La Saga Targaryen ofrece una mirada profunda a las complejidades de la política familiar, el amor y el poder en la casa Targaryen. A través de los ojos de Rhaena, la novela explora la tensión entre el deber y el deseo, la lealtad y...