Capítulo 53: Amor y Desafíos

1 0 0
                                    

Capítulo: Amor y Desafíos

Meses habían pasado desde la conquista de Harrenhal, y en ese tiempo, Aelor, hijo de Rhaela y Aemond, había encontrado más que una fortaleza bajo su control. Su amor por Alys Ríos había crecido con cada día que pasaba. Las noches de pasión entre ellos se convirtieron en una rutina que hacía temblar las paredes de Harrenhal. Alys, a sus 34 años, encontraba en el joven Aelor, de 22, no solo un amante, sino un compañero que la hacía sentirse viva de nuevo.

El vínculo entre ellos se profundizó con el tiempo, y ambos sabían que su relación debía ser formalizada para tener algún futuro. Así, tomaron la decisión de dirigirse a Desembarco del Rey en busca de un trato que les permitiera casarse.

Llegaron a la capital del reino con esperanzas y nerviosismo. El imponente Trono de Hierro estaba ocupado por el rey, mientras la reina observaba desde su lugar. Aelor y Alys se postraron ante ellos, presentando su petición.

Majestades - comenzó Aelor con voz firme -, vengo a pedir su bendición para casarme con Alys. Sé que es una bastarda, pero el amor que compartimos es verdadero y fuerte.

El rey y la reina se miraron, y una sombra de desaprobación cruzó sus rostros. La reina fue la primera en hablar.

Aelor, tu lealtad a tu casa es incuestionable, pero no podemos permitir tal unión. Alys es una bastarda y, además, una exiliada.

Aelor sintió un nudo en el estómago, pero antes de que pudiera responder, Lyonnel Strong, padre de Alys y ahora miembro de la corte, dio un paso al frente.

Majestades, pido permiso para hablar. Alys ha servido lealmente todos estos años. Si su linaje es un problema, entonces le otorgo mi apellido. Alys Strong no será más una bastarda.

El silencio llenó la sala del trono mientras los reyes consideraban la oferta. Finalmente, el rey habló.

Incluso con un nombre legítimo, Alys no es una candidata adecuada para un heredero al trono. Lo siento, Aelor, pero nuestra decisión es definitiva.

El joven Targaryen sintió una ola de frustración y rabia, pero se mantuvo en silencio. Sin embargo, cuando se retiraron de la sala del trono, su padre Aemond lo abordó furioso.

¡Aelor! - rugió Aemond, con los ojos llenos de ira. - ¿Qué piensas que estás haciendo? Tras la pérdida de tu melliza, eres el heredero al trono. No puedes casarte con una bastarda, y menos aún una exiliada.

Aelor, respirando con dificultad, se enfrentó a su padre.

Padre, la amo. ¿No entiendes? No puedo simplemente abandonar mis sentimientos porque alguien más lo considere inapropiado.

Aemond se acercó más, su voz baja pero cargada de enojo.

No es solo inapropiado, es una traición a tu deber. La corona no puede permitirse debilidades, y tú, como heredero, tienes responsabilidades que van más allá de tus deseos personales. Si continúas por este camino, no solo pones en riesgo tu futuro, sino también el de toda nuestra casa.

Aelor se quedó en silencio, las palabras de su padre pesando sobre él como una carga imposible de soportar. Sabía que su amor por Alys era real y profundo, pero también entendía la gravedad de su posición. Mientras los pensamientos y las emociones se arremolinaban dentro de él, se dio cuenta de que tenía que tomar una decisión que definiría su futuro y el de su familia.

Las próximas semanas en Harrenhal estuvieron llenas de tensión. Aelor y Alys continuaron su relación, pero la sombra de la desaprobación y las expectativas familiares pesaba sobre ellos. Sabían que el camino que habían elegido no sería fácil, pero estaban decididos a enfrentar lo que viniera, juntos.

[...]

Meses pasaron desde la tensa reunión en Desembarco del Rey, y Aelor y Alys no se dejaron intimidar por la negativa de los reyes. Su amor, cada vez más profundo, los llevó a tomar una decisión que cambiaría sus vidas para siempre. En secreto, en una noche oscura y cargada de estrellas, se casaron en los vastos terrenos de Harrenhal. La boda fue sencilla pero cargada de emoción y promesas de un futuro juntos.

El embarazo de Alys avanzaba rápidamente y, según el maestre de Harrenhal, el parto era inminente. La ansiedad y la emoción se mezclaban en el aire mientras Alys y Aelor esperaban el nacimiento de su hijo. El destino quiso que Alys diera a luz en un lugar inesperado: el lomo del imponente dragón de Aelor, Rheigar. Este dragón, temible y majestuoso, era un poco más grande que la difunta Meleys, con escamas de un profundo color morado y plateado que reflejaban la luz con un brillo aterrador. Rheigar era un reflejo del linaje poderoso de su madre, Rhaela.

En una noche tranquila, bajo el manto de las estrellas, Alys comenzó a sentir las primeras contracciones. Aelor, preocupado pero decidido, la llevó a Rheigar, sintiendo que el vínculo entre ellos y el dragón les daría la fuerza necesaria. Con cada rugido del dragón, Alys gritaba, y finalmente, en un momento de pura magia y poder, dio a luz a una niña.

Aelor sostuvo a la recién nacida en sus brazos, sus ojos llenos de lágrimas de alegría y orgullo.

La llamaremos Alia I, en honor a mi melliza fallecida.

Alys, agotada pero feliz, asintió y acarició suavemente la mejilla de su hija.

Alia I, un nombre digno de una reina.

La noticia del nacimiento de Alia I no tardó en llegar a Desembarco del Rey. Los rumores se extendieron rápidamente, y pronto llegaron a oídos de la reina Rhaela. Su reacción fue inmediata y feroz. La furia se apoderó de ella al saber que su hijo había nombrado a su nieta igual que a su hija fallecida, una hija que había sido su dolor más grande.

En el salón del trono, Rhaela se levantó con una expresión de rabia contenida. Su voz, aunque controlada, resonó con una intensidad que hizo temblar a todos los presentes.

¿Cómo se atreve? ¿Cómo se atreve a manchar el nombre de mi Alia con una bastarda?

El rey y la corte miraban en silencio, sin atreverse a intervenir. Rhaela caminó de un lado a otro, su mente trabajando furiosamente mientras trataba de controlar su ira.

Mi hijo, Aelor, ha traicionado nuestra sangre. Ha deshonrado a nuestra familia. Esto no puede quedar así.

El rey, observando a Rhaela, intentó calmarla.

Rhaela, debemos actuar con cautela. La situación es delicada.

Pero Rhaela no quería escuchar razones.

No, no más. Tomaré medidas, haré lo que sea necesario para proteger nuestro linaje. Alys y su hija no tienen cabida en nuestra familia.

Los próximos días en Desembarco del Rey estuvieron llenos de tensión. La noticia del nacimiento de Alia I había desatado una tormenta en el corazón de Rhaela, una tormenta que amenazaba con desatarse sobre cualquiera que se interpusiera en su camino. Aelor y Alys, lejos en Harrenhal, desconocían la magnitud de la ira de Rhaela, pero sabían que su amor y su hija serían el centro de una lucha que estaba lejos de terminar.

El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now