Capítulo 52: La Batalla de Harrenhal

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Capítulo: La Batalla de Harrenhal

Año 152 d.C. La oscuridad del pasado parecía resonar en los muros desgastados de Harrenhal, un recordatorio constante de los tiempos de guerra y traición. La majestuosa fortaleza, una vez conquistada por Daemon Targaryen y bajo el dominio de la reina Rhaenyra, había caído en el olvido durante años. Ahora, los Verdes habían decidido que era el momento de reclamar su antigua gloria y demostrar su poder.

El sol se alzaba sobre el campo de batalla mientras los ejércitos verdes se acercaban a Harrenhal. Aelor y Lyra, hijos de Aemond y Rhaela, encabezaban la ofensiva, demostrando una determinación feroz en sus rostros jóvenes. A pesar de las órdenes de su madre, que había caído en una espiral de apatía y tristeza, los dos hermanos estaban decididos a cumplir con su deber y reafirmar el poder de su casa.

Los alrededores de Harrenhal se vieron envueltos en llamas. Aelor, montado en su dragón, veía desde el aire cómo el fuego devoraba los bosques y los campos cercanos, mientras que Lyra coordinaba las tropas con una eficiencia helada. El suelo temblaba bajo el peso de los ejércitos verdes, y el caos se desataba a medida que se acercaban a las murallas de la fortaleza.

Dentro de Harrenhal, el ambiente era muy diferente. Alys Ríos, una figura conocida por su belleza y por su pasado tumultuoso con los Targaryen, se encontraba en el centro del castillo. Aunque había sido exiliada por el rey Aemond, su corazón y su mente aún estaban atrapados en el pasado. Ahora, con la amenaza inminente de los Verdes, Alys enfrentaba una decisión crucial.

Mientras los gritos de batalla se oían desde fuera, Alys se encontró ante la presencia de Aelor, quien había entrado en la fortaleza con una precisión implacable. Aelor, con su mirada aguda y una presencia que recordaba a la de su madre Rhaela, captó la atención de Alys de inmediato. La imagen del joven Targaryen, con su fuerza y belleza, era un reflejo doloroso de su pasado y una atracción irresistible.

Alys, al ver a Aelor, sintió una oleada de emociones conflictivas. Aunque sabía que su aceptación de los Verdes podría significar su perdición, el encanto y la presencia de Aelor la atraparon. Era como si el pasado regresara en forma de su hijo, el joven que poseía la gracia y el atractivo de su madre.

Aelor, hijo de Aemond y Rhaela - dijo Alys, su voz temblando ligeramente. - ¿Qué deseas de mí?

Aelor, con una mezcla de firmeza y desdén, respondió:

He venido a reclamar lo que es nuestro por derecho. Harrenhal debe ser tomado, y tú, Alys Ríos, debes aceptar nuestra soberanía.

Alys, derrotada por la presión y el encanto de Aelor, asintió lentamente. Sus pensamientos estaban llenos de confusión mientras observaba al joven Targaryen.

Si has venido para reclamar este lugar, lo aceptaré. No tengo más opción - dijo Alys, su voz cargada de resignación y un toque de admiración.

A medida que pasaban los días y las hostilidades continuaban, Alys y Aelor comenzaron a compartir momentos íntimos en el castillo. La atracción entre ellos se convirtió en algo más profundo. Alys, a pesar de su lealtad anterior y su doloroso pasado, encontró en Aelor una conexión que la llevó a enamorarse perdidamente. La sombra del pasado y las cicatrices de su vida anterior parecían desvanecerse en la presencia del joven Targaryen.

El conflicto en Harrenhal, con sus llamas y sangre, contrastaba con la creciente relación entre Alys y Aelor. Aunque la fortaleza había caído y la guerra había reclamado su precio, en medio del caos, un nuevo vínculo se formaba, uno que desafiaba el dolor y el odio del pasado.

Mientras Harrenhal se reconstruía bajo el dominio de los Verdes, el reino observaba con expectación, sin saber que en medio de la destrucción y la conquista, el amor y la traición seguían jugando sus propias partidas en el tablero del poder.

El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now