Capítulo 33: Juicio de Sangre

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Capítulo: Juicio de Sangre

133 d.C

La mañana del juicio por combate se alzaba sobre Desembarco del Rey con una fría luz que reflejaba la tensión en el aire. La arena del coliseo había sido preparada para el evento que determinaría el destino de Alys Ríos, pero el verdadero espectáculo era la lucha entre Rhaela y Addam, el guardia con el que Rhaela había compartido una noche turbulenta en el pasado. El juicio estaba a punto de comenzar y la multitud se arremolinaba, ansiosa por ver el desenlace de este dramático enfrentamiento.

El coliseo estaba lleno de espectadores, entre ellos nobles, cortesanos y ciudadanos de Desembarco del Rey. El bullicio de la multitud se calmó a medida que el juicio por combate estaba a punto de iniciarse. Rhaela y Addam, cada uno en lados opuestos del campo de batalla, esperaban la señal para comenzar. Rhaela se encontraba en el centro de la arena, vestida con una armadura negra brillante que resplandecía a la luz del sol. Su expresión era de determinación fría, su mirada fija en su oponente.

Addam, alto y musculoso, con su cabello dorado ondeando al viento y sus ojos azules como el hielo, estaba equipado con una pesada armadura plateada que destacaba entre la multitud. La tensión entre los dos era palpable, con la multitud murmurando y esperando el comienzo del combate.

El cuerno del coliseo sonó, marcando el inicio del juicio por combate. Rhaela y Addam se enfrentaron, ambos con espadas en mano. Los primeros intercambios fueron rápidos y feroces, con Addam mostrando su habilidad con la espada, atacando con precisión y fuerza. Rhaela, aunque claramente en desventaja física debido al tamaño y la fuerza de su oponente, se movía con agilidad y astucia, esquivando los golpes de Addam.

Addam, confiado en su habilidad, comenzó a dominar el combate. Sus ataques eran implacables, y Rhaela, a pesar de su habilidad, estaba siendo empujada cada vez más cerca del suelo. Finalmente, un golpe certero envió a Rhaela al suelo, su cuerpo tambaleándose mientras intentaba recuperar el equilibrio. La multitud contuvo la respiración al ver a Rhaela en una posición vulnerable.

Addam, creyendo que la victoria estaba a su alcance, se preparó para dar el golpe final. Con una expresión de triunfo en su rostro, alzó su espada y se acercó a Rhaela, dispuesto a acabar con su vida de una vez por todas. La espada brilló con un destello mortal mientras se dirigía hacia la cabeza de Rhaela.

Pero en el último momento, cuando parecía que la victoria de Addam era inevitable, Rhaela demostró su resiliencia. Con un movimiento rápido y desesperado, rodó por el suelo, esquivando el golpe mortal que había estado destinado a acabar con ella. La arena se levantó a su alrededor mientras se movía con agilidad, levantándose rápidamente. Con su espada caída a un lado, la recogió del suelo con destreza y se preparó para contraatacar.

Rhaela, ahora llena de una renovada determinación y con una furia contenida, se lanzó hacia Addam con una velocidad sorprendente. La batalla se reanudó con una intensidad renovada. Los golpes de Rhaela eran precisos y letales, su furia alimentando cada movimiento. Addam, aunque aún hábil, se encontraba ahora bajo la feroz ofensiva de Rhaela.

Con un último y decisivo movimiento, Rhaela se abalanzó sobre Addam. La espada cortó el aire con un silbido mortal, y antes de que Addam pudiera reaccionar, la hoja de la espada se hundió en su cuerpo. Rhaela, con un grito de determinación y furia, realizó un corte final que partió a Addam por la mitad. La sangre y la arena se mezclaron en una escena brutal mientras Addam cayó al suelo, derrotado y moribundo.

El coliseo estalló en un rugido de sorpresa y asombro. La multitud observaba boquiabierta mientras Rhaela, con la respiración agitada y la sangre salpicada en su armadura, se erguía triunfante sobre el cuerpo de su oponente. Aunque herida y exhausta, su victoria era innegable.

El combate había terminado, y con él, el destino de Alys Ríos parecía sellado. La victoria de Rhaela en el juicio por combate era una declaración de su fuerza y determinación. La batalla estaba ganada, pero la guerra por el poder y la justicia continuaría, con la tensión en Desembarco del Rey alcanzando nuevos niveles.

Rhaela, aún con la adrenalina del combate corriendo por sus venas, se giró hacia la multitud y luego hacia el consejo. Su mirada era de desafío y triunfo, mientras se preparaba para enfrentar las consecuencias de sus acciones y luchar por su justicia en el complicado juego de tronos que se desarrollaba a su alrededor. 

El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now