XXXIV

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El sol de la mañana brillaba con fuerza en Barcelona, un día claro y brillante que parecía contrastar con la tormenta emocional que había estado atravesando. Me desperté en mi antigua casa, la familiaridad del entorno todavía me resultaba un poco extraña después de tanto tiempo fuera. El recuerdo de la foto de ayer me había dejado una mezcla de nostalgia y esperanza, y decidí que era el momento perfecto para dar un paso más en mi regreso.

Había pensado en muchas cosas que debía hacer, pero una de las prioridades más importantes era visitar a Alba, la hermana de Alexia.Recogí rápidamente algunas cosas y me dirigí hacia la dirección que recordaba a la perfección. El trayecto me permitió reflexionar sobre cómo había cambiado mi vida y mi relación con Alba. A pesar de que nuestras vidas habían tomado caminos diferentes, siempre había sentido un vínculo especial con ella, como una hermana más. La idea de ver cómo nos llevábamos ahora me llenaba de una mezcla de ansiedad y anticipación.

Finalmente, llegué a la puerta de la casa de Alba. Era una vivienda encantadora en un vecindario tranquilo, con un pequeño jardín delantero lleno de flores coloridas. Me tomé un momento para respirar profundamente antes de tocar el timbre. La sensación de nerviosismo se mezclaba con la esperanza de que la reunión fuera positiva.

Pocos segundos después, escuché el sonido de pasos acercándose a la puerta. El timbre sonó con un eco familiar, y pronto se abrió lentamente. La cara que apareció en la puerta era una mezcla de sorpresa y incredulidad. Alba, con su cabello castaño y sus ojos llenos de asombro, me miraba fijamente.

—¿Laia? —preguntó con voz temblorosa, como si no pudiera creer lo que veía.

Le sonreí con nerviosismo y asentí, tratando de calmar mis propias emociones. La expresión de Alba pasó de la sorpresa a una cálida sonrisa.

—Hola, Alba-Dije extremadamente nerviosa.

Alba parpadeó varias veces, como si intentara procesar la realidad de la situación. Finalmente, dejó escapar una risa entrecortada y se apartó de la puerta.

—Es... es increíble verte. Ven, pasa-dijo, su voz volviéndose más firme y acogedora.

Entré en la casa y noté que, a pesar del tiempo que había pasado, seguía sintiéndose acogedora y familiar. El olor a café recién hecho y el aroma de pan recién horneado llenaban el aire. Alba me condujo hacia la sala de estar, y me ofreció un lugar en el sofá mientras ella se sentaba en una silla cercana.

—¿Qué te trae de vuelta por Barcelona? —preguntó Alba, su voz aún llena de sorpresa—. No puedo creer que estés aquí después de todo este tiempo.

Suspiré, buscando las palabras adecuadas para explicar mi situación. A pesar de la calidez en el ambiente, la tristeza y la dificultad de los eventos recientes seguían pesando sobre mí.

—Es una larga historia —dije, intentando encontrar el equilibrio entre la sinceridad y la privacidad—. He vuelto porque... bueno, porque había dejado muchas cosas atrás y necesitaba estar otra vez en casa. Mi vida en Estados Unidos cambió de forma inesperada y, en medio de todo, me di cuenta de cuánto extrañaba a mi familia aquí.

Alba asintió lentamente, sus ojos llenos de comprensión mientras me escuchaba. La tensión en la sala comenzó a desvanecerse a medida que compartía mis pensamientos y sentimientos.

—Lo siento mucho por todo lo que has pasado —dijo Alba con un tono sincero—. Me imagino que ha sido un período difícil para ti.

—Sí, lo ha sido —respondí—. Pero volver a Barcelona me ha ayudado a encontrar un poco de claridad.

La conversación comenzó a fluir más naturalmente a medida que compartíamos recuerdos y experiencias. Hablamos sobre nuestras vidas, sobre lo que habíamos estado haciendo durante los años que nos habíamos separado. Alba me contó sobre su trabajo, sus proyectos y su vida diaria, y yo compartí mis propias historias y desafíos.

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora