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Alexia

Cuando abrí la puerta y vi a Alexis en el umbral, su presencia era una mezcla de furia y desesperación. Su expresión estaba cargada de una rabia que casi podía tocarse, y la tensión en el aire se volvía casi palpable. Intenté mantenerme tranquila, pero la intensidad de su enojo me hizo sentir una presión creciente en el pecho.

-¿Está aquí? ¿La zorra de mi mujer está aquí?-La voz de Alexis se estampó contra las paredes de la habitación con una furia que me hizo estremecer. Sus palabras eran como cuchillos afilados, y la manera en que se refería a Laia me hizo sentir una oleada de rabia que apenas podía contener.

El impacto de esas palabras me hizo perder la compostura por un momento. Mi cuerpo se tensó y mi respiración se volvió irregular mientras mi mente se llenaba de una furia inhumana. La idea de que alguien pudiera hablar así sobre Laia, la persona que había estado a mi lado durante tanto tiempo, era inaceptable. La rabia se apoderó de mí, y sentí un impulso visceral de protegerla a toda costa.

Con un movimiento rápido Alexis me empujó y pasó dentro, cuando Alexis entró en la habitación, sus pasos eran pesados y decididos, cada uno resonando con la furia que había estado acumulando. La mirada en sus ojos era una mezcla de enojo y desesperación que hacía que mi estómago se retorciera. Su presencia era dominante, y cada movimiento estaba cargado de una intensidad que hacía que el aire pareciera más denso y pesado.

Laia estaba acurrucada en la esquina de la cama, visiblemente aterrorizada. La angustia en su rostro era evidente, y su cuerpo temblaba ligeramente mientras intentaba encontrar alguna forma de protegerse de la tormenta emocional que la envolvía. Mi corazón se rompió al ver su estado, y sentí una oleada de desesperación y una necesidad casi primordial de protegerla.

Al ver la forma en que Laia estaba tan claramente afectada, me di cuenta de que debía actuar con rapidez, pero la realidad de la situación era abrumadora. Alexis era mucho más grande y fuerte que yo, y la posibilidad de que cualquier intento de proteger a Laia pudiera resultar en una confrontación física me preocupaba profundamente. Me sentí impotente, consciente de que, aunque mi deseo de defender a Laia era fuerte, mi capacidad para hacerlo de manera efectiva estaba limitada.

Mi instinto fue ir hacia Laia, pero cada paso que daba hacia ella estaba cargado de incertidumbre. Alexis estaba en una posición de poder y, si la situación escalaba, podría volverse peligrosa para todas nosotras.

—¡Sal de aquí!—grité, mi voz temblando con la mezcla de miedo y determinación.

Alexis no parecía escucharme, su enfoque estaba completamente en Laia, y su enojo parecía ser una fuerza imparable. Laia estaba tan asustada que apenas podía mirarnos, sus ojos se movían entre Alexis y yo, buscando desesperadamente algún tipo de ayuda.

Me acerqué más a Laia, tratando de ponerme entre ella y Alexis. Mi cuerpo temblaba ligeramente, no solo por el miedo, sino por la intensidad de la situación. Intenté mantenerme firme, pero la realidad de que Alexis podría fácilmente empujarme fuera del camino me daba una sensación de vulnerabilidad abrumadora.

La tensión en la habitación se volvió casi tangible, una mezcla de miedo, rabia y desesperación que se había acumulado durante los últimos minutos. La presencia de Alexis era una sombra amenazante, y cada palabra que salía de su boca parecía profundizar la angustia de Laia. Me sentía atrapada entre el deseo de proteger a Laia y la necesidad urgente de manejar la situación antes de que se volviera completamente incontrolable.

Sabía que, si no lograba calmar a Alexis y hacer que se fuera, la situación podría escalar de manera peligrosa. Me enfrenté a ella con una firmeza que me sorprendió a mí misma, a pesar de la creciente desesperación que sentía por dentro. Mi prioridad era garantizar la seguridad de Laia, y para eso debía lidiar con Alexis de la manera más efectiva posible.

Alexis, todavía furioso, no parecía estar dispuesto a ceder. Sus ojos se movían entre Laia y yo, y la furia en su rostro no disminuía. La situación estaba alcanzando un punto crítico, y sentía que debía tomar medidas decisivas para proteger a Laia y resolver el conflicto.

Me acerqué a Alexis, intentando mantener la calma en mi voz mientras hablaba con la mayor determinación que podía reunir. 

-No voy a permitir que sigas así, vete de aquí, ¿o quieres que el comité olímpico sepa que estás interrumpiendo el descanso de una de las deportistas?-Dije en forma de amenaza recurriendo a la ventaja que tenía en ese momento.

Alexis me miró con una mezcla de sorpresa y desafío. Parecía que estaba considerando mis palabras, pero el enfado seguía siendo una fuerza poderosa en su comportamiento. Sin embargo, el hecho de que la situación estaba claramente fuera de control y la determinación en mi voz parecían estar logrando algún efecto.

Finalmente, Alexis pareció entender que la situación estaba escalando más allá de lo que podía manejar. Con una mirada de desdén y frustración, se dio la vuelta y comenzó a dirigirse hacia la puerta. La furia aún era evidente en su postura, pero al menos había comenzado a ceder ante la presión de mi insistencia.

Antes de salir, Alexis se detuvo un momento, y sus ojos se encontraron con los de Laia. La expresión en su rostro era una mezcla de ira y desdén, y sus palabras eran cortantes y amenazantes.

—Despídete de tu trabajo —dijo, su voz cargada de una furia que parecía tener el poder de perforar cualquier escudo emocional que intentáramos mantener.

Las palabras de Alexis fueron como un golpe seco en el estómago. Laia, que aún estaba acurrucada en la esquina de la cama, tembló visiblemente al escuchar la amenaza. La rabia y la desesperación que sentí en ese momento eran casi abrumadoras. Sabía que las palabras de Alexis eran un intento de herir, de hacer sentir a Laia que no solo su bienestar emocional estaba en juego, sino también su estabilidad profesional.

—¡Que te pires ya! —le grité a Alexis mientras el se dirigía hacia la puerta.

Alexis lanzó una última mirada despectiva antes de salir de la habitación, la puerta se cerró con un golpe que resonó en el silencio que quedó atrás. La habitación estaba de nuevo sumida en un tenso silencio, el eco de las palabras de Alexis aún flotaba en el aire, cargado de una amenaza palpable.

Me volví hacia Laia, que estaba aún visiblemente alterada. El miedo en sus ojos me rompía el corazón, y sentí una oleada de urgencia por hacerla sentir segura. Me acerqué a ella, tratando de transmitirle el consuelo y la calma que necesitaba en este momento tan aterrador.

—Estoy aquí—dije, mi voz temblando mientras me arrodillaba a su lado—no permitiré que te pase nada.

Laia levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas y miedo, pero también una chispa de esperanza al ver mi preocupación. La abracé con fuerza, intentando ofrecerle todo el consuelo que podía, mientras el peso de la amenaza de Alexis seguía en el aire.

—No te preocupes por lo que ha dicho —le susurré, tratando de calmarla—. Vamos a encontrar una solución. Lo importante ahora es que estás a salvo.

El silencio en la habitación era pesado, pero la determinación de proteger a Laia y encontrar una forma de manejar las consecuencias de lo que acabábamos de vivir me daba una sensación de propósito. Sabía que las palabras de Alexis habían sido una amenaza real, pero también sabía que, al menos por ahora, Laia y yo estábamos juntas en esto, y eso era lo que más importaba.

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Capítulo más cortito pero intenso

Alexia defendiendo a Laia😍

No sé si esta noche publicaré mucho más, estoy un poco de bajón😥


𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora