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Tercera persona

Era una tarde soleada de primavera, y el pequeño parque cerca del vecindario estaba lleno de risas y juegos. Las madres de Alexia y Laia, dos amigas entrañables desde la infancia, habían decidido que era el momento perfecto para que sus hijas se conocieran. Los bancos del parque estaban ocupados por familias que disfrutaban del buen tiempo, y los juegos y columpios estaban llenos de niños corriendo y jugando alegremente.

Alexia, con solo cinco años, era una niña tímida y reservada. Su pequeño rostro mostraba una mezcla de curiosidad y aprensión mientras su madre, Eli, la guiaba hacia un banco bajo un gran roble. Alexia se aferraba a la mano de su madre, observando con cautela el bullicio que la rodeaba. Sus ojos grandes y oscuros miraban a los otros niños con una mezcla de timidez y asombro.

Por otro lado, Laia, también de cinco años, era todo lo contrario. Con una energía contagiosa y una sonrisa que no parecía desaparecer, estaba corriendo de un lado a otro, disfrutando del parque con entusiasmo. Su madre, Sandra, se reía mientras observaba a su hija jugar y se acercaba a Elena con la intención de presentarle a Alexia.

Ambas amigas se vieron en la lejanía, Sandra tomó la mano de su hija y se dirigió hacia el banco donde se encontraban Eli y la pequeña Alexia.

Laia estaba en medio de un juego imaginativo, fingiendo ser una astronauta explorando un planeta lejano. Cuando vio a Alexia acercarse, su rostro se iluminó aún más.

—¡Hola! —dijo Laia con entusiasmo, corriendo hacia Alexia con los brazos abiertos—. ¿Quieres jugar conmigo?

Alexia levantó la vista hacia Laia, aún un poco reservada, pero la alegría y la energía de Laia eran contagiosas. La sonrisa y el entusiasmo de Laia rompieron la barrera de timidez que Alexia solía mantener. La pequeña miró a su madre y luego a Laia, y finalmente asintió con una sonrisa tímida.

—¿A qué estás jugando? —preguntó Alexia, su curiosidad superando lentamente su timidez.

—Estoy explorando un planeta lejano —respondió Laia, agarrando la mano de Alexia—. ¡Eres una astronauta ahora! ¡Vamos a encontrar planetas nuevos!

Laia tomó a Alexia de la mano y la condujo a un rincón del parque que había sido transformado en un mundo imaginario lleno de aventuras. Alexia, aún un poco vacilante, comenzó a seguir a Laia, dejándose llevar por su entusiasmo. A medida que la imaginación de Laia comenzaba a desplegarse, Alexia se vio envuelta en el juego. Pronto, sus risas comenzaron a resonar juntas, y la timidez de Alexia se desvaneció, reemplazada por una creciente diversión y emoción.

Las madres observaron desde el banco, sonriendo al ver cómo sus hijas se estaban conociendo y divirtiendo juntas. Sandra y Eli se miraron, satisfechas al ver cómo la interacción de las pequeñas estaba floreciendo de manera tan natural.

A lo largo de la tarde, Alexia y Laia se convirtieron en compañeras de juegos inseparables. Pasaron de explorar planetas imaginarios a construir castillos en la arena, siempre riendo y compartiendo la alegría del juego. La timidez de Alexia se desvaneció por completo en presencia de la animada Laia, y las dos niñas comenzaron a mostrar una conexión que parecía ir más allá de lo que sus madres habían esperado.

La tarde se convirtió en una serie de juegos y aventuras compartidas. Cada vez que Laia proponía una nueva idea para jugar, Alexia estaba más que dispuesta a seguirla, disfrutando de la compañía de su nueva amiga. La espontaneidad y la alegría de Laia habían conseguido romper el caparazón de timidez que solía rodear a Alexia.

Cuando el sol comenzó a ponerse, pintando el cielo de tonos cálidos y dorados, Eli y Sandra decidieron que era hora de regresar a casa. Ambas niñas estaban cubiertas de arena y se mostraban exhaustas pero felices. Laia y Alexia se abrazaron, con una sonrisa de satisfacción en sus rostros.

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora