XXXXIII

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El sol brillaba en el cielo claro de un domingo tranquilo, el tipo de día que prometía una pausa en medio de las complicaciones y el caos reciente. Laia y yo estábamos en el coche, dirigiéndonos a la casa de mi madre para una comida en familia. Había pasado algún tiempo desde que habíamos hecho planes así, y aunque el viaje a Cadaqués había sido un escape necesario, este día prometía ser un paso hacia la normalidad, una oportunidad para reconectar con lo que nos hacía sentir bien.

Laia parecía más tranquila que en los días anteriores, aunque el recuerdo de lo que había pasado aún era una sombra ocasional en sus pensamientos. A pesar de todo, había un aire de expectativa en ella, una mezcla de nerviosismo y esperanza. La comida con mi familia siempre había sido un evento importante para mí, y en este caso, también era un símbolo de nuevos comienzos.

Al llegar a la casa, la familiaridad del lugar nos envolvió. La entrada estaba adornada con flores frescas, y el aroma de la comida recién preparada nos recibió calurosamente. Mi madre, una mujer de cabello plateado y una sonrisa cálida, nos esperaba en la puerta. Su presencia siempre había sido reconfortante para mí, y hoy era especialmente significativa.

—¡Alexia, Laia! —exclamó mi madre, abriendo los brazos para recibirnos. —Qué alegría veros. ¿Cómo habéis estado?

Laia sonrió, una sonrisa genuina que era un alivio ver después de todo lo que había pasado.

 —Hola Eli, hemos estado bien-Dijo Laia mientras abrazaba con fuerza a mi madre.

Mi madre nos abrazó, su abrazo era como un bálsamo para las tensiones que aún llevábamos. Luego nos dirigió hacia el salón, donde Alba, mi hermana, y Sandra, la madre de Laia y amiga de mi madre desde hace años, ya estaban allí. Sandra, con su actitud siempre jovial y su mirada comprensiva, nos recibió con una calidez que hacía que se sintiera como en casa.

Nos sentamos alrededor de la mesa, que estaba elegantemente decorada y llena de platos deliciosos. La conversación fluía con facilidad, y el ambiente era alegre y relajado. Las bromas y las risas llenaban el aire, y por un momento, la tensión parecía desvanecerse. Era reconfortante estar rodeada de mi familia y de Sandra, compartir una comida que simbolizaba la normalidad y el afecto.

Laia parecía estar adaptándose poco a poco al entorno familiar después de tanto tiempo, aunque aún mantenía una ligera reserva. Sin embargo, la calidez de la atmósfera y la compañía de mi familia y Sandra comenzaban a hacer su efecto. Ella participaba en la conversación, contribuyendo con comentarios y sonrisas que indicaban que estaba comenzando a relajarse. Era un recordatorio de la importancia de estos momentos, de cómo podían ofrecer una tregua a las dificultades.

Mientras disfrutábamos del postre, decidí que era el momento adecuado para compartir una noticia importante con mi familia y con Sandra. Miré a Laia, que estaba sentada a mi lado, y luego me dirigí a mi madre, mi hermana y Sandra.

—Hay algo que queremos decirlos —comencé, mi voz cargada de emoción. —Laia y yo hemos estado pasando por un momento complicado, pero después de todo lo que ha sucedido, hemos decidido oficialmente volver a ser pareja.

El salón quedó en silencio por un momento, y luego, las reacciones comenzaron a llegar. La sorpresa en los rostros de mi familia y de Sandra fue evidente, pero pronto se transformó en alegría y apoyo. Mi madre me miró con una mezcla de orgullo y cariño.

—¿¡De verdad?! —dijo mi madre con una sonrisa. —Me alegra mucho escuchar esto. Siempre os he dicho a las dos que estáis hechas la una para la otra.

Sandra, con su afecto y comprensión típicos, me miró con una sonrisa cálida. 

—Estoy tan feliz por vosotras. He visto el amor y la conexión entre vosotras durante tanto tiempo. Veros juntas de nuevo es una verdadera alegría-Dijo con una gran sonrisa.

 —De nada por la asistencia del otro día, eh tata, la mejor que te han dado en tu vida-Añadió Alba causando nuestra risa.

Laia, visiblemente emocionada, me miró con una sonrisa que reflejaba alivio y felicidad. El apoyo de mi familia y de Sandra era lo que necesitábamos en este momento. Me dio la mano debajo de la mesa, un gesto simple, pero lleno de significado. Sentí un nudo de emoción en mi garganta al ver su sonrisa y su gratitud, y el peso de las semanas difíciles comenzó a sentirse un poco más ligero.

La conversación continuó con un tono alegre y celebratorio, mientras mi familia y Sandra nos felicitaban y ofrecían consejos y buenos deseos. Era un recordatorio de lo importante que era el amor y el apoyo familiar en tiempos difíciles.

A medida que la comida llegaba a su fin, nos quedamos en la sala de estar, disfrutando del café y las sobremesas. Las risas y las historias continuaban, y el ambiente estaba lleno de una sensación de renovación y esperanza.

En la tranquilidad del hogar familiar, rodeada de las personas que más amaba, sentí que un nuevo capítulo se abría para Laia y para mí. La comida en casa de mi madre había sido más que una simple reunión; era un símbolo de nuevos comienzos, de curación y de la fuerza de los lazos que compartimos.

La vida no siempre era fácil, pero en ese momento, rodeadas de calidez y cariño, sabíamos que teníamos un equipo inquebrantable a nuestro lado. La comida en casa de mi madre, junto con Sandra y Alba, era un recordatorio de que, a pesar de las dificultades, el amor y el apoyo podían ofrecer un refugio, un lugar donde encontrar fuerza y esperanza para seguir adelante.

Mientras estábamos en medio de una conversación animada sobre un reciente viaje de Alba, el teléfono de Laia, que había estado en silencio durante la comida, comenzó a sonar. El tono de llamada rompió la charla alegre y la atención de todos se desvió momentáneamente hacia Laia.

—Perdón, ahora vuelvo—dijo Laia, levantándose con una expresión ligeramente preocupada. Miró la pantalla de su teléfono antes de alejarse un poco para contestar la llamada. La expresión en su rostro se había tornado seria, y no pude evitar sentir un nudo de preocupación en mi estómago. Sabía que la llamada podría estar relacionada con temas delicados, tal vez algo relacionado con la situación con Alexis o con cualquier otra cosa que pudiera estar pendiente.

—¿Todo bien? —le pregunté en voz baja, mientras ella se alejaba. Laia asintió con una sonrisa pequeña, aunque su semblante seguía tenso. La miré con ansiedad mientras hablaba por teléfono, su conversación era inaudible desde donde estaba, pero el tono de voz de Laia, bajo y preocupado, no era un buen augurio.

Durante los minutos que duró la llamada, intenté distraerme conversando con mi madre y Alba, pero mi mente seguía volviendo a Laia. El tiempo parecía arrastrarse lentamente hasta que finalmente colgó y volvió a nuestra mesa. Laia se veía visiblemente aliviada al terminar la llamada, pero su rostro aún mostraba rastros de inquietud.

—¿Todo bien? —le pregunté, mientras ella se sentaba de nuevo.

—Sí, te lo explico en casa—respondió Laia con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora, aunque yo aún estaba algo preocupada.

El ambiente en el salón se relajó nuevamente, y la conversación continuó sin mayores interrupciones. Sin embargo, la preocupación que sentía por Laia no desapareció por completo. A pesar de que ella había tratado de minimizar la importancia de la llamada, no pude evitar preguntarme si había algo más detrás de esa conversación rápida.

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¿Qué será la llamada?

Yo con la regla y se pone a llover, todo depresivo☹

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora