XXVI

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La tranquilidad de la habitación nos envolvía mientras Laia y yo nos quedábamos allí después del masaje. Me había costado un poco relajarme después de todo el ajetreo del día, pero ahora, con Laia a mi lado, la calma se sentía más profunda. La luz suave que entraba a través de las cortinas creaba un ambiente íntimo y acogedor, perfecto para disfrutar del momento.

Laia se acomodó junto a mí, y pude sentir el peso ligero de su cuerpo mientras se tumbaba en mi hombro. Su cercanía era reconfortante, y el calor de su piel contra la mía me brindaba una sensación de bienestar que hacía que el estrés y las tensiones del día se desvanecieran. La comodidad del contacto físico, el suave roce de su cabello contra mi piel, todo contribuía a una sensación de paz.

Empecé a acariciarle el brazo con movimientos suaves y deliberados. Quería que supiera cuán importante era para mí, y cada caricia estaba cargada de una ternura sincera. Sus músculos se relajaban bajo mis dedos, y podía sentir cómo se entregaba completamente al momento, a la conexión entre nosotras. La sensación de sus manos en mi piel era una mezcla de intimidad y tranquilidad, un gesto simple pero significativo que expresaba más de lo que las palabras podrían decir.

Nos quedamos así durante un largo rato, en un estado de completa relajación. Laia descansaba en mi hombro, y el ritmo suave de su respiración me ayudaba a mantenerme tranquila. Era como si el mundo exterior se hubiera desvanecido, y solo existiéramos nosotras dos en ese pequeño rincón de calma.

Mientras disfrutaba de ese momento, mi teléfono vibró ligeramente sobre la mesita de noche. Me costó salir del estado de paz en el que estaba sumida, pero finalmente me moví para ver el mensaje. Era un mensaje de Patri, invitándome a su habitación. Mencionaban que había algunas de las chicas allí y que la noche prometía ser divertida.

Miré a Laia, que seguía cómodamente apoyada en mi hombro.

-Patri me ha invitado a su habitación, hay algunas de las chicas allí, ¿Quieres ir?-Le pregunté suavemente.

Laia se incorporó lentamente, su rostro iluminado por una sonrisa.

-Claro, suena genial- Se estiró un poco para desperezarse y comenzó a ponerse de pie.

Mientras lo hacía, noté cómo la expresión en su rostro reflejaba la misma alegría y entusiasmo que sentía yo. Nos levantamos juntas y nos preparamos para salir, nuestro vínculo fortalecido por el tiempo compartido y las emociones del día.

Salimos de la habitación y nos dirigimos hacia la de Patri. A medida que nos acercábamos, podía oír las risas y la charla animada que venían de dentro. La emoción y la expectativa llenaban el aire mientras abríamos la puerta y entrábamos en la habitación.

La habitación estaba llena de vida y energía. Mis amigas estaban algunas en el suelo y otras en las camas. La atmósfera era alegre y relajada, y el ambiente vibrante me hizo sentir bienvenida y parte de algo especial. Patri, al verme, se levantó con una gran sonrisa y se acercó a mí, dándome un abrazo cálido y después hizo lo mismo con Laia.

Nos unimos al grupo, y pronto estábamos inmersas en la conversación y las risas. Decidimos jugar al parchís, un juego que siempre había sido popular entre nosotras. El juego se convirtió en el centro de atención, y el ambiente en la habitación estaba lleno de risas y bromas mientras nos turnábamos para lanzar los dados y mover nuestras fichas.

La tarde se desvaneció en noche mientras jugábamos, y el tiempo parecía pasar volando en medio de la diversión y la camaradería. La conexión entre nosotras era evidente en cada broma y cada movimiento en el tablero, y me sentía agradecida por haber tenido la oportunidad de compartir este tiempo con viejas amigas y con Laia, que se había convertido en una parte integral de la noche.

La experiencia de pasar la tarde y la noche con amigas, jugando y compartiendo historias, era un recordatorio de lo valiosas que son estas relaciones en nuestras vidas. Mientras el juego avanzaba, la risa y la alegría que compartíamos llenaban la habitación, creando recuerdos que recordaríamos con cariño en el futuro.

El calor y la comodidad de la habitación, junto con la compañía de amigas queridas, habían hecho que el día, que comenzó con una serie de sorpresas y cambios, se convirtiera en un recuerdo precioso. Mirar a mi alrededor y ver a Laia mezclándose con mis amigas, disfrutando del juego y de la compañía, me hizo sentir una profunda gratitud y felicidad. La conexión entre nosotros, reforzada por el tiempo compartido y los momentos significativos, era un testimonio de la importancia de mantener y valorar nuestras relaciones más cercanas.

Después de una tarde llena de risas y juegos con las amigas en la habitación de Patri, Laia y yo decidimos regresar mi habitación. La energía vibrante de la noche seguía en el aire, y aunque la diversión había sido innegable, también había una tensión palpable entre nosotras que no podíamos ignorar.

Mientras caminábamos de vuelta hacia nuestra habitación, nuestras miradas se cruzaban con una frecuencia que parecía cargar el ambiente con una electricidad sutil pero intensa. Las sonrisas cómplices y las miradas pícaras entre nosotras no dejaban lugar a dudas sobre la atracción que se había desarrollado durante el tiempo que pasamos juntas. Aunque había sido una noche divertida y distendida, el juego y la camaradería no podían ocultar la conexión que habíamos compartido más allá de lo platónico.

Al llegar a nuestra habitación, la puerta se cerró detrás de nosotras con un suave clic, y la atmósfera cambió instantáneamente. El ambiente tranquilo de la habitación contrastaba con la energía acumulada que sentíamos. Me dejé caer en la cama con un suspiro de alivio, sintiendo cómo la tensión del día se desvanecía mientras me acomodaba sobre el colchón. Cerré los ojos un momento, disfrutando del instante de calma que precedía a lo que sabía que iba a suceder a continuación.

Sin previo aviso, Laia se acercó a mí con una determinación que me sorprendió pero también me excitó. Me observó con una intensidad que no podía ignorar, y antes de que pudiera reaccionar, se colocó sobre mí en la cama. Su cuerpo se posó sobre el mío con una confianza y una sensualidad que me hicieron temblar. La cercanía y el calor de su cuerpo eran tan intensos que podía sentir cada pequeño movimiento y cada latido.

El contacto físico era electrizante. Laia se movía con una gracia que parecía natural y a la vez apasionada. Su piel contra la mía, el roce de sus manos sobre la tela de mi camiseta, y el peso ligero de su cuerpo eran una combinación irresistible que encendía cada fibra de mi ser. La tensión que había estado construyéndose entre nosotras durante la noche estalló en ese momento, transformando la calma de la habitación en un espacio cargado de deseo y emoción.

Me atreví a abrir los ojos y encontré los de Laia mirando los míos con una mezcla de ardor y ternura. La conexión entre nosotras era palpable, y el silencio en la habitación estaba lleno de una promesa que se mantenía en el aire. Sentí cómo sus manos se deslizaban por debajo de mi camiseta, y cada toque era una mezcla de delicadeza y intensidad que aumentaba la tensión de manera casi dolorosa.

-Alexia…-susurró Laia, su voz suave pero cargada de una emoción que me hizo estremecer. Las palabras eran innecesarias en ese momento, pues todo lo que necesitábamos decir estaba en el contacto cercano y la mirada que compartíamos. Sus manos exploraban mi cuerpo con una intención que me hacía sentir viva, y el ritmo de nuestra respiración se sincronizaba de una manera que hacía que el momento se sintiera aún más intenso.

Me incliné para encontrar sus labios con los míos en un beso que era a la vez apasionado y dulce. La intensidad del momento se reflejaba en cada caricia y en cada susurro, y la habitación se llenó de un calor que era casi palpable. El tiempo parecía haberse detenido mientras nos dejábamos llevar por el deseo y la conexión que habíamos construido.

Laia se movía con una confianza que me fascinaba, y el calor de su cuerpo sobre el mío era un contraste perfecto con la suavidad de las sábanas. Cada roce y cada susurro eran una promesa de lo que podría venir, y el deseo compartido entre nosotras era una fuerza que no podíamos ignorar. La habitación estaba envuelta en una atmósfera de intimidad y pasión, y cada segundo que pasábamos juntas aumentaba la intensidad de la conexión que sentíamos.
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🤭😏

Este capítulo especialmente dedicado a culo_de_clarke, espero que te haya gustado el momento parchís😘

Veremos qué pasa en el siguiente 😏😏

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora