XXXXII

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La calma comenzaba a regresar lentamente al salón. Laia, todavía agitada pero claramente más tranquila, se recostaba en el sofá mientras yo la abrazaba, intentando ofrecerle el consuelo que necesitaba. La angustia en su rostro había disminuido, aunque los restos de su ataque de ansiedad seguían siendo visibles. Mi corazón seguía acelerado, el eco del miedo que había presenciado no se desvanecía fácilmente.

Mientras Laia trataba de recuperar su compostura, noté algo que me hizo estremecer. Su cuello estaba enrojecido, con marcas visibles que contrastaban notablemente con su piel pálida. En medio del ataque de ansiedad, había pasado por alto ese detalle, pero ahora, cuando la calma comenzaba a restablecerse, el cambio en su piel se hacía más evidente. Las marcas en su cuello eran un recordatorio doloroso de lo que había ocurrido antes.

El rojo en su piel, el miedo en sus ojos, y la imagen de Laia temblando y sollozando sobre el sofá me llevaron a un torbellino de emociones. La rabia y la frustración que sentía se intensificaron al pensar lo que había pasado. La visión de Alexis saliendo de la casa con una expresión de frialdad y satisfacción se me quedó grabada en la mente, y ahora, al ver las consecuencias de su comportamiento en Laia, la ira se convirtió en un fuego abrasador.

El pensamiento de lo que había sucedido en esa casa era repugnante. Imaginaba a Alexis, con su mirada fría y calculadora, ejerciendo presión sobre Laia. La idea de que él hubiera puesto sus manos sobre la persona que amo, que había abusado de su poder de una manera tan cruel y despiadada, me resultaba absolutamente nauseabunda. Me era imposible evitar la imagen de sus manos en su cuello, el control que había intentado imponerle, y me llenaba de una furia intensa.

—Laia —dije con un tono que temblaba de ira contenida—¿Qué te ha hecho Alexis?-Le pregunté acariciando su cuello con delicadeza.

Laia, con la mirada aún cargada de angustia y agotamiento, levantó la vista hacia mí. Sus ojos estaban enrojecidos y su expresión mostraba una mezcla de tristeza y resignación. 

—Alexis... me presionó con esos papeles de divorcio. No quería aceptar lo que me dio, pero... me amenazó. Me dijo que me arruinaría la vida por completo si no firmaba. No sabía qué hacer. Estaba aterrorizada-Cada palabra de Laia era como una puñalada en mi corazón. 

El hecho de que Alexis hubiera recurrido a la intimidación y la amenaza para forzar a Laia a aceptar unos términos injustos era completamente inaceptable. Mi preocupación por Laia se transformó rápidamente en una furia ardiente.

-No puedo creer que haya llegado a esto-dije, tratando de controlar el temblor en mi voz. —No puedo creer que haya usado su poder para presionarte de esa manera. La imagen de él tocándote, de él manipulándote y amenazándote, es repugnante, haré que pague por esto.

Laia trató de ofrecerme una mirada cansada, intentando calmarme con una mezcla de comprensión y agotamiento. 

—No, Alexia, déjalo estar, él ya no va a volver, ya está todo firmado, él y yo ya no tenemos nada que ver, ahora solo quiero estar contigo-Dijo casi suplicándome que no hiciese nada al respecto.

Asentí lentamente, aunque la rabia seguía burbujeando en mi interior. No podía dejar de pensar en cómo Alexis había manejado la situación. La imagen de sus manos en el cuello de Laia, su mirada fría y dominante, era algo que me resultaba inaceptable. Era una violencia que no solo era física, sino también emocional y psicológica, y el impacto en Laia era evidente.

—Vale, estoy aquí, ahora y siempre amor—dije con sinceridad, intentando ofrecer un consuelo genuino. 

Laia asintió con lentitud, y pude ver el peso de la tristeza en su rostro. Mi corazón estaba desgarrado al ver su dolor, y aunque mi rabia hacia Alexis seguía siendo intensa, mi prioridad en ese momento era asegurarme de que Laia estuviera cuidada y protegida.

La noche había caído por completo, y el ambiente en la casa era silencioso y tenso. Mientras Laia intentaba calmarse, traté de hacer todo lo posible para ofrecerle un poco de tranquilidad. Me senté cerca de ella en el sofá, y con una mezcla de ternura y determinación, la envolví en un abrazo reconfortante.

Laia se inclinó lentamente hacia mí, agotada por la experiencia que acababa de vivir. Su respiración seguía siendo irregular, pero la intensidad del ataque de ansiedad había comenzado a ceder. La calma volvía lentamente, aunque los rastros de la angustia aún eran evidentes. Cada pequeño suspiro y cada mirada cansada de Laia era una indicación del impacto profundo que el enfrentamiento con Alexis había tenido en ella.

A medida que Laia comenzaba a recuperar un poco de su compostura, sabía que todo había terminado, pero mi rabia hacia él no solo era por lo que le había hecho a Laia, sino también por cómo había manipulado y abusado de su poder.

Cuando nos separamos del abrazo Laia me miró con una mezcla de gratitud y agotamiento, reconociendo la seriedad de mi promesa de estar junto a ella. Aunque sus fuerzas estaban mermadas, había un destello de esperanza en sus ojos, un indicio de que comenzaba a sentir un poco de alivio al saber que no estaba sola en esto.

Mientras la tarde avanzaba, el silencio en la casa se llenaba de una sensación de resolución y determinación. Sabía que había mucho por hacer para abordar la situación con Alexis, pero en ese momento, lo más importante era cuidar de Laia y darle el apoyo que necesitaba para sanar y recuperar su fuerza.

Mientras permanecía a su lado, sosteniéndola en un abrazo tranquilizador de nuevo, el fuego de la rabia y la injusticia seguía ardiendo en mi interior. La imagen de Alexis agrediéndola, manipulándola y amenazándola, era una herida abierta en mi corazón. Me resultaba repugnante y profundamente doloroso imaginar a Alexis, con su actitud fría y calculadora, ejerciendo control y violencia sobre Laia, ella era la mejor persona que puede haber en este mundo, cometió errores como todo el mundo, pero eso no quita la pureza y la buena fe que siempre ha habido en su corazón, y por eso y muchas cosas más me podía referir a ella como la mujer de la que estaba perdidamente enamorada, aunque eso no era algo nuevo, llevaba enamorada de esta mujer 10 años.

La furia y el deseo de proteger a Laia eran mi guía, y estaba decidida a enfrentar cualquier desafío para garantizar que ella estuviera bien y que tuviera la paz que merecía. Como ella me había pedido no iba a hacer nada en contra de Alexis por mucho que quisiera, ahora lo único que iba a hacer sería seguir amándola y estando junto a ella siempre.

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Enamorada de su amor estoy

Ya los siguientes capítulos serán bonitos y felices, os lo aseguro, de aquí hasta el final todo será felicidad, algún pequeño drama, pero nada exagerado

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora