XXXIX

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La pregunta de Alba colgaba en el aire, y mientras la incomodidad se asentaba en la sala, su expresión se volvía cada vez más evidente. Al ver la reacción de Laia y mía, Alba parecía captar que la situación no era tan clara como había asumido inicialmente. Un silencio incómodo llenó el espacio, con ambas de pie, sin saber muy bien cómo seguir.

-Bueno- dijo Alba finalmente, rompiendo el silencio con un tono que intentaba ser comprensivo-creo que debería irme. Parece que tenéis algunas cosas que discutir.

Nos miró con una expresión de simpatía y entendimiento antes de dar un paso hacia la puerta. Laia y yo intercambiamos una mirada, ambas con el corazón acelerado y la mente llena de confusión. Agradecimos el gesto de Alba, aunque la situación seguía siendo incómoda.

-Gracias por venir, Alba-dije mientras ella se dirigía hacia la puerta.-Nos vemos pronto.

Alba asintió, y al salir, cerró la puerta con suavidad detrás de ella. El silencio que quedó en la habitación era palpable, y sentí cómo la tensión entre Laia y yo se volvía más densa.

Laia se quedó en el mismo lugar donde estaba, la expresión en su rostro reflejaba la misma confusión que sentía yo. Finalmente, con un suspiro que parecía llevar todo el peso de la conversación no resuelta, Laia repitió mis propias palabras.

-No exactamente...-dijo, su voz cargada de una tristeza sutil.

Me di cuenta de que las palabras tenían un peso mayor de lo que había anticipado. La realidad se asentaba en nosotros como una verdad difícil de aceptar: a pesar de la intimidad compartida y el deseo de reconectar, no habíamos definido realmente lo que significaba nuestro vínculo en el presente.

Laia se acercó a mí, su mirada reflejaba la misma tristeza que sentía en mi interior.

Nos quedamos en silencio por un momento, ambos absortos en nuestros pensamientos mientras el eco de la pregunta de Alba resonaba en la habitación. Laia y yo nos miramos, tratando de encontrar las palabras adecuadas para definir lo que sentíamos. La tensión en el aire era palpable, y la tristeza compartida parecía unirnos en un entendimiento profundo.

Finalmente, después de unos segundos que se sintieron como una eternidad, Laia rompió el silencio. Su voz, aunque tranquila, estaba cargada de una mezcla de vulnerabilidad y esperanza.

-Alexia-comenzó, su mirada fija en la mía-¿quieres volver a ser mi novia?

La pregunta era directa y sincera, y sus palabras resonaron en mi corazón de una manera que me sorprendió. Laia estaba buscando claridad, una definición a lo que habíamos redescubierto en nuestra relación. Sentí un nudo en el estómago, pero también una oleada de emoción al enfrentar esta pregunta crucial.

Tomé un momento para procesar la pregunta, dándome cuenta de que estaba en un punto en el que tenía que ser honesta tanto conmigo misma como con Laia. Habíamos pasado por mucho juntas, y nuestra reconexión había sido profunda y significativa. Laia había sido una parte fundamental de mi vida, y lo que compartíamos aún era importante para mí.

Finalmente, me incliné hacia ella, mi voz cargada de emoción.

-Sí, Laiarespondí con sinceridad-quiero volver a ser tu novia.

Laia me miró con una mezcla de alivio y felicidad, sus ojos brillando con una emoción que reflejaba la mía. La tensión en el ambiente parecía disiparse, reemplazada por una sensación de esperanza y renovación. Nos abrazamos, y en ese gesto simple pero significativo, encontramos un nuevo comienzo.

-Te quiero-dijo Laia, su voz suave mientras nos sosteníamos en el abrazo.

El abrazo duró un momento, lleno de una conexión renovada y un entendimiento mutuo de que estábamos listas para enfrentar lo que viniera juntas. A pesar de la pregunta directa y la incomodidad que había precedido a este momento, había una sensación de claridad y compromiso que nos unía.

Mientras nos separábamos del abrazo, sentí que estábamos listas para definir nuestro futuro, y aunque no sabíamos exactamente lo que el camino adelante implicaría, estábamos dispuestas a recorrerlo juntas. La pregunta de Laia había traído una nueva dimensión a nuestra relación, y estábamos listas para explorarlo con la apertura y el amor que siempre habíamos compartido.

A medida que nos separamos ligeramente, nuestras miradas se encontraron y, sin decir una palabra más, nos inclinamos una hacia la otra. Nuestros labios se encontraron en un beso que comenzó suave, exploratorio, pero rápidamente se intensificó a medida que el deseo y la emoción se hacían más evidentes. Cada caricia de nuestros labios y el contacto de nuestras pieles encendían una llama que había estado latente durante todo este tiempo.

Nos dejamos llevar por el momento. Mientras el beso se profundizaba, me incliné hacia Laia, mi cuerpo acercándose al suyo. Laia se acomodó en el sofá, y yo, con una mezcla de ternura y deseo, me tumbé sobre ella. Nuestro beso continuó con una ferviente pasión, y la sensación de su cuerpo bajo el mío era una confirmación tangible de lo que estábamos redescubriendo juntas.

A través del beso, noté cómo la sonrisa de Laia aparecía y desaparecía. Era una sonrisa que irradiaba felicidad y complicidad, y cada vez que sus labios se curvaban en esa expresión, sentía cómo mi deseo se intensificaba. La sonrisa de Laia, con su brillo sincero y encantador, tenía el poder de desarmarme completamente. La forma en que sus labios se curvaban y sus ojos brillaban me volvía loca de una manera que no podía explicar.

Nuestros cuerpos estaban en perfecta sincronía mientras nos movíamos, y el calor entre nosotras se hacía más intenso. Laia, mientras sonreía, me abrazaba con una fuerza suave que reforzaba la conexión entre nosotras. Cada beso se volvía más ardiente, y la sensación de su piel contra la mía se hacía más intensa a medida que el momento se prolongaba.

Finalmente, cuando nos separamos ligeramente para tomar un respiro, nuestras respiraciones estaban entrelazadas, y nuestras miradas seguían cargadas de deseo y cariño. La sonrisa de Laia seguía en sus labios, una marca clara de la felicidad que compartíamos en ese instante. Me sentí completamente absorbida por la magia de la conexión que estábamos creando, un momento de intimidad y pasión que parecía confirmar que estábamos en el camino correcto, juntas.

Mientras nos mirábamos, el mundo exterior se desvanecía aún más, y lo único que importaba era la certeza de lo que sentíamos y lo que significaba para nosotras este nuevo comienzo. La sonrisa de Laia seguía siendo una fuente de alegría y deseo, un recordatorio tangible de por qué nuestra conexión era tan especial y valiosa.

-Me voy a duchar, ¿Vienes?-Preguntó pícara pero también con delicadeza y cariño.
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Y aquí os cortó otra vez😝

Alexis🤟🤟🤟

Esta noche estoy con ganas de escribir así que preparaos😘

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora