XXXVI

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Alexia

El sueño que me envolvía se desvaneció lentamente, dejándome en un estado de vigilia difusa. Abrí los ojos y, en lugar de encontrarme en el frío y desolado apartamento que había estado habitando, me encontré algo que me llenaba de felicidad. La luz que se filtraba a través de las cortinas no era demasiado intensa, pero lo suficiente para que pudiera distinguir las formas y los colores que me eran tan familiares, sentía el un pelo lacio sobre mí hombro, aquel cosquilleo lo reconocería en cualquier sitio.

La cama en la que yacía era la misma que solíamos compartir, el colchón ligeramente hundido en los lugares donde nuestro peso solía descansar. Me giré lentamente, casi temerosa de lo que podría encontrar, y allí estaba ella, Laia. Mi corazón se detuvo por un instante al ver su rostro sereno y relajado en la almohada. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había despertado junto a ella en esta misma cama, que casi no podía creer lo que estaba viendo.

La tristeza de la derrota que había cargado durante estos días se disolvió en el aire, como si el simple hecho de tenerla a mi lado la hubiera disipado. Me incliné suavemente, tratando de no hacer ruido, y coloqué un beso ligero en el cuello de Laia. Suspiré profundamente mientras sentía su piel cálida bajo mis labios. Cada caricia era un recordatorio de lo que había perdido y, al mismo tiempo, de lo que estaba redescubriendo.

Laia se movió ligeramente, su respiración se hizo más profunda y, sin abrir los ojos, murmuró en un tono suave y somnoliento.

-mmm… amor-Esas dos palabras resonaron en mi mente como un eco, un eco que había estado en silencio durante mucho tiempo.

El término que solía ser un marcador constante en nuestras conversaciones se había convertido en un dulce y doloroso recordatorio de lo que una vez compartimos.

Me quedé completamente bloqueada, sin poder moverme ni responder. El uso de la palabra "amor" me arrastró hacia un mar de recuerdos y emociones que había intentado enterrar. Los viejos sentimientos emergieron con una intensidad inesperada, mezclándose con la calidez que me rodeaba. Laia seguía medio dormida, completamente ajena a la tormenta emocional que había desatado en mí.

Recorrí con mis labios su cuello, cada beso era un intento de transmitir todo lo que sentía sin palabras. Mientras lo hacía, mi mente viajaba a los días en que nuestras vidas estaban entrelazadas, cuando nuestras mañanas comenzaban con dulces palabras y caricias. Los momentos en los que el simple hecho de despertar juntas era suficiente para hacer que el mundo pareciera un lugar mejor. Los días en que nada parecía más importante que estar cerca la una de la otra.

Mi corazón latía con fuerza, el viejo dolor se mezclaba con una alegría inesperada. El tiempo que habíamos pasado separadas parecía borrarse en ese instante. No había espacio para la tristeza ni para el arrepentimiento; solo había el presente, y en el presente, Laia estaba a mi lado. Me incliné un poco más, mi aliento cálido rozando su piel. Sentía cómo su cuerpo reaccionaba a mis caricias, su respiración se volvía más regular y calmada, como si estuviera reconociendo el amor que aún quedaba entre nosotras.

Cada beso era una mezcla de recuerdos y esperanzas. Quería decirle cuánto la había extrañado, cuán profundamente había deseado que este momento llegara. Pero las palabras se atoraban en mi garganta, como si el simple acto de hablar pudiera romper la magia de este instante. En lugar de eso, seguí besándola, permitiendo que cada toque transmitiera el mensaje que las palabras no podían.

Finalmente, Laia comenzó a despertar. Sus ojos se entreabrieron lentamente, y al ver mi rostro cerca del suyo, una sonrisa suave se dibujó en sus labios. Sus ojos, todavía nublados por el sueño, buscaron los míos con una mezcla de confusión y reconocimiento, pero en sus ojos también vi algo de miedo.

-Lo siento, Alexia. No quería molestarte con lo que he dicho, me ha salido solo-Dijo con preocupación.

Sus palabras fueron como un pequeño jarro de agua fría en un momento que había estado lleno de calidez y nostalgia. La preocupación en su voz me sorprendió, y, al instante, me di cuenta de que debía haber sido el eco de un pasado doloroso que también la afectaba a ella.

Tomé una respiración profunda y me incliné hacia ella, tratando de asegurarle que no había ninguna ofensa en sus palabras.

-No, Laia-respondí con suavidad, "no me has molestado en absoluto. Al contrario, me ha encantado escuchar eso-Laia me miró con una mezcla de alivio y sorpresa.

-¿En serio? No sé qué decir. Pensé que tal vez…

-No-la interrumpí, tomando su mano en la mía. -Escuchar esa palabra, ese pequeño recordatorio de lo que solíamos tener, me ha hecho darme cuenta de cuánto te quiero. Es como si, en ese simple gesto, hubieras reparado algo que estaba roto en mí.

Sus ojos brillaron con lágrimas contenidas, y pude ver la lucha interna que estaba teniendo para procesar todo.

-Nunca quise causarte dolor-Dijo causando que mi corazón se estremeciera.

La verdad es que yo también había temido cómo sería el reencuentro, pero la calidez que sentía a su lado me decía que, a pesar de todo, había una base sólida sobre la que podíamos reconstruir.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía que habíamos recuperado. Las palabras se volvieron innecesarias cuando las miradas y los gestos podían decirlo todo. El abrazo que compartíamos no era solo físico; era un refugio emocional, un lugar donde el dolor del pasado podía desvanecerse y dar lugar a una nueva esperanza.

Mientras las horas avanzaban, hablamos como habíamos pasado las semanas, sin prisas ni presiones. La conversación fluía con naturalidad, y las viejas heridas parecían sanar con cada palabra compartida. Cada risa y cada confidencia construían un puente entre el pasado y el presente, permitiéndonos mirar hacia adelante con una nueva perspectiva.

A medida que el día avanzaba, nos encontramos en un lugar de mayor comprensión mutua. La familiaridad de su presencia, la calidez de su mano en la mía, me recordaban que había algo verdadero y duradero entre nosotras, algo que no se había perdido a pesar del tiempo y la distancia.

Así que, mientras la tarde se convertía en noche y las estrellas comenzaban a brillar, me sentí en paz. La reconexión con Laia me había dado una nueva perspectiva sobre lo que significaba el amor y la esperanza. Y aunque no sabíamos lo que el futuro nos depararía, sabíamos que estábamos dispuestas a enfrentarlo juntas, con el corazón abierto y la mente dispuesta a recibir todo lo que viniera.

Finalmente, nos acurrucamos bajo las sábanas, el cansancio del día nos envolvía con su suavidad.

-Gracias por darme otra oportunidad-Susurró acurrucada a mí lado con una sonrisa.

La respuesta no salió de mi boca, sino de mi corazón. Sentía una gratitud inmensa por la oportunidad de estar juntas nuevamente, por la posibilidad de escribir un nuevo capítulo en nuestra historia. Y así, en el silencio reconfortante de la mañana, nos quedamos allí, abrazadas, sabiendo que, a pesar de todo lo que había pasado, aún había un futuro brillante por descubrir.
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Capítulo de relleno pero bonito😝

Le ha vuelto a llamar amor😭

Oficialmente el nombre de la siguiente prota será Ana, besos🤭

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora