XXVIII

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La mañana había sido tranquila, pero ahora se sentía la tensión del día que se avecinaba. Me estaba despidiendo de Alexia en la puerta de la habitación, sabiendo que tenía que ir a preparar todo para el partido que jugaban hoy contra Nigeria. Alexia y yo compartimos un último beso antes de separarnos, un gesto que hablaba de todo lo que no se podía expresar con palabras.

—Buena suerte en el partido —le dije, tratando de mantener una sonrisa y no mostrar mi inquietud.

—Gracias—me respondió Alexia, devolviéndome la sonrisa con la misma calidez que había mostrado durante todo el día.

Me dirigí hacia la sala de fisioterapia con una mezcla de nervios y emoción. La luz del día ya estaba completamente instalada, y la rutina matutina estaba en marcha. Cuando llegué a la sala de fisioterapia, me encontré con que todo estaba en su lugar. El equipo estaba listo, y los pacientes aún no habían comenzado a llegar. Sin embargo, no tardó en aparecer Alexis con su habitual actitud arrogante.

Llevaba una camiseta y unos pantalones de Alexia, que le había pedido prestado porque no tenía otra opción en ese momento. Pero no estaba preparada para lo que ocurrió a continuación.

Alexis entró en la sala de fisioterapia y, al notar la ropa que llevaba puesta, sus cejas se alzaron con evidente desdén. Me miró con una mezcla de sorpresa y desprecio, y su actitud cambió de inmediato. Se acercó a mí con una postura desafiante, sus palabras cargadas de una furia que no podía ocultar.

—¿La ropa es suya no?, porque la tuya sigue en nustra habitación—preguntó, su tono despectivo era casi palpable. —¿Es que has dejado toda tu vida solo por una puta como ella?

Mis ojos se abrieron con incredulidad y una oleada de rabia comenzó a burbujear en mi interior. La forma en que se refería a Alexia me irritaba profundamente, y no podía permitir que esas palabras pasaran sin una respuesta. El hecho de que Alexis se refiriera a Alexia con ese tipo de lenguaje y desprecio solo alimentaba mi rabia.

—No tienes ni idea de lo que estás diciendo —le respondí, mi voz temblando de ira contenida. —Alexia no es ninguna puta. Es una persona maravillosa, y tú no tienes derecho a hablar de ella así.

La tensión en la sala se volvió casi palpable. Alexis, acostumbrado a su posición de poder y condescendencia, parecía sorprendido por mi reacción. Su actitud desafiante no disminuyó, pero noté un leve cambio en su expresión, como si la intensidad de mi enojo lo hubiera tomado por sorpresa.

—¿Y qué? —replicó con desdén—. ¿Te crees la heroína solo porque te vas con ella? No tienes ni idea de lo que estás haciendo, Laia.

No podía soportar escuchar más. Mi deseo de defender a Alexia y proteger lo que había entre nosotras era más fuerte que mi miedo a una confrontación. Me acerqué a Alexis, mirándolo directamente a los ojos.

—Lo único que estás haciendo aquí es mostrar tu ignorancia y tu falta de respeto. Alexia es importante para mí, y no voy a dejar que nadie la degrade con comentarios vulgares y sin fundamento. Si no puedes entender eso, es tu problema, no el mío-Las palabras parecían resonar en la sala, y la confrontación entre nosotros estaba cargada de una tensión que hacía que el aire se volviera denso. Alexis, visiblemente molesto pero aparentemente sin palabras para replicar, simplemente se dio la vuelta y se alejó.

Una vez que se fue, me sentí una mezcla de alivio y liberación. Defender a Alexia frente a la crueldad y el desprecio de Alexis había sido una prueba de lo importante que era para mí. Aunque sabía que no iba a ser fácil mantener el equilibrio entre mi vida personal y profesional, sentía que había hecho lo correcto al proteger a la persona que significaba tanto para mí.

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora