XXII

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Laia

Mientras me apartaba con mi padre hacia un rincón de la recepción, sentía el peso de la tensión en el aire. La conversación con el había comenzado con una mezcla de sorpresa y nerviosismo. No podía ignorar el nudo en mi estómago, una mezcla de desasosiego y tristeza que crecía con cada paso que daba hacia la esquina apartada del vestíbulo. Alexia y mi madre no estaban lejos, sus miradas curiosas y preocupadas me seguían mientras me adentraba en esta nueva tormenta emocional.

El rincón donde mi padre me llevó estaba un poco más alejado del bullicio de la recepción, proporcionando un espacio relativamente privado pero aún expuesto a los ojos curiosos que podrían asomarse. Me giré hacia él, tratando de mantener una expresión neutral, aunque mi corazón palpitaba con una mezcla de ansiedad y frustración.

El se quedó en pie frente a mí, con una postura que indicaba tanto determinación como una especie de resignación. A pesar de la distancia emocional que siempre ha existido entre nosotros, en este momento parecía que estaba haciendo un esfuerzo por comunicarse con la seriedad que la situación requería.

—Laia —empezó, con un tono que no dejaba mucho margen para la conversación—. La situación en la empresa ha escalado. No podemos seguir manejándola desde aquí. Necesitas regresar a Estados Unidos para resolver esto.

Esas palabras resonaron en mi mente como un eco doloroso. Mi primer impulso fue rechazar la idea, pero la gravedad en su voz me hizo comprender que esto no era simplemente una solicitud, sino una orden. Mi corazón se hundió al pensar en dejar a mi madre en este momento crítico, cuando más me necesitaba.

—¿Por qué? —pregunté, intentando mantener la calma pero sintiendo que mi voz temblaba—. ¿No hay ninguna otra solución? No quiero volver allí.

Mi padre suspiró, y pude ver el cansancio en sus ojos. La verdad era que estaba lidiando con una situación que ni él ni yo habíamos anticipado.

—No es una cuestión de deseos personales, Laia. Hay implicaciones legales y operativas que requieren tu presencia en Estados Unidos. La empresa necesita tu experiencia allí, y si no cumples con esta orden, podrían haber consecuencias aún peores-El peso de sus palabras me abrumaba. Me encontraba atrapada entre el deber profesional y la lealtad a mi familia. Mi mente se tambaleaba entre la angustia de tener que separarme de mi madre y la responsabilidad que sentía hacia mi trabajo y las exigencias de la empresa.

—No puedo simplemente dejar esto atrás —dije con firmeza, aunque mi voz aún reflejaba la duda—. ¿No hay manera de que podamos encontrar una solución sin que tenga que irme?

El pensamiento de que la amenaza de regresar a Estados Unidos podía estar relacionada con la reciente confrontación en la habitación de Alexia comenzó a tomar forma. La revelación no vino de manera repentina; era un susurro que se volvió cada vez más fuerte, como si todo encajara en un rompecabezas que había estado fragmentado y desordenado.

Alexis, al haber visto la situación entre Alexia y yo en la habitación, había lanzado una amenaza que parecía coincidir con el momento en que mi padre y la empresa decidieron actuar. Mi mente comenzó a atar cabos y a conectar los puntos: la presencia de Alexis, la amenaza sobre mi trabajo, y el hecho de que esta orden surgió justo después de que se descubriera que había estado con Alexia.

Las piezas del rompecabezas empezaron a encajar. La amenaza de Alexis y la empresa no era simplemente una cuestión de operaciones comerciales; era una técnica calculada para alejarme de Alexia, una estrategia para desestabilizarme emocionalmente y forzarme a alejarme de quien había sido mi soporte en estos tiempos difíciles. La empresa y sus directivos estaban manipulando la situación para asegurar que yo volviera a Estados Unidos, posiblemente como una forma de control o represalia, y todo esto parecía tener un trasfondo mucho más siniestro.

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora