Laia
Me encontraba en el vestíbulo del hotel olímpico, un lugar vibrante lleno de movimiento y energía. La emoción en el aire era palpable; era el lugar donde los sueños olímpicos se estaban haciendo realidad, y los atletas, entrenadores y personal se mezclaban en un ajetreo constante. Sin embargo, para mí, el bullicio no era una fuente de entusiasmo, sino una fuente de ansiedad. Mi corazón latía con una mezcla de nervios y anticipación mientras me dirigía al área de recepción para recoger mi acreditación.
La razón de mi inquietud era sencilla, aunque profundamente perturbadora: Alexia Putellas. La posibilidad de que ella estuviera en el mismo hotel me hacía sentir como si caminara sobre un terreno inestable. Había llegado aquí para cumplir con mi rol como jefa de fisioterapeutas para la selección, un puesto prestigioso que había alcanzado gracias a años de esfuerzo y dedicación en el campo de la fisioterapia. Pero el hecho de que Alexia pudiera estar en el mismo lugar que yo, en el contexto de los Juegos Olímpicos, era una perspectiva que me llenaba de una mezcla de temor y tensión.
El proceso de registro en el hotel fue una experiencia rutinaria para la mayoría de los asistentes, pero para mí fue una serie de momentos cargados de angustia. Recogí mi llave de habitación y las credenciales necesarias para moverse libremente por el hotel, pero cada paso que daba parecía acercarme al punto de no retorno. Me preguntaba si Alexia ya estaba allí, si nuestras rutas se cruzarían en algún momento, y el simple pensamiento me llenaba de un pánico helador.
Mientras me dirigía hacia mi habitación, el pasillo me pareció más largo de lo habitual. Las paredes, normalmente tranquilizadoras en su neutralidad, parecían presionar sobre mí, y el sonido de mis pasos resonaba con una eco que amplificaba mis pensamientos. Cada movimiento y cada conversación que escuchaba a lo lejos se convertían en fragmentos de una realidad que no podía evitar enfrentar.
Al llegar a mi habitación, me instalé con una rutina que intenté que fuera lo más normal posible. Pero a pesar de mi intento de establecer un entorno cómodo y familiar, no pude evitar sentir que algo estaba fuera de lugar. Las paredes blancas y la decoración austera parecían reflejar un estado de calma que era completamente superficial. Mi mente estaba en constante movimiento, atrapada en la preocupación de encontrarme con Alexia y enfrentar el pasado que había tratado de dejar atrás.
El hecho de que mi vida hubiera tomado giros inesperados y complicados no era algo que pudiera ignorar. Mi matrimonio con un hombre por conveniencia era una realidad que aceptaba, pero que no había sido fácil de aceptar emocionalmente. El matrimonio, aunque había sido una decisión estratégica para consolidar negocios y relaciones familiares, había dejado un vacío profundo en mi vida personal. Estaba casada con alguien que no amaba realmente, alguien que representaba una parte de mi vida que trataba de mantener separada de mi verdadera identidad.
Mi verdadera identidad, mi verdadera pasión, había estado siempre ligada a mi atracción hacia las mujeres. El matrimonio con un hombre, aunque práctico desde una perspectiva empresarial, era una farsa emocional. La vida que estaba llevando era una fachada que no representaba quién realmente era. Esta disonancia entre mi vida pública y mi vida interior creaba una tensión constante que me resultaba difícil de manejar.
Cada vez que pensaba en Alexia, recordaba el dolor de la ruptura y el vacío que dejó en mi vida. El hecho de estar en el mismo lugar que ella, de tener la posibilidad de enfrentar ese pasado, era un desafío emocional que me resultaba casi insoportable. Cada paso que daba en el hotel, cada movimiento que hacía, parecía acercarme a una confrontación que temía profundamente.
El registro en el hotel fue el primer paso en una serie de eventos que sentía que estaban fuera de mi control. Cada conversación, cada interacción, se sentía cargada de una emoción que no podía controlar. La rutina del trabajo era una distracción bienvenida, pero no podía evitar el temor constante de que Alexia y yo nos cruzáramos en algún momento. La posibilidad de enfrentarme a mis propios sentimientos, a la realidad de la vida que había elegido, me llenaba de una ansiedad constante.
Al llegar a mi habitación y mirar a mi alrededor, traté de encontrar algún tipo de consuelo en el entorno profesional que había elegido. La decoración austera y la organización meticulosa de mi espacio eran una forma de mantener el control, de ofrecer una ilusión de estabilidad en medio de la confusión emocional que sentía. Pero, a pesar de todos mis esfuerzos, no podía evitar que el temor y la ansiedad dominaran mi mente.
Mi trabajo en el hotel durante los Juegos Olímpicos era importante para mi carrera, y trataba de concentrarme en eso. Cada tarea, cada responsabilidad, era una oportunidad para demostrar mi habilidad y mi compromiso. Sin embargo, la posibilidad de encontrarme con Alexia seguía siendo una sombra constante en mi mente. El hecho de que pudiéramos cruzarnos en cualquier momento, de que tuviera que enfrentar el pasado que había intentado olvidar, me llenaba de una angustia que era difícil de soportar.
En los momentos de calma, cuando estaba sola en mi habitación o en los pasillos del hotel, mi mente regresaba a Alexia. Me preguntaba cómo estaba, cómo se sentía al estar en el mismo lugar que yo, y si también estaba lidiando con la misma ansiedad y preocupación que yo. La posibilidad de enfrentarla, de tener que lidiar con la historia que compartimos, era una carga emocional que me resultaba difícil de manejar.
Bajé a la sala donde estaban todos los trabajadores que conocía bien y de sobre los que tenía que ejercer de jefa, algunos ya estaban trabajando con alguna sobrecarga muscular de algún atleta, mientras que otros simplemente descansaban y charlaban con los demás.
-Os traigo los informes de los jugadores de la masculina de futbol, dos de ellos estuvieron en la Eurocopa hace solo una semana, quiero que los vigiléis de cerca, tantos minutos en las piernas pueden causar lesiones, sobre todo musculares-Expliqué dándoles una carpeta con los informes anteriormente nombrados.
-¿Y del femenino?-Preguntó uno de los fisioterapeutas con curiosidad y a mí se me formó un nudo en la garganta.
-Por ahora centraros en estos, son los primeros en jugar, cuando vuelva a mi habitación me pongo con las del femenino-Dije sintiendo algo de angustia sabiendo qué nombre se encontraba en las filas de aquel grupo de jugadoras.
Todos asintieron y comenzaron a trabajar, yo salí de la sala de fisioterapia y me dirigí a una máquina de café que había en uno de los pasillos, era una manía bastante mala que tenía, tomaba muchos litros de café mientras trabajaba, porque aunque amase mi trabajo, había días que llegaba a mis límites de estrés y agobio.
Mientras esperaba a que la máquina hiciese el café escuché pasos detrás de mí, y acto seguido una voz bastante reconocible.
-¿Laia?-preguntó aquella voz femenina.
____
¿Quién será?, no os lo esperáis
Ya sabemos que ha sido de la vida de Laia, y digamos que no le ha ido tan bien como a Alexia al parecer

ESTÁS LEYENDO
𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬
De TodoDespués de 6 años saliendo una discusión tonta termina con la relación de Laia y Alexia, Laia se va dejando todo atrás y sin dar explicaciones, pero cuatro años después el destino las vuelve a conectar de nuevo, las vidas de ambas son muy distintas...